Save me, save me
Only love, only love
'Cause only love can hurt like this
And it must've been a deadly kiss
Only love can hurt like this - Paloma FaithEstaba descansada y con mucha energía. Probablemente por haber dormido tanto las últimas veinticuatro horas. Jacob estuvo pendiente de mí toda la noche y casi no pudo dormir nada. Insistí en que dejara de preocuparse, pero el hombre era testarudo y se había empeñado en que desayunara en la cama y me alimentara como se debe para empezar el día.
Apenas era mediodía y ya me había escrito cuatro veces preguntándome si estaba bien. Me encantaba que se preocupase tanto por mí, pero tuve que recordarle que ambos teníamos trabajos importantes que atender.
Sin embargo, poco después mi estómago rugió furioso y me dí cuenta que tenía mucha hambre. Ya era la hora del almuerzo y la última llamada de Jacob había sido a las once y cuarto. Sabía que era ridículo, pero lo extrañaba. Las vacaciones habían fortalecido mucho nuestra relación y ya me había acostumbrado a tenerlo conmigo.
Tal vez lo mejor sería ir a su oficina y sorprenderlo. No llamaría como hice aquella vez que su secretaria, muy simpática ella, me dijo que estaba comiendo con su ex esposa. Prefería presentarme allí y conocer por fin el lugar de trabajo del hombre con el que estaba. De cualquier manera, ¿qué era lo peor que podía pasar?
Media hora más tarde salí del auto que Jacob me había prestado, anotando mentalmente que tenía que pasarme por el concesionario. Miré la majestuosa edificación que se alzaba ante mí. Era un enorme edificio de veinte plantas, un sueño arquitectónico. Todo en él de vidrio y acero. Las palabras «Sede Hoteles Cross» en un discreto gris metálico se encontraban en la parte superior de las puertas acristaladas de la entrada.
Entré en el inmenso vestíbulo de vidrio, acero y mármol blanco pulido. Me acerqué a recepción. Desde el otro lado del sólido mostrador me sonrió amablemente una chica afroamericana, atractiva y muy arreglada. Le expliqué a que venía y con mucha amabilidad —me gustaba aquella chica— me entregó un pase de seguridad con la palabra «Visitante» impresa. Le dí las gracias y me dirigí hacia los ascensores.
Subí a la planta número veinte a una velocidad vertiginosa, ni siquiera me dió tiempo a sufrir ansiedad por estar en un espacio cerrado. Las puertas se abrieron y salí a otro gran vestíbulo, también de vidrio, acero y mármol blanco pulido. El mostrador se encontraba vacío, sin nadie a la vista. No le di mucha importancia y me encaminé a la oficina del Jacob.
Mis ojos vagaron por el espacio a mi alrededor, apreciando cada detalle. Divisé una gran sala de reuniones con paredes de vidrio, una gran mesa rectangular de madera oscura y al menos veinte sillas a juego. Al otro lado, un ventanal desde el suelo hasta el techo que ofrecía una vista de Seattle. Me quedé momentáneamente impactada por la belleza de la ciudad. Todo tipo de grises se podían ver en el paisaje.
No me molesté en tocar la puerta, simplemente la abrí y entré. En retrospectiva, mala desición. Jacob estaba de espaldas, había una carpeta abierta en sus manos y él estaba concentrado leyendo. A su lado se encontraba su asistente, Willow, creo que se llamaba.
Estaban extremadamente cerca, demasiado para mi gusto. Intenté no actuar por mis impulsos y me aclaré la garganta para dejarles saber que estaba aquí.
Ambos se voltearon al escucharme, uno sorprendido; la otra impasible. Solo sabía que no parecía para nada contenta al verme.
—Cariño, que sorpresa —Jacob se alejó de su secretaria y caminó en mi dirección.

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Todo lo que somos ©
RomanceLara lleva muchos años sin tener un corazón roto. Hay un límite para lo que una persona puede sufrir por amor y ella lo había superado varias veces. Por ello, nunca se involucraba con hombres. No seriamente, al menos. Jacob necesita desesperadamente...