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Erik miraba por el balcón la enorme construcción que se llevaba acabo, habían tirado el enorme árbol delante de su edificio para hacer un estacionamiento, sentía lastima por el pobre árbol, arrugó la frente y soltó un suspiro. Hubo un cosquilleo en su pecho, los delgados dedos de Lily trazaban círculos, ella alzó la cabeza, sus dorados rizos cayeron haciéndole cosquillas a Erik en la cara. 

– Deja de pensar en eso – le dijo ella – El árbol ya no esta. 

Lily era una chica aspirante a modelo que Erik conoció en una fiesta de Bruno, era inteligente y se le hizo interesante, pasaron mucho tiempo juntos y cuando menos se lo esperaba ya estaba en su cama. No tenían una relación, simplemente amigos con beneficios. No era como Mara, lo hacía sentir un poco enfermo a veces imaginar a Mara, solo fueron dos ocasiones, pero no pudo, porque Mara era diferente en todos los aspectos. Ella lo llenaba y lo hacía sentir de una forma que Ágata y Lily jamás lo harían. La extrañaba cada segundo del tiempo y aunque a veces trataba de no pensar en ella, siempre estaba ese cajón con su fotografía.

– ¡Erik! – gritó Lily.

– ¿Qué?

– ¿Me estas escuchando?

– No. 

Erik se reincorporó en la cama mientras, Lily puso los ojos en blanco, aveces se cansaba de escucharla, pues le gustaba tener la razón, se puso el pantalón del pijama y salió antes que ella de la habitación. 

– Hola, buenos días – dijo James mientras preparaba unos huevos.

– Hola – respondió Erik a secas.

– ¿Mala noche? – arrugó la nariz.

– Malos meses.

Erik y James habían llegado a un acuerdo de no volver a mencionar el asunto de Mara en la casa, y así fue durante todo ese tiempo. 

– Pues me voy – advirtió Lily con la mochila en el hombro – Te llamaré luego ¿De acuerdo?

Erik asintió, ella le dio un apretón de hombro y se despidió de James con la mirada

– Deberías terminar con ella – susurró James. 

– Ni siquiera estamos saliendo. 

– Pero no puedes seguir así si sigues... – tragó saliva – ya sabes, pensando en ella. 

A veces Erik se preguntaba durante toda la noche por qué no podía olvidar a Mara, por qué otra chica o Ágata no lo habían marcado tanto como ella, que apenas y conocia. Tal vez Mara era su alma gemela, la chica por la que había estado esperando, por eso ambos sintieron un flechazo al instante, sacudió la cabeza, eso no podía ser.

~

1 semana después

Mara estaba sentada en el sofá de Ramona mirando un viejo programa de cocina, no había salido del edificio después de llegar del hospital, tampoco ella y Ramona hablaron del asunto de la violación o del bebé, y eso hacía que Mara muriera un poco más por dentro. Definitivamente no quería tener hijos, pero si las cosas fuesen diferentes, lo hubiera querido y habría escapado lejos donde Erik jamás se enterara de nada.

– Quiero un café – Ramona se paró delante de Mara con los brazos en la cintura haciéndola salir de su trance.

– Eso está bien, ve por uno.

– Quiero que vengas conmigo – hizo un puchero. 

– No quiero salir.

Mara tenía miedo de salir, de encontrarse con Marco, estaba ciscada del exterior.

Mara #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora