–¡Erik! –Se reincorporó en la cama al sentir los bruscos movimientos de James – En 25 minutos entramos a la primera clase.
James salió corriendo tratando de ponerse los zapatos, Erik vio la hora, ya casi serian las ocho de la mañana y su próxima clase estaba a un paso de iniciar.
–¿Por qué no me levantaste antes? – Gritó con la voz adormilada – ¡Maldición!
–Perdón hijo, no sabía que era tu despertador – Le dijo asomándose por la puerta –. Además, estabas muy ebrio anoche.
–No me siento mal – Se rascó el cuello –. Como sea, ya vayámonos.
James salió primero, pero Erik se quedó revoloteando los cojines y buscando debajo de ellos.
–¿Qué pasa? –Bufó –. Apresúrate
–No encuentro las malditas llaves –Las encontró dentro de una taza de café. Entrecerró los ojos confundido, pero los gritos de James lo hicieron volver a la realidad.
Después de cuatro horas de laboratorio, Erik salió estirándose, se sentía demasiado cansado. A lo lejos pudo observar el negro cabello de James agitándose y alzando los brazos para llamar su atención, soltó un suspiro cansado.
–Necesito un favor.
–Eso depende.
–Tanzie necesita que vaya por ella – Erik lo miró confundido ¿Qué tenia que ver él?– Y viene muy cargada, hoy tuvo que entregar su pintura, quería ver si...
–¿Te prestaba la camioneta? –. Arrugó la nariz y James negó.
–Que si me llevabas.
–¡Vaya mierda James! – Apretó las tiras de su mochila y se apresuró – Andando, quiero llegar a dormir.
James tenía un cierto delirio amoroso por radiohead era tanto que llevaba la discografía completa en el auto de Erik. Al compás de la melodía, golpeteaba sus dedos contra sus rodillas, mientras el aire cálido alborotaba su cabello. La facultad de artes no se encontraba muy lejos de la suya, así que el trayecto fue algo corto para su suerte.
–Because you have not been paying attention! - Cantaba James, Erik frenó de golpe provocando que la inspiración y la voz de James perdieran el poder.
–¡Pudiste matarme!
–Ojala fuera cierto –. Se quitó el cinturón de seguridad.
Se sentaron en unos de los pequeños bancos de madera que se encontraban al lado de la fuente central. Tanzie salió con un lienzo alto, le dio un suave beso en los labios a James y se acomodó a su lado.
–Cargar con esa maldita cosa debería ser ilegal – Bufó.
–¿Cuánto te puso el maestro ese? – Le preguntó James mientras analizaba el cuadro – ¿Al menos valió la pena?
– Una satisfactoria A – Alzó los hombros – Al menos pase la materia, y es un lindo cuadro.
–¿Qué se supone que es?– Preguntó Erik arrugando la nariz y entrecerrando los ojos tratando de comprender el arte de su amiga.
–El bien y el mal colapsando en el universo – Puso los ojos en blanco – Y será mejor que te guste, porque James lo pondrá en el departamento.
Erik bufó molesto y Jame solo ignoró el asunto como quien no quiere la cosa. Algo llamó la atención de Erik, saliendo de esas grandes puertas de cristal reconoció la melena de color negro; llevaba unos jeans que le ajustaban en la cintura, unas botas militares y la misma blusa de la noche anterior, cargaba con un lienzo un poco más grande que el de Tanzie en la mano. A su lado, la acompañaba un sujeto totalmente tatuado de los pies a la cabeza. Erik captó su sonrisa; era linda, no tenía los dientes perfectos, los colmillos se le encimaban levemente a diferencia de los dientes centrales, le pareció tierno y curioso. Se formaron en el puesto de comida china, ella se acomodó el cabello detrás de las orejas y no dejaba de sonreírle y murmurar a su acompañante. Tanzie chasqueó los dedos delante de Erik sacándolo se sus pensamientos, arrugó la frente y siguió su mirada, ella suspiró.
–¿La conoces? – James le dio una rápida mirada.
–Ayer me habló en el club – Dijo restándole importancia – ¿Tu la conoces?
– Si, estudia con el señor Iglesias, es su preferida, sus estilo es algo... – Se rascó la barbilla –¿Extraño? Ni idea
–¿Cómo que extraños? – Preguntó James mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja de su novia.
–Parece acunada por Magritte, Kahlo y Miró.
–Se llama surrealismo, Tanzie – Afirmó James que poco sabía del tema.
–Como el bien y el mal colapsando en la galaxia – Chilló –. No puedo hablar de arte con ustedes, ignorantes.
–¿Cómo se llama? – Preguntó Erik quitándole atención a Tanzie, ella puso los ojos en blanco.
–Mara – Dijo entre dientes – Mara Mosen.
Erik estuvo a punto de decirle algo pero su celular comenzó a sonar, se levantó de la mesa y caminó lejos de sus amigos.
–¿Hola?
–Hola cariño – Era Ágata – ¿Dónde estás?
– Acompañé a James a la facultad de Tanzie ¿Qué pasa?
– Ah si, Tanzie – Hubo un silencio –. ¿Harás algo esta noche?
– Lo dudo ¿Por qué?
–Mi madre quiere verte, pensó que estarías anoche con nosotros.
–Tú dijiste que era una distracción, Ágata.
– No dije eso, pero tienes que venir, quieren verte.
– Bien ¿en tu casa? – Suspiró agotado.
– Si – podía sentir la sonrisa de ella –. A las 8, iremos a un buen restaurante.
–Bien, te veo ahí.
–Formal - Erik puso los ojos en blanco –. Te amo.
–Yo igual – Un silencio y Ágata colgó.
Eso era lo que le molestaba, Ágata siempre quería escuchar un si, te amo. Le gustaba tener a Erik a sus pies, ella sabía que la amaba, pero no era su inseguridad la que la hacía de esa forma, era el miedo de ser abandonada, y su peor miedo era que Erik la dejara por alguien más. Eso no hablaría bien de ella, si algún día se separarán definitivamente ella debía dejarlo a él. James y Tanzie seguían discutiendo, miró al puesto de comida china pero no halló rastros de Mara, no se molestó en buscar.
–¿Todo bien? – Preguntó Tanzie.
–Si, solo era Ágata, quiere que cenemos con sus padres.
–Auch ¿Podrás actuar como si todo estuviera bien?
–Todo está bien – Se convenció – Estamos ocupados solamente, pero nuestra relación está bien.
Tanzie apretó los labios y James no dijo nada, por supuesto que todo estaba bien, no se veían mucho últimamente, pero la amaba o al menos aún lo sentía, y ella a él ¿Qué más podría pedir?
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Mara #1
PoetryEra bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda y un aura de antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia que de los Andes. - Gabriel García Márquez