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– Solo puedes quedarte un par días – Mara buscó a Ramona para que le diera asilo, lamentablemente no salió como esperaba –. Teo llegará y ya sabes cómo son las cosas.

Teodoro era el esposo de Ramona, ambos eran unos jóvenes románticos empedernidos, pues alegaban que su amor era creado por los mismos dioses y debían permanecer atados bajo cualquier circunstancia. Se casaron por amor y llegaron a vivir juntos, él viajaba mucho pues era escultor, por ese lado Ramona, que era una artista textil vivía encantada con su marido.

–Está bien – Asintió – Me da tiempo para buscar aunque sea un hostal, son baratos.

–¿Hasta cuándo te soltaran el cheque? – . Sorbió su amargo café

–Hasta que se arreglen las cosas con el banco, Marco no me dio mucha información estaba algo... – Alzó los hombros – Ocupado.

Esa misma noche Mara se quedó dormida en el sofá de Ramona, que por cierto apestaba a perro ¿Por qué a perro? Pues tenía un pequeño y alterado chihuahua, era su cama, pero esa noche la compartiría con Mara. El olor y la preocupación no la dejaban dormir, se tapó hasta el cuello mientras miraba por la pequeña ventana, logró dormir tres horas, el tiempo suficiente para poder soportar un día de escuela. La mañana siguiente sus ojeras rozaban sus pálidas mejillas, sostuvo su desastroso cabello en un moño, se puso un viejo suéter y unos jeans, para después tomar los lienzos que utilizaría para la exposición de fin de cursos.

El salón del señor Iglesias estaba repleto estudiantes con enormes lienzos, tenía que hacer fila para hablar con él y mostrarle lo que quería que se exhibiera, paso siendo ignorada por todo el grupo, excepto por una mirada que la siguió desde que entró a la habitación. Tanzie dejó de charlar con sus amigos para ver la delgada y ausente figura de Mara pasar a la fila, se preguntaba cómo es que conocía a Erik ¿Por qué tan siquiera Mara se había molestado en hablar con él? Claro que Erik era muy atractivo, pero conocía a Mara, era demasiado cerrada con los desconocidos, era fiestera, nada tímida, pero cuando se trataba de hacer amigos o algo referente a ello se volvía un ente misterioso, y eso los volvía locos, pero no a Erik.

Después de una larga fila, llegó el turno de Mara, el señor Iglesias le sonrió. Mara era una de sus estudiantes modelos, muy raras veces seguía su protocolo, su estilo era único, aquellas obras en un futuro se venderían en millones.

–¿Qué me traes Mara? – Le dijo llevándose las manos detrás de la nuca.

–Esta es una obra mía – Le extendió el lienzo más pequeño – King's nightmare.

¿Cómo explicar su obra? Difuminaba entre grises, negros y escalas de azules, de lejos parecían colores dispersos, tendrías que verlo con otra perspectiva para intentar entenderlo. No tenía nada de especial, solo estaba demasiado viajada esa noche y comenzó a jugar con los colores mientras veía Cat's eye de Stephen King, Recordaba la extraña y tenebrosa biblioteca de su padre, el señor Iglesias sonrió y lo puso con los demás.

–¿Y el otro? – Lo señaló con la barbilla

–Pues, es el que traje ayer – Le mostró el cuadro en honor a Kahlo – Me gusta mucho, realmente quiero que se exhiba.

–Esta bien Mara – Le guiñó un ojo – Solo por ti.

Mara le sonrió.

Salió de la facultad, se comenzaba a sofocar dentro con tantas personas y colores. Se sentó en una de las pequeñas bancas del jardín, comenzó a hojear el libro que estaba leyendo, se abrazó las rodillas y echó la cabeza hacia atrás para que el viento le moviera los pequeños mechones de cabello negro.

Mara #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora