37. Intruso

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Quien quiera que seas maldita rata escurridiza, voy a encontrarte yo mismo. Empecemos a jugar...







Entre aquellas paredes gruesas, en su mayoría blancas y de un color menta quedaban impregnados a diario gritos de desesperación, almas cuyo pecado más grande había sido nacer bajo un género que no pudieron elegir a voluntad.

—Por favor... suélteme... déjeme ir... por favor se lo suplico, se lo suplico. Ya no más— el chico atado de pies y manos a una camilla acojinada rogaba por clemencia hacia sus captores, sus murmullos en realidad ya no eran audibles y era ignorado vilmente.

—Aumenten la dosis a 60 unidades, esta vez sin goteo— se escuchó la orden del hombre al mando tras el cristal en la parte superior del recinto.

Los asistentes en el piso inferior tomaron lecturas mientras todo eso sucedía, aquél muchacho comenzó a gritar aún con una cinta que le atravesaba la boca, sus feromonas no tenían control e incluso hicieron temblar un poco a uno de los alpha enmascarados presentes que ganas no le faltaban para golpearlo por hacerle reaccionar así. El dolor que sentía superaba con creces a lo que realmente parecía expresar, su cuerpo ya había estado sometido a demasiada presión, calor y drogas, estaba exhausto y a poco de dar su último aliento, cada órgano palpitaba caliente al unísono con su propio corazón. Preso del pánico aquel omega se desvaneció y no volvió en sí.

Dentro de una habitación contigua a esa, se encontraba un grupo de 5 omegas en total silencio, amedrentados y sin ganas de ir en contra o de luchar para buscar una manera de escapar de ahí, la mayoría ostentaba marcas de autodefensa o golpes en general, sabían a lo que se atenían, aquellos gritos ahogados e intentos desesperados por encontrar alivio a lo lejos sólo los ponían a imaginarse la clase de tortura a la que en breve serían sometidos. Todos utilizaban un collar negro electrónico, el cual les daba potentes descargas si éstos intentaban cruzar el umbral de cualquier puerta y para no ser afectados debían ir acompañados por un dispositivo que neutralizaba el efecto, dicho aparato lo llevaba siempre consigo alguien del personal que tenía que escoltarlos a dónde fuera que fuese su destino, no podían escapar, no había salida.

El aire era helado y algunos apenas llevaban ropa ropa ligera para los aislarlos de éste, recargados en espacios libres en las paredes, mientras que otros se sentaron en el piso de baldosas frías que parecían darles de alguna u otra manera cierto consuelo, necesitaban algo para bajar la hinchazón de sus heridas en lugares que no eran capaces de ver.

Aquello lucía más un consultorio médico que un laboratorio como tal, todo inmaculado gavetas y utensilios limpios, extremadamente brillantes sobre mantas que lucían tan pulcras que sólo generaban más miedo y ansiedad que el efecto que generalmente tratan de generar en la gente.

—Nunca me acostumbraré a esto— murmuró un chico.

—Nadie debería— le respondió otro.

¿De qué se podía hablar en una situación cómo ésta? es más ¿Siquiera alguien tendría ánimos de responder? Al menos algunos parecían seguir intentándolo, el silencio era aún más aterrador en ciertas ocasiones y quizás eso era lo único que les quedaba para no volverse locos, pero otros ya habían perdido la esperanza por completo y deseaban que los dejaran en paz.

—Tú... ¿Eres nueva? Jamás te había visto por aquí— preguntó el muchacho de ojos oscuros junto a Misuki y ésta negó con la cabeza lanzando un suspiro leve por la nariz, no era la primera vez que pisaba ese lugar pero, ciertamente era la primera en la que estaba con gente.

—No lo sé exactamente pero... creo ya haber estado aquí antes, tal vez— ella no supo que responder, llevaba ya varios meses de burdel en burdel, acababa de ser colocada en el dragón rojo y no tenía mucho que se había topado cara a cara con el demonio de ojos bicolor al que todos parecían temer, y que sorprendentemente éste le había tomado interés a su existencia, tras escuchar que su sangre era "especial", sus encuentros con ese hombre, no, con ese monstruo fueron siendo más regulares.

OH MY FCKNG DESTINY [EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora