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Cuatro clubes después, y unas cuantas copas encima, Mara y Erik reían en las silenciosas calles de la ciudad. 

– Aquí – La voz de Mara se escuchaba gangosa por el alcohol –. Este es uno de mis favoritos la pinta mata, es español.

– Estoy seguro que ni siquiera has entrado – Erik se cruzó de brazos reprimiendola. 

Mara se pusó delante él y le hizo una seña para que se callara. Erik soltó una carcajada y Mara no podía explicar lo mucho que quería besarlo en ese momento. Entraron sin problema alguno, tomaron más margaritas, se separaron por varios minutos y al final se encontraron en el centro de la pista. Mara echó sus brazos alrededor del cuello de Erik. No se paralizó su corazón, pero sus sentidos se pusieron alerta cuando Erik identificó al otro lado del club a Ágata con sus amigas. Mara le siguió la mirada y pudo reconocer a la chica de la fotografía, hizo una mueca y se apartó de él incomoda. 

– Podemos irnos si quieres.

– Hemos terminado – Le dijo a través del ruido del lugar – Sinceramente me da igual.

– No te puede dar igual Erik, está bien.

Mara observó de reojo a Ágata, vaya que era linda. Tomó a Erik de la mano y salieron empujando a la demás personas, cuando al fin lograron salir Mara soltó un grito y comenzó a dar vueltas en la acera. 

– ¡Aire!

La gabardina negra le volaba así como el viento le alborotaba el cabello, en un segundo sus brazos volvieron al cuello de Erik y cuando menos lo pensaron sus labios se encontraron. Mara había deseado esto desde hace ya un tiempo, los besos de Erik eran tan suaves y a ella le encantaba estar entre sus brazos, la tomaba por la cintura y la acercaba más a él, la barba le raspaba su boca en una bonita sensación. Finalmente se separaron para tomar aire, Mara le sonrió y comenzó a correr. Erik la siguió.

La madrugada caía y ellos seguían vagando sin destino, cada que tenían oportunidad se escondían en callejones para darse más besos largos Llegaron al edificio, las risas no paraban, subían las escaleras como podían, destilando alcohol. 

Erik buscó las llaves en su bolsillo, con un tintineo abrió la puerta. 

Cuando por fin entraron, Mara se quedó viéndolo mientras trababa el seguro de la puerta.

Ella sin pensarlo se abalanzó sobre él, aquel beso se volvió mucho más íntimo.

Erik bajó las manos a su cintura haciéndola chocar contra la pared, ambos se arrebataron la chaqueta.

Mara lo condujo hasta su habitación, Erik se sentó en la cama mientras ella aseguraba la segunda puerta, sin pensarlo dos veces, él la acorraló en la pared, dando largos besos. La chica le arrebató la camisa, acarició su tatuaje con sus largos y delicados dedos, pero algo la hizo parar, fue como un balde de agua fría.

– Espera, no podemos.

Mara #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora