Daniel estaba afuera del psiquiátrico, dentro del coche del chofer porque había empezado a llover. Traía los auriculares puestos, cómodamente sentado en el asiento trasero mientras esperaba que dieran las tres de la tarde en el reloj de su celular -Gracias por traerme, Señor Lance- Dijo, bajándose del coche y sacando su paraguas para evitar que se mojara su bonito suéter verde oscuro. Caminó un par de metros para poder entrar al edificio blanco que tenía enfrente. Era agradable ahí dentro, había calefacción y olía lindo. La recepcionista lo volteó a ver con una dulce sonrisa en los labios, hecha por la monotonía y la cotidianeidad de su buen humor -Hola, buenas tardes- Saludó ella amablemente mientras veía a ese chico acercarse tímidamente -Hola, ehm... me he mudado aquí hace unas semanas y mi psiquiatría trasfirió mi expediente con otro especialista que tuvo un caso similar al mío para poder seguir mi tratamiento- La voz de Daniel era apacible y pausada mientras sus dedos tocaban un piano imaginario en el escritorio de la recepcionista -¿Podría darme su nombre, por favor?-
-Daniel Walters-
-Oh, ya veo...- La chica miró detenidamente el monitor -Johan Tucker, segundo piso - Dijo, mientras que Daniel se adentraba en el pasillo, escuchando ese nombre repetirse un par de veces más en su cabeza. Johan Tucker lo había tratado cuatro semanas antes de mudarse a Oregón a través de video llamadas mientras seguía en Phoenix. No recordaba eso hasta ese momento. Caminó todo el pasillo, mirando las paredes blancas que caminaban junto a él. Las puertas se confundirían si no fuera por el marco gris que tenían alrededor. Iba leyendo las placas de los nombres de los especialistas hasta que encontró el pequeño trozo de metal plateado que señalaba donde se escondía su psiquiatra. Dio tres toques, y un hombre de unos veintiséis años de tez morena y ojos miel le abrió la puerta -Adelante, Daniel- El hombre lo recibió amablemente dentro de su pequeño consultorio, decorado por un par de búhos que estaban en el librero que sostenía muchos escritos. Unos de inteligencia emocional, manuales de trastornos y unos cuantos de ocio para las tardes muertas -Bueno, Daniel. Ya nos hemos visto antes y he hablado contigo durante las últimas semanas... así que la información básica la conozco bien- Dijo entre una sonrisa que hacía las cosas un poco menos tensas -Siéntate, por favor. Hablemos un poco- Daniel aceptó la invitación, tomando lugar en un bonito sofá rojo que el hombre tenía en una orilla de su consultorio. Estaba nervioso, eso se veía a leguas, y es que ese lugar lo ponía demasiado nervioso. La tranquilidad que había ahí era casi irreal -¿Cómo te has sentido?- Los ojos del chico se centraron en él un rato, tratando de decir cómo se sentía. Sabía que si quería curarse debía ser sincero con esa persona que era en quien estaba poniendo su salud mental -Realmente me he estado sintiendo muy mal. Muchos problemas para dormir...- Dijo, con una vocecita audible por poco -Y ¿En la escuela? ¿Cómo están las cosas?- El hombre miraba fijamente a Daniel, sentado de piernas cruzadas y escuchándolo atentamente -Bien... creo que van bien- Demonios. Era un mentiroso de lo peor. El hombre de barba delineada dirigió su mirada hacia él de nuevo, mirándolo ser un manojo de nervios, rascándose los brazos porque las costras de las profundas cortadas le daban una severa comezón de infierno -Por Skype hablabas un poco más... ¿Está todo bien?- Johan anotaba un par de cositas en su mente mientras Daniel trataba de contenerse un poco, antes de explotar -No, no estoy bien- Susurró -¿Qué pasa?-
-¿Qué pasa?- Repitió el chico de los ojos verdes, mirando al suelo, entrando en un trance -Pasa que mi padre me cortó el cabello deformemente estando ebrio, pasa que me parten el trasero todos los días en la escuela... ¡Pasa que mi hermano me niega porque le doy vergüenza, sin mencionar que le doy asco y me echa la culpa de la muerte de mi madre! ¡Pasa que no tengo un solo amigo en todo el maldito colegio! ¿Sabe la definición de patético? Si no, vaya a verme un día al colegio en el almuerzo ¡Un imbécil de 17 años que se sienta con su maestro de historia para que no lo golpeen! Que te defienda una chica y su hermano mayor porque no puedes hacerlo por ti mismo...Mi padre me llama marica por no poder alzar los puños contra los que me molestan ¿Y sabe qué? ¡Tiene razón! Soy un maricón, una bolsa de mierda, un afeminado, un gordo feo y sin talento alguno - Daniel estaba muy alterado, había sido un día pésimo. Un día pésimo de una pésima semana. Una semana pésima de un pésimo mes. De un pésimo año. De una pésima vida -Daniel-
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|[Silencio Profundo]|
Mystery / Thriller×Boy's love ×Contenido adulto (violencia y escenas de sexualidad) ×abuso sexual ×paranormal Daniel tiene 17 años, un padre que lo odia y un hermano que lo cree culpable de la muerte accidental de su madre. Cuando Wilson Walters, su padre, decide qu...