Ahí entraba Escorpio, como siempre con su chaqueta de cuero negra, sus jeans negros y sus zapatillas de igual color. Su mirada era dura, algo que ella no sabía sobrellevar, y todo mundo lo sabía. Cancer le temía a Escorpio.
Y no es algo raro, pues la mayoría lo hacía. Escorpio era un patán, hablaba mal, era un maleducado, se peleaba todo el tiempo, y trataba a las chicas como basura. Y para rematar, era muy fiestero, siempre andaba con un cigarrillo en la boca, o con resacas fuertes, y se pasaba llenando la piel de tatuajes.
Era lo que popularmente le decían, chico malo.
Solo le faltaba la motocicleta. Pero... Este Escorpio no tenía una.
Cancer cuando lo vio acercarse se escondió detrás de su mejor amiga, Gem.
Nadie realmente lo conocía de verdad, él era callado con los que no conocía.
—¿No has visto a Capricornio?
Su voz... Oh su maldita voz tan masculina y ronca. Cancer se encogió detrás de Gem.
—No, no ha llegado.
—Dile a tu amiguita que escoja mejor sus escondites. - él rodó los ojos y se fue de ahí a donde le había indicado.
Cancer enrojeció apenada.
—Sé que debe ser una pesadilla, pero te toca atenderlo esta vez. Hoy salgo temprano, ¿recuerdas?
Gem se giró a Cancer.
—Sí, sí... ¿No me puedo ir contigo?
—Anda Cancer, él no es tan malo. Y estás en un lugar público, no te hará nada.
La cangreja asintió resignada. —De acuerdo... Pero enserio no me cae nada bien.
—Lo sé. Cualquier cosa le pides ayuda a Leo, hoy se encarga de la caja.
Cancer asintió y Gem se fue. Luego, tomó aire y juntó valor. Se dirigió a donde estaba el pelinegro y se detuvo frente su mesa.
—¿Está listo para ordenar? -Ella miraba su libreta y su lápiz.
Pero él no le respondía.
Ella a los segundos de silencio lo miró a los ojos, él la miraba detenidamente con una ceja alzada.
—¿Te costaba mucho verme a los ojos? De hecho, así se comunica la gente normal. - él mencionó.
Cancer se sintió mal y bajó la cabeza.
—Y ahí vas de nuevo. - él suspiró.
—Solo quiero tomar tu orden. - Ella murmuró bajito.
—No te escuché.
Cancer sabía que lo hacía a propósito.
—¿Está listo para ordenar? - esta vez le habló un poco más alto.
—Sí, ¿que tal si te vas y traes a una mesera de verdad? Tú no sirves.
Ella no aguantó y se retiró de ahí con lágrimas en los ojos. Ella era sensible, sí, pero solo ese chico la hacía llorar en público. Era humillante todo lo que él decía, la forma en que la miraba y rodaba los ojos.
Ella se escondió en el baño.
***
Cancer estaba acomodando unos cupcakes detrás del vidrio del mostrador, estaba algo concentrada en su tarea que no notó la presencia de un hombre frente a ella.
—¿Me das dos de esos?
Esa voz la sobresaltó, porque la reconoció de inmediato. Ella levantó la mirada y chocó con los penetrantes ojos del chico.