-Aries.
El mencionado estaba avergonzado. Ni siquiera levantó la mirada del suelo.
-Aries. - repitió el señor mayor. -Espero que entiendas por qué estás aquí.
Aries cerró sus ojos con fuerza. Flashbacks viniendole a la mente.
La ira empezando a calentarle la sangre.
-En este juicio decidiré si sigues con vida. De lo contrario, al considerarte una gran amenaza tendré que eliminarte de inmediato. ¿Lo entiendes?
Aries abrió los ojos y lo miró perplejo.
-¿Qué? - susurró.
-¿Lo comprendes, Aries? - el señor se inclinó en el escritorio y lo miró fijamente.
Él miró a todo su alrededor. Muchísima gente tenía sus ojos puestos en él.
Estaba en el centro de la sala. Amarrado, encadenado de las dos manos a una columna de metal. Encerrado en un cubículo transparente. Aislado, arrodillado, y vencido.
Entre los testigos pudo ver a su madre y padre. Él los miró suplicando con la mirada.
-¡¿Quieres cooperar de una buena vez?!
El juez habló tan duro que él se sobresaltó.
-Sí, señor. Comprendo la finalidad del juicio...
Aries murmuró entre dientes.
-Perfecto. Agradezco eso. Determinaremos si de verdad eres un monstruo para la humanidad. Para llegar a una conclusión, escucharé dos propuestas. Comandante, escucharé la suya primero.
Un rubio dio dos pasos al frente.
-Buenas tardes, señor juez. Antes que nada, quiero aclarar que éste chico parece tener un gran potencial. Incluso si no ha completado sus estudios y su entrenamiento. Como comandante de las fuerzas especiales, pido la custodia del joven Aries. Y déjeme explicarle por qué.
El rubio miró al chico encadenado y lo señaló.
-Con su gran potencial, su poder y su chispa podemos crear un soldado estrella, entrenarlo. Usarlo a beneficio de la humanidad. Podemos hacerlo nuestro aliado. Un monstruo solo es un monstruo cuando la gente lo trata como tal.
-¡Solo quieren utilizarlo! ¡Él es una persona! ¡Es mi niño!
El llanto de una mujer interrumpió las palabras del comandante.
-Señora debo pedirle que guarde silencio. O estaremos obligados a sacarla de la sala
El juez la miró con dureza.
Ella se tapó la boca y lloró.
-Señor juez... No es un secreto que mi equipo y yo estamos sumamente capacitados para lidiar con un enemigo. Sea cuál sea. Mi punto es que tenemos la capacidad y el personal para eliminarlo si se vuelve una amenaza para las personas.
-¿Esa es su propuesta? ¿Volverlo un soldado?
-Sí, señor. - el rubio asintió.
-¿Algo más que desee agregar?
-Nada, señor.
El rubio volvió a su puesto sin expresión alguna.
-Señor presidente, escucharé su propuesta ahora.
-Claro señor juez.
Otro hombre se hizo al frente y miró al chico con ojos llenos de furia.
-Como presidente quiero afirmar que éste chico es la amenaza más grande que hemos enfrentado en los últimos años. Les quiero recordar a cada uno presente lo que ocasionó este juicio.