Capítulo 6

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TRES SEMANAS DESPUÉS.

La puerta de la habitación se estremeció cuando algo fue tirado hacia ella. En el interior las voces aumentaron sus tono, pero aún así era imposible descifrar de lo que estaban hablando.

Debí irme hace días, este trabajo no encajaba conmigo, sí, ganaba mucho dinero, pero a veces no aguantaba.
Debí irme con Mara el día de la fiesta, no con Simón.

Ay Diosito, en que me metí.

-Hey- Andrea vago hacia mi, con sus vaqueros y una camisa que se ajustaba bien a su torso. Su pelo castaño se hallaba recogido en una cola de caballo muy linda.

-Hola.

-Isaza está hablando con él.

-Correcto.

-Martín esta bien, Laura ya nos dijo que no fue nada grave.- Gracias a Dios el accidente no pasó a mayores, pero todavía no entiendo porque Simón actúa de esa manera un poco violenta, al parecer creo que tiró todos sus libros.

Si señores, seré yo quien tendrá que ordenarlos.

-Te preguntas porqué actúa de esa manera, ¿verdad?

-¿Lees mentes?

-Lo intento- Andrea soltó unas pequeñas risitas -aunque no lo demuestre, Simón quiere mucho a Martín y pues le duele que le pase algo malo y que el no lo pueda proteger.

-Pero el no tiene la culpa del accidente- replique.

-Sabemos que no tiene la culpa, pero el es así.

-Creo que debería entrar- mire donde se encontraba la puerta de la habitación.

-¿Estas segura? No puedes cuidarlo todo el tiempo.

-Me pagan por intentarlo- me encongi de hombros -Que Dios me ayude.

En cualquier caso mi trabajo es tratar con Simón. Le di a Andrea una sonrisa de disculpa y agarre la manija de la puerta.
Lentamente, con calma, abrí la puerta. Otro libro se estrelló contra la pared a un metro de mi cara.

Bebé Jesús ¿que era eso? ¿una Biblia?
Me quedé perpleja mirando el libro gordo que se encontraba en el piso.

-Lena- gritó Simón -¡Lárgate de aquí!-

-Llegas a lanzar otro jodido libro y soy capaz de botar tu biblioteca entera por la ventana- lo fulminé con la mirada.

El frunció el ceño.

Me burlé.

-¿Te encuentras bien?- me preguntó Isaza.

-Esta bien. Gracias.

Miré toda la habitación y estaban todos los libros tirados, ay, me llevaría un día organizar todo esto.

-Yo me encargó de esto- le di una sonrisa falsa a Isaza

-¿Segura?

-Absolutamente, nos vemos en el hospital.

-Cualquier cosa gritas, ya sabes-

-Me contrataron para lidiar con él, vamos a estar bien, no te preocupes- le dije, cerrando la puerta en las caras preocupadas de Andrea e Isaza.

-¿Que pasa?- me detuve frente a Simón.

-Vete, quiero estar solo.

-No creo que eso sea buena idea.

Gruñó

-¿No crees que es algo exagerado volver mierda tu habitación?

-Cierra la boca.

Suspiré.

Tal vez seguirlo molestando no era buena idea, seguía bastante enojado.

-Simón, nos vamos pronto, ya todos se encuentran en el hospital, necesitamos ver como está tu hermano.

-Necesito algo- dijo

-¡No!

-Lena, por favor, no puedo calmarme

-Si puedes calmarte

-Sola dame un trago o un cigarro- gritó

-No voy a hacer eso, Simón.

Yo pago tu maldito salario!

-¿Me crees estúpida? Trabajaste mucho para dejar esa ansiedad por fumar o beber, simplemente no te voy a dar nada- dije

-Por favor Lena- suplicó

-Mira Simón, no creo que destrozar tu habitación, fumar o beber retroceda lo que le sucedió a Martín, el ya está bien, lo mejor es ir a visitarlo para preguntar si necesita algo- Mi voz tembló, pero no di marcha atrás.

Simón no respondió.

-Ponte este hoodie, ese ya está muy sucio- le pase el hoodie rosa que estaba recién lavado.

-Todo esto es mi culpa, debí llevarlo a casa cuando me lo pidió- Su voz sonada apagada

-No es tu culpa, estabas ocupado, no sabías que iba a ocurrir el accidente- que hipócrita soy, no podía hablar de este tema con el, cuando yo llevaba una culpa en mi espalda -Aparte Andrea me dijo que ya se encuentra bien-

-No tienes ni la maldita idea de como me siento- gruñó.

Esas palabras se sentían tan dolorosas, el frío recorrió mi espina dorsal, lágrimas pincharon mis ojos, traté de apartar los recuerdos de ese día donde perdí a mi hermana, pero fue imposible, con el pasar de los días se hacía más claros.
Parpadee para eliminar las lágrimas, pero no funcionó.
Simón se me quedo mirando, sabía que su mirada mostraba preocupación.

-Lena, maldita sea, no quise...-

Lo interrumpí -Sólo ponte el hoodie, te espero en el auto.

-Pero Lena...- en sus ojos se veía la angustia.

-Solamente te espero en el auto, iremos al hospital y esta conversación muere aquí.

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora