Capítulo 24

604 47 12
                                    

La puerta que se encontraba al frente sonó y Simón pegó un grito desde su habitación.
—¡Lena, abre la puerta!

—¡Se dice por favor!— me levanté de mala gana del sofá y dirigí una mirada fulminante hacia la puerta de la habitación de Simón.
Di un par de pasos hacia la puerta principal, pero tenía un mal presentimiento, sabía que era la chica que esperaba Simón, pero aún así sentía algo más...como si todo se fuera a descontrolar.

Quería vomitar.

La puerta sonó otra vez.
¡Lena, mierda, abre la puerta!
Tomé la fuerza de voluntad y giré la perilla.
Mi presión terminó por el núcleo de la tierra, no podía creer lo que estaban viendo mis ojos, simplemente no podía procesar esto.
Una chica de un metro setenta y de ojos color avellana, se encontraba ahí tan relajada, sin inmutarse ante mi presencia.
¿Lena?— una voz que llegó de atrás y me sacó de mi tal asombro.
Simón dio una mirada a la muchacha que se encontraba frente mío.
—Tamara, hola ¿Cómo estas? Pasa.— dijo Simón
Di un par de pasos hacia atras para darle paso a Tamara, quería llorar, quería matarla, quería todo, pero aún así no era capaz de nada.
Lena, mira ella es Tama...
—Mejor ahorrate las presentaciones, se quien es— mi tono era frío.
Lena no seas grosera.
—No estoy siendo grosera, la trato como se lo merece— mi mirada se centraba en Tamara, en mi imaginación ya le había sacado los ojos.
¿Tamara acaso la conoces?— la mirada confusa de Simón se dirigió hacia la mirada inocente y asustada de Tamara.
N..no— tartamudeó.
Y mi sangre pasó a arder ¿Qué no me conocía la bastarda?
Mis manos se volvieron en puños, de aquí no me iba a ir sin decirle un par de cosas.
Eres una maldita cínica.— dije colocando mi dedo índice en su pecho.
¡Lena!— Simón alzó su voz, estaba enojado, pero me valía culo.

No sé de que me hablas— Tamara me enfrentó.

—¿No sabes?— cruce mis brazos —¿No sabes que vaciaste todo mi apartamento? ¿No sabes? maldita sea.

Lena, l..lo siento, estaba desesperada, llena de deudas y no sabía que hacer.

—Claro y tu primera opción fue robarme todo, dejarme ahí sin nada más, que grande eres Tamara.

Pude notar que Simón dirigía su mirada de Tamara hacia mi.
Dime ¿Cuanto te dieron por mi piano? Sabías lo importante que era para mi.

—Lena...Lo siento, estoy muy arrepentida.

—No te creo nada de tu arrepentimiento.

—Lena es enserio...lo siento.

—Una mierda.
—Lena, no seas así, se está disculpando— mi mirada asombrada se dirigió al chico de gafas, por favor que no haya dicho eso.

¿Crees que es así de sencillo? Dime Simón ¿De la noche a la mañana voy a tratarla como mi mejor amiga?— lo confronté.

Su arrepentimiento es sincero, se le nota en su mirada— no se notaba nada, sabía que a Tamara no le importaba esta situación.

¿La estás defendiendo?— mi voz salió entrecortada.

Me parece estúpida tu actitud, Tamara se está disculpando, además ya pasó eso, ya estás en una situación económica mejor.— lágrimas querían salir, pero aún así no me iba a mostrar débil ante este imbécil.

Genial, ya pasó, lo siento Tamara, la que se tiene que disculpar aquí soy yo.— hice una pausa —según Simón es así.

—Lena, no estoy diciendo eso.— el fastidio en la voz de Simón era notorio.
Claro que los estas diciendo Vargas, y tu— dirigí mi mirada a Tamara —¿Qué más quieres? Primero me robas todo y ahora quieres robarte a Simón.

—¿Qué dijiste?— Simón se quedó confundido.

Dije que ahora quieres robarte mi habitación.— debo mantener mi dignidad, aparte no le quería subir el ego.
No, no, dijiste Simón— el tipo que tenía frente me señalaba con su dedo.

Dije habitación y no cambies de tema.

—Lena...— dijo la bastarda que tenía al frente.

Cállate.

—¡Basta!— Simón gritó —¡Basta Lena!— No podía creer lo que estaba escuchando.

—¿Yo? ¿Es enserio?— dije

—Te comportas como niña, ella se disculpó, tu ya estás en una situación económica mejor — hizo una pequeña pausa— es suficiente tu mal comportamiento.

Lágrimas quería brotar de mis ojos, sabía que mi comportamiento no era el mejor, pero aún así ella se lo merecía.

Simón ¿Sabes? Tienes toda la razón, me comporto de una manera infantil, claro, no tengo derecho a comportarme así cuando ella me robó todo— me dirigí a donde se encontraba mi pequeño bolso. —Si me disculpan, me iré a donde no haya una rata asquerosa y también un incomprensible e imbécil.

—¡LENA!— el grito de Simón retumbó en toda la casa.

¡A MI NO ME GRITAS!— harta me tenía con su actitud de mierda— Espero que disfruten su velada y una cosita más, cuida tus cosas Simón, no vaya a ser que te las roben.

El estruendo de la puerta fue estremecedor, lágrimas bajaban por mis mejillas, sólo quería que me consolaran.

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora