35. La razón por la que te amo

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¿Por qué me es fácil quererte dices? Veamos... Yo, considero que a éstas alturas no estoy siendo controlado por alguna forma invisible o el destino. Es simple y pura voluntad propia, algo que decidí por mi mismo y gracias a ti.






—¡Nao-kun! ¡Por fin! ¡¿Sabes lo nerviosa que he estado?! Por favor no hagas eso— pronto, al agacharse su nana divisó que algo no estaba bien, él se encontraba sollozando —¿Estás bien?—preguntó Miuna algo asustada. El amo y el señor de la casa ya le había confrontado directamente a ella por su desaparición y sentía la presión a cada segundo que no había logrado encontrar al menor.

Le había estado buscando por más de 20 minutos antes de encontrarlo agachado debajo de un escritorio en una de las habitaciones desocupadas de la casa, tratando de llorar en silencio.

El niño trató de controlar sus lágrimas para poder hablar correctamente, pero no quería salir debajo del mueble.

—Taichi... Taichi me da miedo— respondió con voz quebrada.

La muchacha al verlo así se agachó aún más para hablar con él, y suspiró algo triste al escuchar el motivo —¿Qué sucedió?

—Me gritó... muy feo, y yo me puse a llorar y me gritó aún más fuerte. Luego mi padre escuchó y también me regañó y... hic... hic...

—Ven...vamos sal de ahí.

—No... no quiero. Todos me odian.

—Nao... eso no es verdad, ellos no van a estar enojados por siempre, tranquilo todo va a estar bien. Yo no te odio ¿me crees verdad?

Los ojos azules vidriosos se separaron de los antebrazos que los escondían, dejándole ver a su nana el tremendo golpe que tenía en la cara, un claro hematoma en el pómulo izquierdo que contrastaba perfectamente con su tono de piel blanca.

—Ay Dios mio...

Naoya se levantó y corrió a abrazarle. La chica lo llevó con ella al jardín y le puso un paño húmedo y frío en la mejilla. Su hermano se había enojado con él por algún motivo sin importancia y había terminado arrojándole un libro denso al rostro. No era la primera vez que sucedía, sin embargo Taichi era más propenso a realizar chantaje emocional que físico hacía su hermano, pero el último también solía ocurrir.

Miuna tenía en sus manos la responsabilidad de velar por ambos niños y le resultaba algo difícil lidiar con el mayor, ya que su comportamiento era muchas veces impredecible, pero no era totalmente reprendido por sus padres más allá de pequeños escarmientos. Además siendo tan chicos tenían una agenda tan controlada que poco tiempo tenían para ser lo que eran: niños.

—Yo no quiero ser un alpha. Ser un alpha es horrible.

Miuna se sorprendió al escuchar las palabras del pequeño.

—¿Por qué dices eso?— preguntó la joven pasando su mano por el cabello negro sedoso que poseía éste.

—Siempre me dicen que sea un alpha, que me comporte como uno. Pero no les entiendo. ¿Qué es lo que hace un alpha? ¿Qué tengo que hacer para que no me odien Miuna?

¿Por qué poner semejante presión en un niño de solo 4 años?

—Tranquilo corazón, todo estará bien. Nadie va a odiarte y llorar está bien. No tienes que ser fuerte todo el tiempo. Las lágrimas también son parte de la fortaleza de una persona. Solo debes aprender en dónde y con quien hacerlo. No todos merecen verte llorar.

Las palabras que dijo la muchacha ayudaron a Naoya a calmarse y a sentirse mejor consigo mismo. Entendió que lo mejor era aguantarse las ganas de llorar frente a su hermano o su padre, y aunque con su madre no llegaba a soltarse a llorar como tal, éste no le reprendía severamente si lo llegaba a ver con lágrimas en el rostro.

OH MY FCKNG DESTINY [EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora