Capítulo 28

642 52 8
                                    

Simón:

—¿Qué quieres Tamara?— mi voz salió de desagrado.

Cariño ¿Por qué tienes la camisa al revés?— le di un breve vistazo a la camisa que llevaba y efectivamente, estaba al revés.

—Es una nueva moda ¿Sabes? La pijamas de patos y colocarse la camisa al revés son el último grito de la moda.

Claro, también debemos contar los calcetines de patos— la voz salió de Lena, que todavía se encontraba sobre el mesón.

¡Lena! Querida, no sabía que estabas aquí.— se notaba que en su voz buscaba que esto se descontrolara.

No me llames querida— su tono era frío.

Vine a hablar con Simón, para repetir lo de anoche o continuar...— En este punto para serles sinceros no se de que hablaba Tamara, me acordaba de lo que ocurrió con Lena, más no me acordaba de lo que ocurrió antes de eso, se que fui a tomar, un trago tras el otro hasta que quede cansado y tumbado por el alcohol, es que ni recuerdo como llegué a casa.

¿Repetir la borrachera que le hiciste pasar?— Lena ya se encontraba a mi lado, esto definitivamente no iba a salir bien.

Nada bien.

—No sólo la borrachera, después de eso ocurrió cosas increíbles— Qué. No recuerdo nada, todo en mi cabeza se encontraba nublado, solo se repetía la escena con Lena una y otra vez.

¿Que clase de cosas?— espetó

Tamara ya te vas— desesperación recorría mi cuerpo, la desesperación por lo que iba a decir, porque sabía que esto no se iba a dirigir a algo bueno y también la desesperación porque no recordaba nada.
Déjala ¿Acaso tienes algo que no hayas dicho?— su mirada fría y calculadora me hacía temblar.

No— mi respuesta fue clara y contundente, aunque sabemos que ese "No" es incierto.

Pues verás, ya sabes, un par de copas, después botón tras botón, prenda tras prenda y creo que con eso queda claro— en Tamara se dibujaba una sonrisa maliciosa.
Mientras que el rostro de Lena se puso pálido, ojos vidriosos y labios secos por la sorpresa.
Y yo, pues yo andaba como un imbécil, con mi mandíbula en el piso por la sorpresa.
—Vete Tamara.

—Pero venía por ti.

—¡QUE TE VAYAS!
La puerta sonó muy fuerte y silencio lleno la habitación.
Lena...— en mi se dibujaba una mirada de súplica ¿Qué le iba a decir? Ni yo recordaba nada.
No me hables— su voz entrecortada y ojos vidriosos me partían el corazón, yo no quería hacerle más daño.
Se dirigió a su habitación y comenzó a sacar su ropa del closet.
—Lena, maldita sea escuchame.— tome su muñeca para poder detenerla y calamarla.
—¡¿Qué quieres que escuche, Simón?! ¿Que no te acuerdas de nada? ¿Qué incluso no te acuerdas de lo que me dijiste anoche?— coloqué mis manos en sus mejillas, apartando cualquier rastro de lágrimas.
Lena, te lo juro, recuerdo cada palabra que te dije, recuerdo el beso, lo que te prometí, pero no recuerdo lo que pasó cuando salí con Tamara, ni recuerdo como llegué a casa— su risa tenía falsedad y tristeza.
¿Quieres que te crea esto?

—¿Prefieres creerle a Tamara?

—Ahora ya sabes lo que se siente, así me sentía yo cuando defendiste a Tamara.— su voz salía quebrada, no pensé que le hice tanto daño, yo nunca pienso una mierda.
—Lena, discúlpame, enserio no me acuerdo de nada, no quiero hacerte daño, quiero recordar pero no puedo— mis manos ya se encontraban en mi pecho, suplicando por mi ser.
Siempre me haces daño, nunca sabes nada, yo ya no confío en tu palabrerío, esto no es sano, ni para mi, ni para ti.— dijo enojada, mientras tiraba con fuerza su ropa sobre la cama.

Lena deja de empacar— la tomé por los brazos para que no continuara.

¡Sueltame!— su rostro lleno de decepción y tristeza.

No me dejes Lena, perdóname, enserio.— un dolor comenzó en mi pecho, era peor a que te clavaran una estaca.
—Despideme Simón.
No hubo respuesta por mi parte, solo la miraba perplejo, no podía hacer eso, pero a la vez no quería que sufriera más y si eso significaba alejarla de mi, lo haría.
—¡DESPIDEME!— no respondí.

Con lágrimas en los ojos vi como Lena salió de la habitación llevando sus cosas y a la vez mi corazón.

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora