Capítulo 31

624 53 7
                                    


Simón:

Me encontraba aferrado a ella, se durmió,  Pero no la soltaría, no quiero volver a soltarla.
Sus respiraciones eran lentas, y los latidos de su corazón eran un tambor que iba al compás con el mío, en mi cabeza sólo me repetía las palabras de mi hermano -va a estar bien- y mientras me convencía sólo rogaba.
A Dios
Al cielo
A quien me escuchara
De que la ambulancia apareciera.

Las lágrimas no cesaban, y el cansancio me estaba llevando poco a poco, hasta que a través de mis ojos llorosos, veo las luces rojas y azules girando y reflejandose en el pavimento.
La ambulancia.

Seguía sujetando su mano, no la iba a soltar sin importar qué. Los paramedicos salieron de la ambulancia y sacaron la camilla lo más rápido que podían, pero ante mis ojos todo pasaba en cámara lenta. No entiendo por qué se tardaron tanto, si algo le pasa a Lena les voy a romper la cara.

Subieron a Lena en la camilla y la subieron a la ambulancia, fui tras de ella con la intención de ir con ella, pero cuando estaba a punto de entrar uno de los paramedicos me detuvo.

¿Quién es usted para la joven? — me preguntó inspeccionandome con su mirada. No sabía explicar qué era para Lena, pero se que sí entendía mi desesperación me dejaría ir con ella.

— yo, emm, verá.. — seque las lágrimas que salian involuntariamente de mis ojos y me pase las manos por el cabello. — soy su novio. — tal vez no lo era pero la amaba como si lo fuéramos, en parte es cierto.

El hombre se quedó viéndome unos segundos.

Entre, por favor. —me hizo seguir y en lo que entré volví a tomar la mano de Lena con desesperación.

En segundos nos encontrábamos en la ambulancia, y su piel ya se encontraba pinchada con agujas, me dolía verla así, no quería verla así, pero necesitaba controlarme.

Los paramédicos hablaban entre sí, no entendía nada, mi cabeza no daba para procesar, sólo alcance a escuchar que fracturas, un par de costillas rotas, hematomas por su cuerpo y el golpe en la cabeza que sufrió al caer.
El dolor y la rabia me consumía, mi mirada se hallaba perdida y mi mente mucho más, sólo pensaba en que Lena estaría bien y que mi padre se iba a arrepentir por lo que hizo.

—Nos puede dar datos de la paciente?— la voz de uno de los paramédicos me sacó de mis pensamientos.
—¿Qué tipo de datos?—respondí un poco confundido.
Nombre completo, edad, tipo de sangre o algo más— me quedo perplejo antes las preguntas, no sabía nada, no conocía a Lena, no sabía ni su nombre completo, las lágrimas otra vez subían a mis ojos, me sentía el idiota más grande de todos al darme cuenta que sólo me encargaba de hacerle la vida imposible a Lena y no me encargaba de conocerla más.

La he lastimado mucho.

Sentí una mano en mi hombro —No te preocupes, estas consternado, pero al menos su primer nombre— el hombre paramédico me miraba con compasión.
—Lena— logré balbucear.
—Ok, no te preocupes, estará bien, ella es fuerte.

Estará bien, todos me decían eso pero yo sólo quería que esto no hubiera pasado.

                           ***********

El camino al hospital fue más allá que eterno, el tráfico estaba insoportable y en lo único que me concentraba en el camino era en que Lena respirara, me fijaba en su estómago que subía y bajaba lentamente.

Entramos rápidamente al hospital, el olor a alcohol, agujas y medicamento lleno mi nariz y lo odiaba.
—¿Qué tenemos?— preguntó la primera doctora que se acercó.
—Chica de aproximadamente 22 años, su nombre es Lena, se encontraba en el suelo e inconciente cuando llegamos, ritmo cardíaco de 45, respiración débil fracturas en las dos costillas inferiores izquierdas, fractura de húmero de brazo derecho...— no aguantaba, hablaban sin parar, veía todo el daño que tenía Lena, la quería sana de una buena vez por todas.

—Ok, vamos a trauma— los seguí, desesperado, tomando su mano sin quieres soltarla, no la quería soltar, pero en un segundo una mano en mi pecho me detuvo.
—No puedes ingresar, debes quedarte afuera— la doctora me advirtió.
No ¡deben dejarme entrar!— mi mano seguía unida a la de Lena, estaba temblando, las lágrimas no cesaban, me sentía agotado.
—Le pedimos que nos colabore, va a estar bien, sólo...
—¡NO! ¡DEBO ESTAR CON ELLA, NO PIENSO DEJARLA SOLA!— mis gritos eran desgarradores
¡Joven! Necesito que se tranquilice y se retire— la voz de la doctora era fría.
—Doctora, el pulso esta bajando— y el pulso que bajó de repente fue el mío, solté la mano de Lena y se la llevaron rápidamente, sentí el frío y el vacío del hospital, tenía ganas de vomitar, mis piernas temblantes no aguantaba y me desplomé en el piso, mis rodillas chocaron contra el suelo, mis manos también temblaban y mi mente se encontraba muy lejos de asimilarlo.

—Moncho— una mano tocó mi hombro, no le preste atención al contacto de Martín, mi mirada seguía perdida en el pasillo. —Va a estar bien Simón, vamos levantante— Martín trató de levantarme, pero no quería, no podía, estaba demasiado cansado. —Simón...— el tono de Martín era compasivo.
—No Martín, no— me aferre a el, quería un abrazo de mi hermano, quería tenerlo en este momento, lo necesitaba —Es mi culpa Martín— sollozé —Está muy lastimada, yo la he lastimado mucho Martín— mi voz salía entrecortada.

Simón, vamos necesitas calmarte, ella se recuperará es muy fuerte y no es tu culpa que esto haya ocurrido— seguía aferrado a él, el cansancio y el malestar me llevaba. —Pero vamos necesitas reponerte, vas a terminar enfermo y deshidratado— los brazos de Martín estaban envueltos alrededor mío —Villa, llame a alguien— dirigió su mirada hacia arriba —Simón no está bien, esta débil— y en ello tenía razón — e Isaza llama a mamá, y consigue datos de Lena por favor.

En cuestión de segundos llegó una camilla a mi lado, me subieron a ella y al momento de estar en esa camillas mis ojos cansados se cerraron y vi negro.

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora