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¡Al carajo!

– Tengo miedo de no ser correspondida – Qué estúpido sonaba eso – Ya sabes, me refiero a encontrar a alguien que enserio me vuelva loca, me haga pensar en él, sentirme preocupada y tal vez el sienta lo mismo al principio ¿Quién lo sabe a esta edad? ¿Quién quiere tener una relación seria en la universidad?

Erik se mordió la lengua, él la tenía y sinceramente no había habido problemas hasta hace unos meses.

– Tal vez, no sé, lo llene de amor, va a tomar todo lo que tenga que tomar de mí y después llegará a casa sin emoción y todo será monótono – Mara se hizo un ovillo tratando de ocultar su rostro – y yo no quiero eso, no quiero volverme en algo que ya nadie quiera. Es por eso que ningún hombre me podra tener, no les daré esa fortuna. 

Erik estaba sorprendido ¿acababa de decir eso? Y la sonrisa de satisfacción de Mara lo comprobaba.

– Ya sé que quieres preguntar, y si he estado con diferentes chicos, pero a la mañana siguiente yo desaparezco, yo decido si los quiero volver a ver o no. Nunca dejo que sea más de una semana, eso les hará creer que me tienen y no es así.

Tal vez Ágata tenía razón y debía de tener cuidado con Mara, ahora sabía lo que pensaba acerca de las relaciones, aunque tampoco se le paso tener algo con ella, solamente le gustaba y disfrutaba su compañía, pero como siempre, jamás piensa en el futuro.

No hablaron en todo el camino, ninguno de los dos dijo nada. Mara comenzaba a arrepentirse sobre su sinceridad, qué estúpida había sido, iba a alejarlo y no quería hacerlo. Cuando llegaron a las escaleras del edificio el teléfono de Mara comenzó a sonar, le hizo un gesto con la mano a Erik que luego lo alcanzaba, él apretó los labios y subió las escaleras.

– ¿Si?

– Mara, soy Marco.

– Ah, hola Marco ¿Qué sucede?

– El banco ha llamado, tu dinero del último mes ya lo tengo y ya tu cuenta está en orden, puedes venir mañana a recogerlo.

– ¿Hablas enserio? – Se emocionó.

–Si, te espero a las once. 

Mara colgó emocionada, subió las escaleras de dos en dos, finalmente tendría su espacio, podría pintar en paz, lo que también significada dejar a Erik, aunque probablemente después de lo de esa tarde sería lo mejor.

Cuando entró en la casa Erik comía un pedazo de pizza fría de la caja en la mesa.

– James la dejo ¿no quieres – Negó aún conmocionada. 

– Erik, me darán mi cheque– Sonrió débilmente – Mañana me iré.

Sé que no te importa

Ni a mí tampoco.

– ¿De verdad? – Arrugó la nariz – ¿Ya conseguiste un lugar?

– Aún no – se mordió el labio pensativa – Mañana le preguntaré a una amiga si en su edificio hay departamentos. No creo que sea tan dificil. 

– Erik... – Él volteó confundido – Aún podemos vernos y salir. 

– Puedes hacer lo que quieras Mara.

Erik se encerró en su cuarto, Mara escondió su cara en las manos ¿lo había echado a perder? Pero no había nada, solo el comienzo de una amistad, tomó sus cosas y se metió a la ducha, se quedó pensando mientras el agua le corría por todo el cuerpo. No había forma de explicar lo que sentía, porque simplemente no había una razón.

¿Acaso se había comportado con un patán con ella? Si, si lo había hecho, no salió a disculparse, no quería verla, se lamentaba por haberse enganchado de esa forma.

Mara #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora