23. Detrás de las paredes

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Recordé... que ya había conocido a Naoya, jugábamos juntos, era mi único amigo a demás de mi hermano. Él me estuvo buscando y nunca me olvidó por ser... su pareja destinada. No puedo creer que esto esté pasando y que justo después de lo que hice lo lograra recordar. Además... desde que desperté no he dejado de tener un sueño recurrente...más que un sueño... una pesadilla ¿Qué es lo que realmente pasó?

Enishi

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Después de su violación e intento de suicidio, Enishi fue sometido a diversos medicamentos de alto rango que suprimieron su celo, más que nada buscando que su cuerpo sanara sin poner más peso en él.

Aquella noche en que regresó dejó que su compañero lo tomara y a pesar de que al principio los recuerdos del abuso que sufrió y del dolor que experimentó se hicieron presentes, el olor a chocolate de sus feromonas, su voz, el tacto y las caricias del alpha fueron las correctas para tranquilizarle.

Él fue cuidadoso con el omega en todo momento para no lastimarlo en ninguna parte, estuvo al pendiente de su respiración, de no forzar el tubo, y mantener un vaivén que les proporcionara placer a ambos, así como de usar protección.

Su deseo sexual se volvió menos agresivo con cada ronda, se quedó dormido después de hacerlo, sin embargo su fiebre se mantuvo alta un rato, llegando a asustar un poco al pelinegro que le monitoreaba minuciosamente.

—Mmmh ah... mamá... ¡AAAH!— los ojos color miel se abrieron llorosos en la oscuridad ante un grito que despertó al alpha a su lado.

—¿Qué? ¿Qué? Oi oi oi— alterado por el grito, Naoya se incorporó para prender una lámpara que le daba luz a la cabecera de la cama. El omega estaba agitado y sollozaba frustrado.

—¡Mierda!

—Hey... Tranquilo ¿que sucede? ¿Una pesadilla?— le puso la mano en la frente y aún estaba ardiendo. —Demonios— se levantó rápido de la cama aún desnudo y fue a buscar unas compresas frías para colocarle en la cabeza. Regresó y le ayudó a Enishi a ponerse ropa interior así como se puso él mismo y luego retiró las sábanas para que su compañero no se cubriera de más por la temperatura, soplándole un poco el cuerpo con un pedazo de cartón que encontró.

—Mierda...

—Hey... Tranquilo, fue una pesadilla, ya pasó estás a salvo y estoy contigo.

—Ah... No es... eso— su voz salió como un susurro después de mucho tiempo. —Ya no sé... ya no... no sé...

—¿Qué? ¿Qué no sabes? ¿El sueño? Ahora estás bien, ya nadie puede hacerte daño. Yo no te haré daño.

Con una mano sobre el torso y otra sobre la cama Enishi trató de regular su respiración, miró a su compañero sentado a un costado, su cuerpo atlético era digno de un alpha de alta categoría, con músculos marcados y su piel algo bronceada llamaban mucho la atención. En cambio su cuerpo ya no tenía rastro alguno de actividad física, él también llegó a tener su abdomen marcado, sin embargo desde mucho antes de lastimarse comenzó a bajar de peso y a perder aquel físico, convirtiendose en lo que muchos denominarían como "un omega promedio".

Los ojos azules le recorrieron de pies a cabeza, su cuerpo, estaba lleno de cicatrices, algunas muy pequeñas y otras grandes, las cuales al momento de tener sexo Naoya trazaba con los dedos, rastros quizás del accidente automovilístico y su cruel niñez. La más significante era una en el muslo derecho, era bastante grande como para ignorarla, un gran corte que iba desde la cadera hasta casi la rodilla, haciendo una diagonal que cambiaba el color de la piel y textura de esa zona.

OH MY FCKNG DESTINY [EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora