Capítulo 11

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Simón:

Llevábamos varias horas en el hospital, Lena había salido de la habitación, supongo que se encontraba por allá en la sala de espera o algo así.
Yo mientras estaba recostado en el sofá hablando con Martín de varios detalles del accidente.

-O sea, que el tipo no te vio...

-Pues el dice que no, pero quien sabe.

-Ese man debe tener miopía severa- mi tono era enojado, o sea que llevaba las luces encendidas y aún así no vio a Martín, se me hacia un poco imposible de creer.

-No creo que seas el indicado para hablar de miopía.

-¿Dónde queda el respeto por los hermanos mayores?- me burlé.

Me levanté para estirarme un poco, andaba algo tenso y la pregunta de Martín me sacó de mi estiramiento.

-¿Qué pasa con Lena?- Ya no más, por favor.

Miré hacia el techo buscando alguna ayuda divina y rogando que esta conversación no siguiera.

Así que ignore la pregunta y seguí estirandome, cuando una almohada cayó en mi cara.

-¡Hey!- grité en dirección a Martín.

-A mi nadie me ignora, responde la pregunta.

-¿Pasar de que? Es mi asistente, nada más.- espero haber sonado convincente, porque era la pura verdad.
Aunque Martín tenía una mirada de sospecha, sentí que podía leer mi alma.

-Nunca te había visto tan atento con otro chica- maldita sea, sólo la había llevado al auto, Lena básicamente estaba muerta de sueño. Ese día había sido agitado para todos, sobre todo para ella, que llevó la carga de mi rabia y el show de los libros voladores.

-Sólo la lleve al auto, ¿acaso tu la ibas a llevar? - No hubo respuesta por parte de Martín, así que me reí, fue cruel de mi parte, pero bueno, logre cerrar su boca.

-Hablando de Lena- Villa entró a la habitación - Simón, deberías llevarla a casa.

-¿Por qué?

-Se ve algo pálida y ojerosa.

Salí de la habitación y me fui a donde se encontraba Lena.
Y dicho, su piel era más blanca de lo normal, un blanquecino enfermo.
Lo que faltaba.

Me senté a su lado.

-Lena, ¿estas bien?- palabras que pensé que nunca saldrían de mi boca.
No sabía que estaba ocurriendo conmigo últimamente.

-Quiero irme- su voz salió casi en un susurro.

-¿No quieres que te atiendan?

Negó con su cabeza, terca tenía que ser. Pero bueno voy a respetar su decisión.

*   *    *   *    *   *    *    *   *   *    *   *
El viaje a casa fue silencioso, pero no era el típico silencio incómodo, era distinto, no sé como explicarlo. Cuando íbamos por el camino le di algunas miradas a Lena, se encontraba recostada a la ventana y con sus cortas piernas apretadas a su pecho.

Nos adentramos a la casa y lo primero que hizo Lena fue correr hacia el baño.

-¡Lena!- la seguí

Se desplomó al frente de la taza y comenzó a vomitar hasta sus entrañas.
No debí llevarla a ese restaurante.
Mientras ella seguía en sus asuntos, me arrodille al lado de ella y aparte el cabello que se pegaba a su rostro.

Cuando terminó se recosto en mi hombro y cerró su ojos.
La dejé recostar, podría ser una mierda, pero tampoco tanto.

-Vamos- la ayude a levantarse, sus piernas aún temblaban.

Fuimos a la sala y Lena se recosto en la esquina del sofá.

Me quedé en la mitad de la sala observandola.

-¿Quieres agua?- su expresión fue de total sorpresa, y no la iba a juzgar por ello, estos tratos no eran típicos de mi.

-Sí, creo que eso estaría bien.

Fui a la cocina y llene un vaso con agua, camine de nuevo hasta la sala y le entregue el agua.

-Lo siento, no debí llevarte a almorzar ahí- mire a todos lados, pero nunca mantuve la mirada fija en Lena.

-No te preocupes, ya me siento mejor.

-Es mejor que vayas a descansar, es suficiente por hoy.

Lena solamente asintió y se dirigió a su habitación.

Cristo,  no podía acercarme más a ella solamente debía mantenerme a una distancia profesional, no quería hacerle daño.

Pero yo era experto en hacerle eso a las personas.

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora