Capítulo 32

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Simón:

—¡Lena!— mi respiración era agitada, me desperté de golpe y la luz de la habitación del hospital me hizo sentir mareado.
Miré a mi alrededor y no vi rastro de nadie, me encontraba sólo, con una intravenosa que ardía en mi mano.

Detesto esto, me lleva a la mina situación que vivimos hace un par de años.

Traté de levantarme de la cama, un poco mareado pero una voz que venía de la puerta me detuvo.
¿A donde vas?— la voz de compasión de mi mamá llenaba la habitación.
—¿Lena?— mi voz salía en un susurro.
—Esta bien cariño, sólo sigue inconsciente, la doctora dice que pronto despertará— mamá se sentó a mi lado y acarició mi rostro —¿Estas bien?— esa pregunta desgarró mi corazón.
—No— sollozé, no estaba bien, estaba harto de que papá nos hiciera la vida imposible, sólo quería acabar todo este dolor y culpa —Van tres veces mamá— lloraba mientras me aferraba a ella —Tres veces que nos hace esto, y las tres no supe como detenerlo, te dañó a ti, a mi y ahora a Lena— mientras hablaba con ella, los círculos que hacia en mi espalda me tranquilizaba.
Lo sé cariño— lágrimas caían por sus ojos —Pero tú no eres culpable de ello, me duele tu dolor, no sé como ayudarte  para que tu corazón sane.
—Sólo quiero a Lena conmigo, quiero que mi padre pague, eso calmaria un poco mi dolor.
—Pero no lo eliminaría del todo— las palabras de mamá era fuertes y contundentes y tenía razón, necesitaba ayuda, durante mucho tiempo había sentido rencor hacia mi padre, y la culpa que el me había sembrado me carcomia junto con la rabia.
Y yo ya no quería eso.
Por sentir todo eso lastimaba a personas importantes sin darme cuenta.
A mi hermano
Mi mamá.
Y a Lena.
Solamente asenti y seque mis lágrimas
—¿Puedo ver a Lena?
—Primero descansa, necesitas reponerte— mamá posó un beso en mi frente y se retiró de la habitación.

La amaba muchísimo.

                        *************

—Bueno, te haré unos últimos exámenes y te podrás ir ¿Entendido?— la joven enfermera preparaba para pincharme.
Se nota que quiere llorar— Martín se burlaba desde el pequeño sillón que había en la habitación.
—¿A quien sostenían tres enfermeras cuando era hora de vacunas?— la chica que pasaba el algodón por mi piel, soltó una pequeña carcajada.
¡Eso es una mentira!— Martín dijo señalandome, estuvo toda la mañana acompañandome tratando de distraerme de todo esto.
—Ya, ya quedaste en...— un breve ardor y dolor en mi brazo me hizo saltar —¡Auch!

—El que quedó en ridículo fue otro, llorón— lo detestaba en este instante.
—Listo, ya te puedes ir— la enfermera salió de la habitación y nos quedamos con Martín mirándonos.
—¿Y ahora?— pregunté.
— y ahora irás a ver a Lena— mi sangre se volvió fría, pero quería verla.
—¿Ya está despierta?
—No lo sé.
—¿Contactaron a la mamá?— con mi gran deshidratada y cansancio extremo no pude ayudar
—Mara la llamó, pero realmente creo que no ha aparecido— ¿En enserio? Ni aunque si hija se encuentre herida es capaz de estar a su lado, la rabia subía por mi venas no entiendo como puede ser así.

Después de la conversación nos dirigimos a la habitación de Lena, entre y la pude notar dormida, con un par de vendas, yeso y cables, me senté a su lado y pase mis dedos por su mejilla, su piel estaba pálida y sus labios resecos.
—Odio verte así— lágrimas querían salir, pero las aparte, debía ser fuerte —Se que despertarás, no dudo lo fuerte que eres, Perdóname— tome su mano y la uní con la mía —Esto no hubiera pasado sino fuera por mi, por mi actitud de imbécil, Lena no sabes cuanto te amo, no quiero verte sufrir ni lastimada,  si es posible me alejo de ti para que esto no ocurra, sólo quiero verte bien.

—¿Quien eres tú?— una voz femenina venía de la puerta, me giré para ver su rostro, mismos pómulos al igual que sus labios y nariz, cabello del mismo tono.

La mamá de Lena.

—Tu eres el responsable de todo esto ¿No?
—N-no— tratamudee, me quedé perplejo ante la mujer frente mío el parecido era increíble, no salía palabra de mi
—Vete, eres el causante de todo esto, mi niña no estaría lastimada sino fuera por tu culpa— mi boca se volvió una perfecta O, ella no podría hablar de lastimar a Lena, simplemente no. —¡Que te vayas! ¿No entiendes?

—No, él no tiene la culpa.— la voz de Lena...

Yo contigo, tú conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora