Daniel se limpió la cara, lavando la miseria que traían sus lágrimas. Suspiró, pensando en que era peor que lo molieran a golpes todos los días. Era mejor ser el esclavo del brabucón... quizás hasta su amigo. Pero, recordaba que era él y sentía que todo se desmoronaba. A él nada le podía salir bien, recordaba, incluso, que cuando era pequeño le iba demasiado mal cuando quería que las cosas le fueran bien.
Salió del baño, topándose con los pasillos de su espléndida escuela, donde en cualquier momento alguien podría asaltarte con una navaja, matarte y dejarte tirado ahí y solo se molestarían porque obstruyes el paso, o eso era cuando te llamabas Daniel Walters.
Caminó por todo el corredor, sintiendo un sabor amargo en la boca, como un disgusto deja después de presentarse. La verdad, es que ese sabor era causado por su ayuno, no había tenido apetito toda esa semana y comía poco. No sentía que le estuviera afectando, así que no tenía de que preocuparse. Igual, y si le pasaba algo no importaba. Igual, era él ¿Quién iba a notar su enfermedad?
Entró al aula de clases, por suerte no era ciencias. Era su clase favorita, con su maestro favorito —Buenos días, clase— Saludó, mirando a Daniel con una sonrisa, que hizo que las mejillas del chico se pusieran rojas. La verdad, era que el corazón de Daniel latía más rápido cada vez que lo veía, sentía que un día iba a explotar por todo lo que ese hombre provocaba en él. A Daniel le importaba un carajo si era correcto o no, solo sabía que lo que ambos sentían lo hacía especial. O por lo menos, lo hacía especial para alguien.
Heathens tocó la puerta del salón después de unos minutos dado el timbre, interrumpiendo la clase y sacándole un suspiro a Robert Quill —Llegas tarde de nuevo. ¿Tiene problemas con el horario, joven Heathens? –Dijo el maestro, sin mirar al chico que esperaba en la puerta, que olía a cigarrillo. Derek hizo una mueca de disgusto, girando los ojos e ignorando a su profesor —¿Puedo entrar, por favor? – Pidió, en un tono arrogante, recibiendo un ademán cómo respuesta. Miró los lugares, esperando encontrar el suyo sin ocupar, pero sus ojos fueron arrebatados cuando vio que Daniel estaba sentado hasta el frente, mientras su lugar estaba atrás... junto a él. Pasó por su lado, compartiendo la energía de enojo y rabia que siempre irradiaba, dándole una palmada en el hombro, esperando que el chico se sintiera incómodo. Y vaya que lo logró. Daniel se hizo bolita al tacto de la mano de Derek contra él. Le tenía miedo, un miedo irracional a ese chico. Tan grande, como el miedo que los niños les tienen a los cuentos de terror, a los sótanos o a los payasos. Ese miedo que le tienes a la oscuridad. O lo que se encuentra en ella.
—Muy bien, clase. Es todo por hoy. Recuerden... la semana de exámenes es en dos semanas. Estudien mucho, no los quiero en los intersemestrales—Bromeó el hombre de cabello castaño, mirando como todos guardaban sus cosas. Bueno, casi todos. Daniel estaba esperando a que todos salieran para dejar de dibujar y salirse del aula. Sabía que si estaba solamente con el maestro, Derek no podía hacerle nada para dañarlo —¿Aún te molesta?— Robert se acercó al chico de los ojos tristes, que estaba un poco más nervioso que de costumbre —No... solo me quedó el trauma— Mintió, con una sonrisa de oreja a oreja y sintiendo como sus ojos se iluminaban de a poco. El hombre le estiró una sonrisa, acariciando su cabello — Danny...—
—Dígame— Interrumpió, causándole una risa al maestro, que se encontraba sentado en su escritorio, preparándose para ir a la sala de maestros a tomar un té — Sé que no es correcto que me meta... pero, he visto que no eres muy cercano con tu hermano, Emeth, ¿Puedo preguntar por qué?— La pedrada que dieron las palabras del maestro fueron duras contra él, que sintió como una llaga se volvía a abrir, sangrando desesperadamente, manchando su estado de ánimo –Tiene razón... no es correcto que se meta— Dijo, tomando sus cosas precipitadamente y saliendo del salón. No quería hablar de eso, no quería que su maestro se enterara de lo desastrosa y disfuncional que era su familia. Prefería pensar que el hombre creía que era feliz —¡Daniel! ¡Daniel! – Lo llamó el hombre, yendo tras de él, deteniéndolo a la mitad del pasillo —Lo lamento, no debí meterme. Fui muy atrevido— El castaño se mostraba arrepentido, tomando de la mano a Daniel, que estaba aún un poco disgustado —Es... es bastante gracioso porque ser atrevido se me había dado muy bien— Mencionó, con una mueca que parecía una sonrisa. El muchacho de los ojos tristes miró hacia al suelo, un poco desanimado y sintiendo que había herido al maestro de alguna forma. Eso no era correcto, ese hombre era la única persona que se preocupaba por —No, está bien... lo tomé muy apecho— Daniel se hizo para atrás, pensando en lo estúpido que era —Usted es el único que se ha preocupado un poco por mí. No es justo que yo lo trate así— En los labios de Robert se dibujó una sonrisa cálida que abrazaba el corazón del joven –Me preocupo por ti porque eres un chico muy bueno que ha pasado por mucho— El maestro acarició la cabeza de su alumno, que sentía que todo lo que decía era mera cortesía —Permíteme, por favor, compensártelo de algún modo— La voz del castaño rogaba, aunque Daniel sentía que era demasiado para solo haber hecho una pregunta, no quería aprovecharse de su maestro –Hoy... hoy por la tarde tendré asesorías de ciencias naturales... no sé si pueda— Los ojos de Robert bajaron al suelo, sintiéndose un poco decepcionado —Podría pasar por mí más tarde— Cedió, a final de cuentas, Daniel disfrutaba demasiado de la compañía de su maestro. El hombre sonrió de nuevo, mirando tiernamente al chico, que estaba tan rojo como una manzana –Tú dime la hora y yo paso por ti— Daniel divagó unos segundos, escuchando a lo lejos el timbre para entrar a la clase siguiente –Siete, pase por mí a las siete— Dijo, caminando hacia su aula mientras se despedía de su maestro con un ademán. Ambos estaban ligeramente emocionados, con el corazón acelerado y pensando que esa velada sería algo mágico.
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|[Silencio Profundo]|
Mystery / Thriller×Boy's love ×Contenido adulto (violencia y escenas de sexualidad) ×abuso sexual ×paranormal Daniel tiene 17 años, un padre que lo odia y un hermano que lo cree culpable de la muerte accidental de su madre. Cuando Wilson Walters, su padre, decide qu...