16. Bienvenido al infierno

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Siempre hay... un punto en nuestras vidas que nos replanteamos nuestra existencia: ¿Por qué nací? ¿Qué es lo tengo que hacer? ¿Cuál es mi misión? No hay ningún solo día que no pase por mi cabeza aquella maldita pregunta, el punto clave aquí es, que no siempre le pongo atención, o al menos eso trato, pero últimamente sólo me ha hecho eco...

¿Por qué ellos tuvieron que morir y yo... aún sigo aquí?

—Enishi


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—Lo siento señor, esta tarjeta tampoco pasa.

—¡¿Qué?! No entiendo... pero si tiene fondos, por favor intente de nuevo.

El joven que lo atendía pudo notar el nerviosismo y la desesperación del hombre de cabello castaño. 

Mierda ¿Qué es esto?¿Acaso esto se va a poner peor? Oh claro... Siempre puede empeorar, bien... ¿Qué más? 

Tras unos días quedándose en un hotel, intentando encontrar un nuevo departamento sin éxito, las tarjetas de crédito y débito del omega comenzaron a fallar, quedándose con el poco efectivo que logró retirar antes de su desgracia. En el banco no le resolvieron nada de inmediato pues le dijeron que no sabían que había pasado que era un fallo en el sistema pero lo investigarían lo más pronto posible, incluso llegaron a creer que no eran suyas, frustrándolo aún más.

Todo el día su ánimo estuvo por los suelos, se limitó a asentir y negar con la cabeza cualquier pregunta que le hicieron en el trabajo. No había podido dormir bien debido al estrés y a las vueltas que buscar soluciones le generaba y a la hora del almuerzo, descansaba durmiendo en el comedor de su oficina cuando se le acercó Murasaki al observarlo recostado en la mesa con el bento enfrente casi intacto y tapado hasta la cabeza con su hoodie.

—No te voy a preguntar por lo malditamente obvio... Te ves del asco— Enishi no se movió, así que se acercó a su rostro y observó un par de lágrimas que empapaban sus pestañas. 

¿Estaba llorando?

El beta le tocó el hombro preocupado, esto ya no estaba bien, éste se despertó quitándose la capucha que cubría su cabeza incorporándose, Murasaki no creyó que estuviera durmiendo realmente hasta que lo vio.

—Ah... Murasaki... lo siento— el castaño se talló la cabeza intentando deshacerse de esa pesadez.

—Come, no te he visto comer bien en semanas y has perdido mucho peso, no sé qué te sucede, así que mínimo no me iré de aquí hasta que te acabes eso que tienes ahí— le señaló la comida para llevar que tenía en la mesa.

—Mmmh jaja ok ok... Comamos juntos entonces— el beta se sentó con él tratando de hablar un poco, al final era la primera vez que se abría algo, pero no le contó que problemas tenía. —Lamento preocuparlos y causarles molestias.

—Tus disculpas me las pasó por el trasero, quiero verte mejor pero no dejas que te ayude nadie. Eres el peor workaholic que conozco... Y eso que estaba orgulloso de mi mismo... Iagh— Ambos compañeros entablaron conversaciones largas después de mucho tiempo. El beta no dejaba de sentirse preocupado por su colega en quien había encontrado un amigo con gustos y humor similares.

Al llegar la noche todos comenzaron a irse quedándose el omega solo, y éste ideó un plan un tanto desesperado por no querer pedirle ayuda a nadie. El complejo en dónde se encontraba tenía todo lo que podría necesitar para al menos pasar una noche: gimnasio con duchas, comedores, pasillos con máquinas expendedoras, y salas de descanso con sillones cómodos, ya que coexistían varias empresas de buen nivel. El problema eran las cámaras de seguridad y los rondines de los guardias, pero acercándose una fecha de entrega importante podría fingir y poner de pretexto aquello para quedarse "trabajando" en el proyecto toda la noche, la presentación era en dos días, y si bien trabajó en su computadora más de lo que tenía que hacer, sí utilizó los demás espacios para descansar.

OH MY FCKNG DESTINY [EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora