× s e n t i r ×

1.1K 110 47
                                    

Sus pasos eran torpes y se tropezaba cada tanto, pero Damon lo tenía bien agarrado para que no se cayera —¿Te sientes bien? — Le preguntó, sintiéndolo un poco mareado, pero Daniel no le contestó por temor a abrir la boca y vomitarlo encima, de por sí ya era penoso que él lo salvara de una situación tan terrible. Damon se detuvo un segundo, deteniéndolo de pie —Escupe el resto... puedes vomitar si quieres. Te sostendré el cabello—  Se ofreció, acariciándole los hombros y dejando su espacio para que Daniel sacara todo el asqueroso néctar que Edmond le había hecho tragar a la fuerza. El de cabello negro se puso de cuclillas, haciendo arcadas, sin tardar mucho en tirar todo ese líquido blancuzco, tosiendo —Gracias— Damon se puso de cuclillas junto a él, mirando cómo se quedada absorto, observando su vomito —Te he dicho que no es necesario que me agradezcas por todo— Dijo él, acariciándole el cabello negro mientras lo ayudaba a erguirse, tomándolo de la mano.

Caminaron otro rato, hasta que Damon se detuvo en el medio del oscuro bosque al escuchar un riachuelo —Aquí— Mencionó, soltando de la mano a Daniel e indicándole donde estaba el agua, quitándose la ropa que tenía encima para que ambos estuvieran desnudos. El muchacho de ojos tristes ni siquiera lo volteó a ver, no se sentía que lo mereciera. Damon lo miró, estaba con su postura insegura que lo hacía parecer adorable; abrazándose con los brazos tapando su estómago, con las piernas juntas y encorvado, como si así pudiera lograr que los ojos avellana del pelirrojo se apartaran de él. El mayor se le acercó, tomándolo de los hombros, deslizando sus manos hasta que se enredaran en las de él, llevándose un poco del semen que tenía embarrado por los brazos —¿Me dejas ayudarte a lavarte esto? — Damon lo miró con esos ojos que imploraban. Y, aunque Daniel hubiera querido decir que no, sus labios dieron permiso a que el pelirrojo lo tomara por la cintura, encaminándolo al rio. Damon no traía nada, realmente nada. Mientras Daniel traía aún el bóxer y los calcetines —Espera... me quitaré esto porque no quiero que se moje— Dijo, deteniéndose para sacarse la ropa interior y ponerla junto al par de calzoncillos del muchacho cabeza de cerillo. Se devolvió a él, con paso inseguro. Nunca había estado desnudo frente a alguien que no fuera de su familia, pero por alguna razón no se sentía incómodo. Quizás porque Damon también lo estaba.
El muchacho mayor pudo sentir como Daniel se retorció al tocar el agua helada con los pies, para después tiritar de frío cuando ambos metieron sus cuerpos enteros —Se pondrá tibia cuando te acostumbres— Le susurró al oído, apegándolo a su pecho tatuado, abrazándolo por la cintura y acariciando su cabello, como le encantaba hacerlo. Daniel restregó su rostro en el pecho de Damon, dejando que él le echara jarritos de agua con sus manos, enjuagándolo de ese asqueroso fluido —No tengas miedo, ya no hay más temor. Te voy a dar un ruiseñor. No tengas miedo, ya todo acabó. Te voy a dar todo mi amor — El de cabello rojo canturreaba una canción infantil mientras lo hacía, y eso solo lograba que Daniel se sintiera un poco más seguro. Su tacto contra su piel y sus brazos abrazándolo eran todo lo que necesitaba en ese momento —Damon—

—Dime, Daniel—

—Eres mi mejor amigo— La vocecilla de Daniel estaba ahogada por su nudo en la garganta, que aún no se iba. Damon le acarició el cabello, con las manos mojadas, dejándole caer unas gotitas en el rostro —No lo digas tan fuerte— El de cabello rojo apretó al gordito contra su pecho, y susurró en una voz poco audible — Los demás piensan que somos novios— Y volvieron a quedarse en silencio.

El agua se llevó con ella el testigo del abuso de la piel de Daniel, que había quedado limpio por el gesto de Damon. Pero ellos se habían quedado juntos otro rato dentro del rio, dejando que su piel desnuda, ya acostumbrada a la temperatura del agua, se abrazara y se brindara calor —No dejaré que te lastimen... lo prometo—Juró Damon, besando su corinilla, sintiendo como él se dedicaba a llover en su pecho.

|[Silencio Profundo]|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora