When your hand's in mine
It's like I'm whole again, isn't that a sign?
8 letters - Why Don't WeA la hora del almuerzo terminé de redactar el acuerdo de divorcio de los Hann y lo metí en un folder para mandarlo a la señora Hann. Me quité los anteojos y masajeé mi sien. Tenía un ligero pero persistente dolor de cabeza que no me dejaba concentrarme por completo.
Era mi primer día después de dos semanas de vacaciones sin pensar siquiera en divorcios y se podría decir que no me estaba sentando bien el regreso al trabajo. Todo lo que quería hacer era volver con Jacob a esas playas paradisíacas.
Mi móvil vibró, avisándome de una llamada. Comprobé quien era y contesté.
—¿Ya me extrañas? —le pregunté en broma.
—Puedes apostar que sí —sus palabras me sacaron una sonrisa—. ¿Qué tal el primer día de regreso?
—Fatal.—me quejé, echándome hacia atrás en mi sillón—. Quiero volver a la playa, contigo de preferencia.
Lo escuché reír.
—¿Y tú día que tal?—me estiré un poco—. Dime que va mejor que el mío, por favor.
—Pues igual —dijo—. Llamaba para invitarte a la apertura del hotel de un amigo. Bruno, no sé si lo recuerdes.
—Lo recuerdo. Estaba contigo en Zed's aquella noche, ¿no?
—Exacto. Es en Nueva York, así que tendríamos que volar hacia allí a eso de las 6:30. Por el viaje no te preocupes, iremos en el avión de la empresa. ¿Qué dices?
—Me encantaría ir —le dije, animada de repente.
—Perfecto, paso por tu oficina a las 3:00.
Fruncí el ceño por la hora.
—¿No es un poco temprano?
—No, tiempo justo para llevarte a cierto lugar.
—¿Qué lugar? —pregunté curiosa.
—Es una sorpresa.
—¿Y planeas tenerme en suspenso hasta las 3:00?
—Exactamente.
—Eres malo. ¿Lo sabías?
—Confío en que podrás aguantar.
Seguimos hablando de cualquier cosa hasta que tuvo que entrar a una reunión. Se despidió con la promesa de que la espera valdría la pena.
Suspiré cuando colgó y me pellizqué el puente de la nariz. Hacía una semana que me dijo que me amaba y no habíamos vuelto a tocar el tema. No sabía cómo abordar el asunto o que se suponía que debía decir. Y contárselo a Jessie tampoco fue de mucha ayuda.
—Jacob dijo que me amaba.
Jessie casi escupió su Mimosa al escucharme.
—¡¿Qué?!
La miré mal, cruzándome de brazos.
—Por tú expresión cualquiera diría que es imposible de creer.
Jessie reaccionó y sacudió la cabeza, negando.
—No es eso. Lo que me sorprende es que te lo haya dicho y aún siga aquí —se quedó pensativa un momento, reflexionando—. Conociéndote, ya hubieras salido corriendo o lo hubieras mandado a la mierda.
—Gracias por el voto de confianza, hermana —le dije, enfatizando con sarcasmo la última palabra.
—Lara, la única que no sabía que Jacob moría por ti eras tú. Hasta mamá me lo comentó cuando Jacob se apareció aquí el otro día —elevó las cejas en mi dirección—. Ningún hombre deja un negocio como el suyo así como así y vuela a otro país con un regalo para la hermana de una mujer a la que no ama.
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Todo lo que somos ©
RomanceLara lleva muchos años sin tener un corazón roto. Hay un límite para lo que una persona puede sufrir por amor y ella lo había superado varias veces. Por ello, nunca se involucraba con hombres. No seriamente, al menos. Jacob necesita desesperadamente...