26. Una oportunidad

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Hace más de un año que nuestros cuerpos se encontraron y él lleva meses encargándose de mi, incluso le dije que sí a su pregunta... ¿Por qué después de todo esto me sigo sintiendo tan confundido?

-Enishi

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-Eni... shi... ¿Estás bien?- la voz jadeante y un poco entrecortada de Naoya hacia un muy ligero eco en su habitación, trataba de no perderse a sí mismo ya que también había entrado en celo.

Tenía a su compañero sometido boca a bajo en la cama, con las manos sobre sus glúteos resbalándose lentamente hacia el arco hundido que se generaba en su espalda hasta casi tomarlo de la nuca, pasando sus dedos por aquellas pequeñas marcas y cicatrices que se esparcían por su piel, mientras éste yacía con la cabeza de lado, aferrándose con los puños a las sábanas celestes, gimiendo al compás de las embestidas del viril miembro, intentando respirar.

-Sí... está... bien...más... más rápido...¡ngh!- su voz sonaba ligeramente ronca y baja entre pequeños gemidos que a veces llegaban a excitantes agudos.

Con la mente nublada por su condición mensual, el omega se transformaba en otra persona a su lado durante esos momentos, no sumiso pero si más permisivo y hasta cariñoso con su compañero, comportamientos no muy habituales el resto del tiempo.

-¡Ahrg! due...le- cerca del clímax para ambos el menor comenzó a protestar y no era para menos, en su interior el falo del alpha se había comenzado a hacer un poco más grande.

Mierda... El nudo... Ahh...

-Sólo un poco más... resiste...casi- le interrumpió entrando en trance, su respiración iba cada vez más rápido, sin percatarse que Enishi trataba de huir escalando las sábanas.

Optó por terminar en vez de salirse del interior del omega. Para Enishi era una sensación extraña, una combinación entre placer y dolor, que empezaba en sus genitales y se extendía hacia la punta de cada uno de sus dedos como alguna especie de descarga eléctrica, pero no tenía fuerza alguna para siquiera tratar de intentar algo más allá de apretar sus puños y la tela entre éstos, sólo se limitaba a sentir y a gemir en respuesta a cada embestida.

Cada que parpadeaba ante un impulso doloroso, efímeros flashbacks le recordaban aquella violación, pues las sensaciones eran casi las mismas por segundos y le generaban temor, aún cuando tratara de negárselo a sí mismo. Sus gemidos de preocupación eran evidentes.

Naoya le levantó colocándose en cuclillas en la cama, sosteniendo suave y cariñosamente con sus manos el torso de Enishi, quien involuntariamente se encorvaba hacia delante entre lágrimas al tener semejante cosa dentro.

Con sus cuerpos sudados tan cerca, el alpha acercó su legua a la nuca de su compañero para recorrer su marca, haciendo que éste se arqueara hacia atrás y recargara su cabeza en el hombro del alpha, llegando a besarse hasta quedarse sin aliento, lo cual le distraía de llorar.

-Te amo- Los ojos azules se cerraron con fuerza y de su boca salió un gemido de placer, había logrado venirse de nuevo, ésta vez de manera prolongada debido al nudo, el líquido blanquecino no dejaba de salir haciendo presión dentro incluso a través de la protección que el condón les ofrecía, parecía como si éste se fuera a romper o a derretir en cualquier momento, las paredes interiores de aquella entrada sentían el calor que emanaba de aquel fluido, asimismo brotaba y se escurría en exceso hacia su escroto, sus piernas, y las nalgas de Enishi.

Los ojos miel llenos de éxtasis casi sin conciencia no tardaron en cerrarse, desmayándose, volviéndose peso muerto sobre el alpha.

-¡Shi! ¡Enishi! Ah... demonios- algo agitado y menos caliente, ya aterrizado en la realidad de lo que estaba pasando, sostuvo con cuidado el cuerpo de su omega para que no cayera y se lastimara, esperó un poco a que su miembro regresara a la normalidad y salió de él para recostarlo en la cama.

OH MY FCKNG DESTINY [EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora