Cancer sintió una mano quitarle el saco de tela de su cabeza. Lo primero que vio fue a un hombre alto, y varios hombres atrás con armas.
Ella ya estaba asustada, desorientada y confundida. Estaba amarrada contra una silla.
—Veo que ya despertaste...
—¡¿Dónde estoy?!
Cancer preguntó llena de miedo.
El hombre frente a ella se giró a sus hombres. —Salgan. - ordenó. La Habitación quedó prácticamente vacía a excepción de Cancer y el hombre.
Luego él se giró a ella y la miró fijamente.
—No te voy a hacer daño. - empezó él con su voz ronca. —Eres una carnada. Al que de verdad quiero es a tu padre.
—¿Mi padre? -ella frunció el ceño.
Él se inclinó a ella. —Verás, tu padre hizo negocio conmigo y luego, tuvo la estupidez de desaparecer sin decirme nada. Me debe bastante dinero, y no voy a dejar que se salga con la suya.
—¿Cuánto dinero? No entiendo, mi papá es policía.
—Ya te dije suficiente. Ahora.
Él cortó la cuerda que amarraba los pies de ella. Luego se puso detrás de la chica y antes de cortar la de sus manos, se inclinó a su oído.
—Esta casa está rodeada de hombres armados, y no dudarán en poner una bala en tu cabeza si intentas algo. Yo que tú, me portaría bien.
Cancer se estremeció.
Él cortó la cuerda de sus manos y la liberó. Ella quedó sentada en su lugar, asustada.
—Todo este cuarto es para ti. No me gusta tratar a las visitas mal.
Él señaló la puerta. —Tienes un guardia detrás de esa puerta las 24 horas del día. No intentes siquiera abrirla. Tendrás tres comidas al día.
Él caminó a la salida. —Estamos a punto de descubrir cuánto le importas a tu papá.
Y se fue.
Cancer dejó salir un suspiro. No sabía qué hacer.
Se levantó de la mesa e inspeccionó el lugar. Era una habitación grande, sin ventanas, con otra puerta de más que era el baño. Ella se sentó en la cama y lloró lo que quedaba de la noche.
No sabía dónde estaba, no sabía si viviría por más tiempo, no sabía qué le harían, no sabía de su padre o su madre, no sabía qué estaba pasando con exactitud.
***
La puerta fue abierta de golpe, Cancer se encogió en la cama.
El hombre de ayer entró con una bandeja.
—Buenos días querida invitada.
Cancer frunció el ceño.
—No soy una invitada, esto es secuestro y pronto pagarás por eso.
—Veo que ya recuperaste tu valor. - él sonrió de lado. —Sin embargo, podrías ser un poco más amable conmigo, yo te estoy dando todo lo que necesitas. Pero si no te gusta mi método, siempre puedo amarrarte a una silla.
—Que considerado de tu parte.
Ella rodó los ojos. Él dejó la bandeja en la parte de abajo del colchón.
—Ya me contacté con tu padre. Le dije que estabas conmigo y que se apresurara a obtener mi dinero.
Él se giró y nuevamente se fue. Cancer no sabía ni cómo se llamaba él.
