Capítulo 1

1.5K 62 8
                                    

Ahí me encontraba yo, escuchando regaños tras regaños de mi jefe.
Para ser sinceros, nada podía mantener contento a Pedro y la verdad no me pagaban lo suficiente como para escuchar a alguien haciendo reclamos por un insignificante café.

-Te lo digo por enésima vez Tina...-  Cabe resaltar que mi nombre es Lena. Pero claro, como es Pedro, no le importaba mucho.

-Lena, Lena es mi nombre señor- Creo que después de esto le dejaría un par de planas para ver si es capaz de memorizar mi nombre.

-No me interrumpas. No te estaba preguntando tu nombre-  Uy, que tipo tan simpático. Si ustedes vieran a Pedro dirían algo como "Que muchacho más tierno. Sí, se ve que es tierno" Pero déjenme decirles que no, Pedro es como un osito relleno de basura.

-Como decía antes de que interrumpieras, te lo he dicho por enésima vez, quiero un capuchino, Ca-pu-chi-no-  la palabra se deslizaba por sus dientes, se le notaba el enojo.
-Y siempre que te digo que quiero un Capuchino, me traes un café con leche- Desde mi punto de vista, ambos saben igual, no?

-Y se lo repito por enésima vez, querido jefe...- le di una sonrisa falsa, porque aquí donde me ven, quería aplastarle la cabeza con la puerta -No venden Capuchino a la hora que usted lo desea, el capuchino lo venden a las diez de la mañana, a las di-ez- fue divertido imitarlo.
Pero bueno, esta diversión tenía su consecuencia.

-No me imites, aparte de que te comportas de una manera tan inmadura no sirves para traer un simple capuchino- Estaba pensando seriamente de que Pedro tenía un pequeño retraso o una leve sordera, porque definitivamente no escuchaba lo que le decía.

-Señor, Café con Leche, Capuchino, es lo mismo, ambos saben a café- nunca pensé tener una discusión sobre cafeína.

-No es lo mismo-

-Entonces ¿cuál es la gran diferencia?

-El capuchino es espumoso, el café con leche simplemente no tiene gracia-  debo dejar mi orgullo y admitir que en eso sí tenía razón, era astuto el chico.

-Bueno. Gracias por aclararme las dudas sobre el café, ahora yo te lo repito, no venden café a la hora que usted lo desea, si lo quiere será después de las diez de la mañana- Esto ya se volvía monótono y aburrido
-Aquí hay una tarjeta de la cafetería, si desea puede llamar, así como tú  resolviste mis dudas, ellos resuelven las que tú tengas-  Me estaba buscando un despido pendejo, pero esto de desafiar al gran señor, me estaba gustando -...debería llamar, tienen un personal muy amable, creo que podrían manejar su temperamento-  Si señores, he aquí, he abierto las puertas directo al infierno, he invocado al diablo.
Sólo se que Pedro me fulmino con la mirada, y después de hacer eso rompió la tarjeta y tiró los trozos al escritorio que se encontraba frente de él.

-Te crees muy astuta conmigo, no?- puedo jurar que Pedro estaba rojo del enojo. Ya era momento de llevar esto a otro nivel, aquí pagaría todos sus malos tratos

-La verdad que sí, ahora entiendo porque sus otros asistentes no duraban ni una semana, y también entiendo porque huían despavoridos y con severos traumas psicológicos- Yeiii, me sentía la jefe, la jefe que echarían en unos segundos.

Antes de que Pedro pudiera pronunciar otra palabra se escuchó una voz ronquita que venía de la puerta de la oficina.

Pedro! ¿Que pasa, perrito?- dijo un joven de sombrero peculiar.
Sabía perfectamente quién era, Juan Pablo Isaza, integrante de la banda Morat. Con sólo verlo me recordaba a mi hermana menor, que solía escucharlos todos los días, con sólo pensar en ella sentí una punzada en mi corazón, y también sentí como las lágrimas pinchaban mis ojos.

-¡Perritooooo!- dijo otra voz con acento rolo. Esa voz me sacó de mis pensamientos. Y eso me hizo dar cuenta de que Juan Pablo Isaza no venía sólo, también venían Juan Pablo Villamil, Y los hermanos Vargas. Simón y Martín.
Un breve resumen sobre ellos, Juan Pablo Isaza, guitarrista de la banda y supongo que amante de los sombreros; Juan Pablo Villamil, toca el banjo; Simón Vargas, toca el bajo a mi parecer, era algo raro, raro o misterioso, y por último Martín Vargas, baterista de la banda.
Mi hermana solía hablar mucho de ellos y se la pasaba cantando sus canciones.
Bueno, tendría la anécdota de que conocí a una banda antes de que me despidiera.

-Hola chicos, me tardó un segundo, esperen- Lo sentía, lo presentía, el despido venía hacia a mi, y también se le notaba la malicia en su cara.

-Tina, estas despedida, vete de aquí- Que gentil, ojala le sigan trayendo café con leche.
-¿No hay alguna carta de recomendación?- Dije de manera irónica y pude notar que Simón soltaba unas pequeñas risitas, vaya, no era tan misterioso después de todo.

- Dije que te fueras- No me iba a ir hasta tener mi carta de recomendación, bueno, realmente no la necesitaba sólo quería sacar de quicio a Pedro. Pero en mi plan de molestar a Pedro, Simón pronunció algunas palabras.

-Sigan, es divertido verlos discutir-
-No ayudas mucho, la verdad- le replique.
-No hay nada que ayudar, ya te despidieron- que gran maldito
-Te lo digo otra vez Tina, vete de aqui- No iba a discutir más, así que decidí dar unos cuantos pasos hacia la puerta de la oficina, pero al momento de llegar a la puerta decidí dar media vuelta y mirar dónde se encontraba Pedro.

-Pedro, mi nombre es Lena- en este momento me reía para mis adentros.

-¡SAL DE AQUÍ!- gritó Pedro
Y yo como una gentil dama decidí hacer esta escena aún más dramática, así que cerré la puerta con todas las fuerzas que tenía. El golpe fue estruendoso, lo cual me hizo sentir orgullosa.
Y no me arrepiento de cada segundo.

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora