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Erik comenzó a reír para sí mismo, pero la mirada de James no daba a entender alguna broma, incluso miró a Erik como si tuviera algún problema. 

– ¿Qué quiere? –preguntó Erik sin un rastro de gracia.

– No tengo idea, será mejor que acabes con eso, le digas adiós y regreses con esto –su mirada se volvió a clavar en Mara.

– Bien

James salió de la habitación, Erik buscó sus calzoncillos y un pantalón de felpa, trató de acomodarse el cabello. Finalmente se vistió la camisa y salió. Ágata estaba sentada en el sofá con una falda de tubo verde manzana y una blusa blanca, el rubio cabello iba agarrado por encima de su cabeza, cuando lo vio se levantó de un salto. 

–Solo venía a disculparme

– ¿A disculparte?

– Si – Ágata puso los ojos en blanco – Por lo de la otra noche, lo que te dije acerca de Mara no fue apropiado, creo que tu deberías juzgar a las personas mediante experiencias. Probablemente ella si te tome enserio, solo lo hago porque...

– ¿Viniste hasta acá solo para hablar de Mara?

Ágata apretó los labios y volvió a mirar a Erik, era increíble cómo le quemaba la garganta y tenía que tragarse la bilis.

–No quiero que salgas herido, no puedes sacarme de tu vida tan fácilmente – se cruzó de brazos –. Hemos pasado más de dos años juntos, conoces muchas cosas de mí y yo de ti, tantos momentos lindos tirados a la basura sería una tristeza. Mira si quieres dejaré de meterme con Mara o con cualquier chica con la que desees tener algo, es tu decisión, tu vida, solo quiero que seamos amigos.

A Erik le comían las puntas de los dedos y de la lengua, recordó alguna vez ese artículo de que las parejas se cansan cuando cumplen 3 años de relación, se vuelve una costumbre después, pero también dependía de la persona. Ágata cada día se parecía menos a la despreocupada chica de la que se había enamorado, su aire dulce y alegre se había vuelto serio y preocupado. Ella estaba lista para dar un salto hacia el futuro y Erik todavía creía que le faltaba madurar y quitar ese lado inmaduro de su cabeza, donde solo quería divertirse. Y en ese mismo instante también pensó en Mara, estaba recostada en su cama, algo que jamás creyó que pasara, todo menos estar ahí con Ágata desperdiciando ese momento.

– Además aún recuerdo – Ágata tragó saliva – Cuando éramos unos niños, escapándonos todas las noches, y creyendo que la universidad era una mierda ¿recuerdas? El bar de Dr. Cols, fue nuestro primer beso. 

Erik sacudió la cabeza, ese recuerdo lo hizo sonreír pero al mismo tiempo se sintió amargo y agrio, eso era pasado y estaba enterrado. Simplemente asintió, debía de sacar a Ágata lo más pronto.

– Podemos ser amigos Ágata, por los viejos tiempos.

Ágata sonrió triste e inesperadamente lo abrazó, respiro su olor a cama, y lo sabía, Mara estaba ahí, en el otro cuarto, Mara había pasado la noche con él.

Mara, Mara, Mara.

Ágata apretó los labios y trató de contener las lágrimas, finalmente se separó de él y le deposito un beso en los labios, Erik se alejó de ella para abrirle la puerta. La rubia se colgó bien el bolso y antes de irse se giró hacia él y le sonrió amargamente.

– Buena suerte.

~

Mara despertó de su plácido sueño, la luz que se colaba por el balcón hizo que lastimó sus adormilados ojos, estiró su mano al lado contrario de la cama y sintió un vació, se abrazó a las sabanas. Erik no estaba, escuchó una voz femenina proveniente del pasillo, entrecerró los ojos y presto atención para reconocerla, pues le sonaba familiar. Aún enrollada en las sabanas, se asomó por la puerta, el corazón se le detuvo al ver la melena rubia perfectamente acomodada. Él estaba sonriendo mirando el piso, su expresión cambió, Mara rápidamente volvió a meterse a la habitación y se quedó recargada ahí con la cabeza hacia atrás. Una cálida lágrima bajó sobre su mejilla, apretó los ojos.

No es ella

No está aquí 

No está aquí

No puede estar aquí

Se enjuagó los ojos; el sol brillaba, era un perfecto día, pensó que iniciaría de una forma diferente, enrollada en los brazos de Erik, con su delicioso aliento sobre su mejilla. Localizó con la mirada el vestido de Ramona que estaba acomodado sobre la silla, caminó por la habitación buscando su ropa. Se paró enfrente del espejo, ahora estaba tan pálida y delgada, no recordaba estar tan delgada, con las clavículas saltadas, las caderas marcadas, el rímel se le había corrido y tenía el cabello hecho un desastre, se abrazó a sí misma.

Hacía mucho tiempo su padre le había quitado esa estúpida idea de la cabeza, ella era hermosa, jamás pensó lo contrario. Tenía una belleza pálida, cansada y natural, anoche se sintió demasiado. Al salir de la habitación pasó lo que tanto temía pero era inevitable que no sucediera, al chocar con Erik ella tardó en alzar la mirada, la sonrisa de él comenzó a desaparecer cuando notó su vestido encima, un vuelco en el corazón lo hizo reaccionar.

– ¿A dónde vas?

Mara no levantó la mirada, estaba juntando fuerzas para mirarlo a los ojos

–Recordé que tengo cosas que hacer.

Sin decir más paso a su lado, tomó la bolsa que estaba en la silla, pero antes de que abriera la puerta Erik la jaló del brazo, la acercó y tomó su rostro para que lo mirara a la cara. Los verdes ojos de Mara se veían tristes, tenía el rímel plasmado por debajo de sus ojos juntándose con las ojeras.

– ¿Qué pasa? –acarició sus mejillas con el pulgar y ella se alejó para evitar llorar o caer en sus brazos – ¿Mara?

– Hemos pasado noches con personas diferentes y a la mañana siguientes nos marchamos como si nada hubiese pasado, pretendamos que es una de esas veces.

Erik abrió la boca incrédulo, sentía cierta impotencia en el cuerpo, la noche anterior fue todo menos una de esas veces

– ¿Eso es lo que crees? – No respondió – Solo fue una de esas noches ¿no?

Mara se acercó a él, visualizó y guardó en su memoria cada uno de los rastros de Erik, su nariz respingona, sus pecas, las largas pestañas, esos hermosos ojos avellana y el cabello cobrizo. La verdadera razón por la que se apartó de él, por la que salió como una niña asustada fue por miedo, era verdad. No quería herir a Erik, probablemente la conocía, pero no lo suficiente, tal vez se cansaría de ella y además quería de todas formas intentarlo, pero no podría, no si Ágata seguía en medio, no si cada mañana una nueva visita llegaría y ella se sentiría dudosa de lo que tenían. Por otro lado estaba Tanzie, cuando se enterase de todo se volvería loca, y estaría molestando y tampoco quería eso, ¿Cómo podría decirle a Erik todo eso? Mejor se guardó el dolor y escapó, inmaduramente, lo hizo.

–No me busques Erik – Finalmente habló – Saldré por esa puerta y si me buscas estaré muy enojada, necesito tiempo para pensar en lo que quiero.

–No quiero que te vayas Mara, dime que es lo que pasa, estoy seguro que podemos arreglarlo.

Erik se acercó y tomó su mano, pero ella la alejó bruscamente..

– ¡No pasa nada! Simplemente son cosas mías, tú no puedes ayudarme, solo lo vas a empeorar

El dolor era palpable en los dos, Erik trago saliva y se alejó, Mara por su lado abrió la puerta y en su corta melena escondió las lágrimas, cerró la puerta corrió, no había vuelta atrás, si hablaba con Erik o si simplemente la tocaba se quedaría ahí para siempre, y necesitaba pensarlo, estaba segura que le quería pero no así. 

Bajó las escaleras, abrazándose a sí misma, soltando sollozos. Un auto color azul estaba estacionado enfrente, reconoció la melena rubia que estaba en el departamento minutos antes, rápidamente se escondió en un pequeño callejón, del asiento del copiloto el cabello castaño de alcanzó a ver a Tanzie, Mara entrecerró los ojos, pensaba que sus ojos la engañaban pero no era así; tanzie y Ágata estaban juntas, saliendo del auto, riéndose y abrazándose.

Con cada carcajada que salía de sus bocas el corazón de Mara se hacía más pequeño, todo era tan claro, tanzie lo sabía, probablemente James inconscientemente le dijo, estaba casi decidida de ir y escupirles un ojo a ambas. Se aferró su chaqueta y corrió al lado contrario de la calle, ver a esas dos simplemente hacía que la bilis se le acumulara y ardiera en su garganta, tomó un taxi y se dirigió a casa, enojada, triste, impotente.

Mara #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora