Emeth estaba en el medio del tumulto de la fiesta. Se había escabullido de casa de nuevo; como se le había hecho costumbre. Bailando junto a Beverly Owen, que ya le había dedicado un par de besos apasionados, por el alcohol y todo lo demás que traía encima —Iré a beber algo, Bev— La chica asintió, soltándole la mano y dejándolo irse de camino a la cocina para poder humedecer su seca garganta.
Caminó, haciéndose espacio entre los chicos sudorientos y ebrios que estaban como zombis desorientados —Hey, niño— Escuchó una voz familiar llamarlo. Tan familiar que le erizaba la piel —¿Qué quieres ahora? — Le pregunta salió en un grito para que su voz pudiera oírse por sobre las bocinas a reventar de la fiesta —Hiciste un buen trabajo— Dijo Derek, lanzándole una bolsita negra que él cachó en el aire. La miró agradecido y asintió —Tú déjame hacer lo que debo con tu hermano, y te lloverán esas bolsitas—
—Sabes que estoy para lo que necesites— Selló, dejando que el mayor se abriera camino de regreso con su pandilla de matones. Emeth metió un dedo a la bolsita de polvo blanco, probándola —Fue un trato justo— Se dijo, regresando a su andada por agua para volver al lugar con su candente chica. Él era un adolescente normal, no como su estúpido hermano.
Después que Emeth hablara con Derek acerca de su sentimiento de culpa unas semanas antes, el muchacho de los ojos fríos le había dicho que no debía sentirse así. Que él no había hecho nada malo, que las emociones de las demás personas no debían importarle mientras no le perjudicaran a él. Que si seguía pensando en cómo se sentían las demás personas, nunca iba a poder progresar porque los sentimientos lo hacían débil. La empatía lo hacían débil.
Él, sin más, optó por convencerse de ello. Igual, no era como que le importara mucho su hermano.
Damon se despertó a las cinco de la mañana, sintiendo como Daniel temblaba y estaba agitado, sudando y apretando su mano, que se había dormido sosteniendo —Danny— Lo llamó, mirándolo, tratándolo de despertar con una palmadita en la cara —¡No!— Jadeó, levantándose de la cama, asustado —¿Estás bien? — El de cabello rojo tomó su cara entre sus manos, tratando de calmarlo, viendo sus ojos desorbitados —S... sí. Solo... solo fue una pesadilla— Contestó, sacudiendo la cabeza, recostándose de nuevo junto a él. Damon se quedó con la cabeza recargada en su brazo, mirándolo cerrar los ojos, mientras él acariciaba su cara sudorosa —¿Qué soñaste? — Le preguntó con un tono suave, buscando apaciguar su miedo —¿Para qué lo quieres saber? —
—Dicen que, si lo dices en voz alta, no pasa— Daniel abrió un poco los ojos, solo para mirarlo verlo con esa mirada que le costaba descifrar —Soñé que moríamos. Los dos. Tú y yo. Que nos asesinaban... a ti te asesinaban primero, te cortaban la garganta... y el tipo se acercaba a mí. Tenía una capucha. Pero... sus ojos se sentían... familiares. Después, me sacaba el corazón— Damon se quedó sin habla unos segundos, algo asustado. Si bien, él sabía que los sueños eran, la mayoría del tiempo, solamente imágenes de nuestro subconsciente, también entendía que a veces ocultaban mensajes —Deberías volver a dormir— Dijo él, acariciándole el rostro —No quiero— Negó, pasando saliva, demasiado apenado como para aceptar que tenía miedo —Quedémonos despiertos entonces— Damon se recostó junto a él, con los brazos sobre su pecho, mientras los de Daniel reposaban en su vientre — ¿Qué piensas hacer cuando salga el sol? — Las palabras de Daniel fueron gentiles, no buscaban romper la paz entre ambos, solo quería saber —No lo sé. No quiero ir a la escuela— Contestó, cerrando los ojos. Damon no lo iba a decir en voz alta, pero Daniel podía sentir algo que nunca había sentido en él; era miedo, él tenía miedo. Temía de lo que iba a pasar. Estaba asustado porque no estaba preparado para estar solo con su hermana. No estaba preparado para dejar de oler el perfume amargo de su abuela y de poder pasar por su habitación y verla sentada, escuchando la radio. Para afrontar ese vacío que le recordaba que eran mortales y efímeros —¿Puedo quedarme contigo hoy? — Damon se giró a verlo, para sorprenderlo mirándolo a él —Sabes que mi casa siempre estará abierta para ti— Daniel le puso una mano sobre la suya, intentando darle seguridad —Me quedaré contigo. Mi padre no estará en casa—
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|[Silencio Profundo]|
Mystery / Thriller×Boy's love ×Contenido adulto (violencia y escenas de sexualidad) ×abuso sexual ×paranormal Daniel tiene 17 años, un padre que lo odia y un hermano que lo cree culpable de la muerte accidental de su madre. Cuando Wilson Walters, su padre, decide qu...