Capitulo 30

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La noche siguiente la actitud de Simón no había mejorado en nada, su resistencia ante el alto y delgado Carlos era increíble, se que no le agradaba la idea de que me fuera, pero al fin y al cabo esto empezó como un periodo de prueba que con el tiempo se volvió dañino para ambas partes.
Mira Simón, Carlos ya tiene experiencia trabajando con otras personas, creo que podría llevarse bien contigo— dije aparentando mi mandíbula, un dolor de cabeza se estaba asomando detrás de mis ojos.—¿Simón?

El idiota ni siquiera levantó su vista del teléfono, era lidiar con un niño pequeño, uno malhumorado, quería lanzarle una almohada, necesitaba hacerlo, pero dudo que se vea bien ante la presencia de Carlos.

—¿Simón?
Me miró por encima de sus lentes
—¿Qué?
La puerta sonó, para fortuna de él.
—Déjenme atender, mientras ustedes hablan— me levanté del sofá y me dirigí a la puerta, pero antes de abrir, Isaza y Martín entraron disparados a la casa.

—Lena, holaaaa— el saludo de Martín fue efusivo.
Hola Lena— Isaza me saludó —Perrito ¿Mario o miedo?
—Sin miedo al éxito pri— ambos se dirigieron  a los pequeños puff que se encontraban al lado del sofá, le dieron un breve vistazo al pobre Carlos.

Esto no iba a salir bien.

Juan Pablo entró junto con Laura y Andrea, no entendía lo que estaba pasando.
—Hola Lena— todos me saludaron al unísono.
—Hola chicos— mi expresión era de total confusión.
—¿Estas emocionada por la cena de hoy?— ¿Cena? No tenía cena preparada para hoy...pero al parecer Simón sí.
—No tienes ni idea de lo que pasa ¿Verdad?— negué con la cabeza ante la pregunta de Juan Pablo. La sangre hervia, en cualquier momento le arrancaria la cabeza a Simón.
—¿Qué pasa? Lo único que se es que en este preciso momento estábamos entrevistando a mi reemplazo— dije.

—Martín se lo va a comer vivo— dijo Laura —Tenemos que salvar al pobre hombre de esos locos.

Bueno, Carlos es tu nombre, ¿No?— dicho y hecho, Martín decidió hacerle la vida imposible a Carlos.

La manzana de Adán de Carlos bajó con dificultad —Si lo es.

Las tres mujeres salimos corriendo hacia el sofá donde se encontraban.
—Carlos, ¿te gusta el metal revienta oídos? ¿También los pactos con Satanás?— Dios mío.

—Me gusta más la música clásica— hizo una pequeña pausa, con su expresión desconcertada —¿Pactos con Satanás?

—Si, verás, Simón le gusta hacer rituales con sus compañeros de sobriedad— Simón resopló en una carcajada.

—Basta Martín, eso es mentira, no le creas Carlos— traté de mantener una sonrisa falsa.

—Lena también sale con Simón ¿Estarías dispuesto a hacer eso?— dijo Martín.
Es suficiente Martín— mi tono era enojado.

—Eso no es todo, Simón y Lena practican algo así como terapias de abrazos, creo que el siguiente paso sería dormir con el todas las noches para practicar técnicas de acurrucamiento ¿No tendrás problema con eso, Carlos?

Carlos miro a su alrededor en confusión.

—Simón— llame la atención de todos
—Charla en la cocina. Ahora.
—Como digas, Lena.— su rostro era tranquilo.
—Martín, dices algo más y te disparo.
—Dios Lena, la violencia no es la solución, ¡Carlos trata de controlarla!
—¿No estabas jugando Mario, cariño?— Laura intervino y le recordó su labor con el juego.
Cierto Uru, vamos a jugar— se sentaron junto a Isaza —¡PRIII, ¿COMO SE DEJA CAER ASI?—dijo señalando la pantalla del televisor.

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora