Cancer sentía su piel contra la de él, cálida, sentía como un brazo de Virgo la abrazaba contra su cuerpo. Sentía la otra mano de él recorrer su espalda con lentitud, subía sus dedos hasta su nuca y luego los volvía a bajar, lentamente.
Ella sentía cosquillas, se sentía en paz, se sentía en el paraíso. Tan relajada y descansada.
Ella abrió los ojos tan solo un poco, estaban en el cajón del auto. En la parte de atrás, con el cielo sobre sus cabezas. Ya era de día.
Ella se enderezó rápidamente sobre Virgo. —Espera, ¡ya amaneció!
Ella lo miraba preocupada mientras él, con una sonrisa de lado admiraba a la chica recién levantada, con sus senos al aire y los rayos de luz entre su cabello.
—Te dejé dormir un poco de más. Estabas agotada.
Él murmuró con su voz rasposa. Ella se sonrojó.
—¿Qué hora es?
—Las 8.
—Demonios, mamá nos va a matar.
Él rió, observando cómo ella se levantaba y empezaba a vestirse.
—¡Anda! - ella se rió al verlo tan acostado.
Él cruzó sus brazos bajo su cabeza y se dedicó a verla.
—Vir, hay que ir a casa.
—Claro. - él asintió.
—¡Entonces vístete!
Virgo de mala gana se levantó.
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.Al llegar a casa, Cancer encontró a su madre tomando café en el porche tranquilamente con el periódico en manos.
—Buenos días. ¿Por qué no durmieron en casa?
Ella levantó la mirada del periódico y la clavó en Cancer.
—Hola mamá...
—Nos ganó el sueño y nos dormimos en el lago. - Virgo mencionó con simpleza y luego bostezó. —¿Hay café?
La madre sonrió. —Ya veo, y sí. Acabo de hacer.
—Gracias. Me pondré a trabajar en cuanto desayune, muero de hambre.
Él entró a la casa y su madre alzó una ceja hacia Cancer.
—Can...
—¿Cómo te fue en la cita?-ella la interrumpió nerviosa.
—Muy bien, saldré con él hoy también.
Cancer la miró sorprendida.
—Realmente no pierden tiempo.
Su madre rió. —No es nada serio.
Cancer se encogió de hombros cuando escucharon el motor de un auto. Las dos se giraron para ver a Acuario bajarse de su camioneta.
Cancer se sintió helada, había olvidado por completo ese gran maldito detalle.
—¡Hola, buenos días!
La chica llegó a saludar con una sonrisa.
—¡Buenos días, linda! ¿Y eso que estés por aquí tan temprano?
La madre preguntó.
—Vine a buscar a Virgo, no me contesta desde que vinimos de ver la película. Por cierto, deberían de ir usted y el alcalde. Estaba muy buena.