VALIENTE

CAPÍTULO 34

Tierra santa~ alas de fuego.

CORREGIDO.

Un ruido me despierta. Sin moverme de la cama estoy atenta a cualquier otro sonido.
Escucho la suave respiración de Deamon a mi lado y veo que estamos muy pegados. Él tiene su brazo rodeando mi cintura y su pecho muy cerca de mi espalda.

Escucho pisadas desde lejos. Evitando despertarlo muevo suavemente su brazo. Gruñe bajo pero se mantiene dormido. Me reincorporo en la cama e intento levantarme. La herida no duele tanto pero no la veo bien por la poca luz que hay en la habitación.

Al levantarme camino sin ejercer mucho esfuerzo en la pierna herida, evitando que se me vuelva a abrir. Llego a la ventana y visualizo el exterior sin mover la persiana. Primero no veo nada extraño ni ningún ruido. Cuando me vuelvo para volver a meterme en la cama vuelvo a escuchar pisadas. Al mirar otra vez veo a cinco rogues.

No están del todo convertidos, pero ya algunos tienes más pelo que carne humana. Algunos olfatean el aire y otros visualizan todo. Me aparto de la ventana y la cierro despacio, no quiero llamar su atención. Me aseguro que no pueden verme y me dirijo hacia Daemon.

Despierto rápidamente a Daemon, tenemos problemas, pero parece que él no quiere despertarse. Él es el lobo aquí, y parece no despertarse ni aunque haya rogues tan cerca como están ahora.

Él ruñe en respuesta y me ignora. Lo remuevo con insistencia hasta que por fin abre uno de sus ojos y el otro se lo frota con la mano.

-¿Que quieres Delia? -respondo con la voz ronca de acabar de despertar.

Yo me quedo callada un segundo, tomo una gran respiración y recuerdo que no puedo hacer movimientos bruscos o acabaré con la herida mucha peor.

-Hay... hay... -estoy demasiado nerviosa y no puedo casi articular palabra. Me paso las manos por el pelo y miro hacia todos lados de la habitación.

¿Cinco rogues contra un hombre lobo y una humana con poderes? No vamos a ganar. ¡Son tres más que nosotros ! ¡Y estoy herida! Cosa que debilita un montón mis poderes, tengo mucha menos energía.

Se sienta en la cama y coloca sus brazos en mis hombros. Busca mi mirada.

-Delia tranquilízate. -me habla- ¿Que hay? -pregunta calmado y veo como algunos mechones de su pelo le caen sobre el rostro, está adormilado y tiene la voz ronca, además está completamente despeinado.

-Hay cinco... ¡cinco rogues! -casi grito.

-¿Qué? ¿Donde?

Se está alarmando.

-Fuera... sin nos ven o nos huelen estamos...perdidos. No podremos ganar si luchamos contra ellos en está situación. Daemon no puede acabar con todos ellos y yo ahora mismo soy más un lastre que una ayuda. Estoy asustada, muy asustada.

-Recogeremos todo, sin hacer ruido. Hay que evitar que nos descubran así que no haremos nada que llame lo más mínimo su atención -me dice y yo asiento- No nos va a pasar nada pero hay que marcharse rápido, aquí ya no estamos seguros.

Él se levanta -sólo lleva unos bóxer- y se encamina hacia donde dejo ayer su ropa.

-No podremos salir todavía y yo quiero darme una ducha antes de irnos. Llevamos días sin darnos unas. ¿Puedes mirar si en algún armario hay algo de ropa que pueda servirnos?

Asiento y el se encamina hacia el baño.

Miro por los armarios. Algunos están vacíos pero hay otros donde hay ropa que puede que nos sirva.