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Erik golpeó la puerta ¿Qué era lo que había hecho mal? La noche era perfecta, parecía que nada iba a salir mal y ahora Mara se había largado de una forma extraña. Se sentó en el sofá con la cabeza entre las manos, pateó la mesita de café.

– ¿Qué pasa? –James se paró delante de él – ¿Se fue?

Antes de que Erik alzara la mirada el timbre resonó en el interior. Por supuesto que no era Mara, Erik lo sabía, se había ido. James a paso perezoso se dirigió a la puerta y al abrirla unos brazos rodearon su cuello y comenzaron a llenarlo de besos. Erik puso los ojos en blanco, pensó que su día no podía ir peor, definitivamente se equivocó, se levantó sigilosamente para que Tanzie no pudiera decir nada, pero su plan falló.

– ¿Qué ha sucedido aquí? – Dijo llevándose las manos a las caderas con cierto aire de diversión.

– Tanzie... – Murmuró James tomándole el hombro

– Nada que te importe Tanzie –. Erik sonrió amargamente. 

–Te lo advertí, Erik – Él se dio la vuelta y la mirada de ella se volvió fría – Te dije que escaparía, pasó la noche aquí, le diste todo y ella no te dio nada.

Erik apretó la mandíbula, por el hombro la fulminó con la mirada y después sonrió victorioso.

–Te equivocas, creo, más bien –soltó una risita –. Estoy seguro que anoche fue la mejor noche de mi vida.

La sonrisa de Tanzie desapareció, James se pasaba las manos por el rostro frustrado, ella estuvo a punto de abrir la boca pero Erik la paró con un movimiento de mano.

– Te pediré que a partir de hoy dejes de meterte en mi vida, Tanzie.

La chica palideció, Erik finalmente llegó a su habitación, se acostó en la cama y comenzó a golpear la almohada con desesperación, después de unos minutos sin quedarse con la mente en blanco, buscó en uno de sus pantalones. Las comisuras de su boca se elevaron, el pequeño pedazo de fotografía que tenía entre sus dedos le derretía y al mismo tiempo le causaba un dolor en el corazón.

Lo único que quedaba en esa habitación de Mara era esa fotografía y su esencia en las sabanas y tal vez un poco en la piel de Erik. La fotografía le recordaba aquel tiempo feliz, donde ambos disfrutaban del día y a él le encantaba verla tan feliz. Se levantó de la alfombra y caminó hasta el desordenado espacio de su escritorio, quitó una tachuela de la fotografía que tenía con Ágata y la tiró al cesto de la basura, re acomodó para que la foto de Mara quedara en el centro.

                                                                                             ***

Mara encontró una nota pegada en la puerta del departamento de Ramona, avisando que salió de emergencia y cuando regresara esperaba con ansias que le contara todo, Mara suspiró triste. Todos esos recuerdos le estaban ardiendo, le dolía el cuerpo y el alma. Escuchó el timbre, los nervios se le pusieron de punta, se mordió la lengua pensando que podría ser Erik y si eso fuera no lo dudaría, simplemente lo abrazaría y se iría con él a donde quiera que deseara. Aún tenía el vestido de Ramona puesto, descalza fue a la puerta y temblando se asomó, su corazón se rompió al ver a Nathan al otro lado con su cabello alborotado, lentamente fue descendiendo por la puerta hasta que recargó su mejilla en ella y su cuerpo en el piso.

– Mara, sé que estás ahí – Aún seguía al otro lado de la puerta.

Mara agarró el pomo pero no lo giró, su mirada quedó perdida en los lienzos que tirados por toda la sala, entrecerró los ojos y pensó que tenía un tiempo que no pintaba nada, gateó hasta llegar a un lienzo en blanco, tomó la caja de las pinturas de óleo y las tiró en el piso.

–¡Mara, ábreme es importante!

Saco diferentes colores y apretó el tubo hasta dejar varias manchas de pintura sobre el lienzo, se preguntó cómo es que Nathan había encontrado su casa, pero después recordó a Ramona, siempre intentando que estuviera con un pedazo de hombre. Hundió sus manos en los diferentes colores y comenzó a embarrarlos, veía sus lágrimas caer, estaba tan frustrada en su gran mayoría por Erik y otra por que simplemente jodía casi todo lo de su vida, como deseaba que su padre estuviera con ella, joder que si lo extrañaba, al igual que a Erik. Cuando sus manos ardían y dolían dejó de hacerlo para ver la gran plasta de colores tristes que estaban en el lienzo, al parecer nat se había marchado, se levantó y pasó las manos llenas de pintura por sus rodillas, vio un pequeño pedazo de papel blanco debajo de la puerta y lo tomó.

Mara soy Nathan, necesito hablar contigo urgentemente, supongo que ya tienes mi teléfono, de todas formas te lo dejare XXXX XXXX XXXX por favor, comunícate.

Sus dedos estuvieron a punto de romper el papel,tal vez Nathan quería hablar de algo realmente serio, lo puso sobre el sofá y se dirigió al baño, abrió la llave de la regadera, pues quería algo fuerte, no quería un tierno baño de tina. El agua cayó sobre ella arrancando todo lo que quedaba de su noche con Erik. Arrancó las caricias, sus dulces besos, su aroma, su piel dejó de sentirse cálida para abrir paso a la frialdad sin rubor. 

Mara #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora