♥Un libro creado por, y para la comunidad ✍(◔◡◔)♥
Vincent siempre ha sido una diva que todo lo puede, sin embargo, la historia cambia al toparse este con un demacrado chico rubio, Argel: el cual esconde cierta belleza trágica que, sin querer, hace e...
Él estaba echado en un gran y cómodo sofá morado, yo montado encima de él pasaba mis manos por todo su cuerpo, sus piernas, su pecho.... Oh padre santo... tan grande y firme bajo mis dedos, tibio, tan real, tan bello como prohibido... algo invaluable que no estaba a mi alcance, no antes de esta noche.
Pero no, una copa me faltaba de separarme de lo loca a lo indecente: lo llevé a una habitación, cerré la puerta con pestillo. Lo miré apenas pudiendo contener mi agitada respiración: él estaba sentado en la parte media de la cama, justo en donde lo dejé.
¿Tan borracho estaba que no hablaba?
Por el lado, lo acosté, suave me le arrimé otra vez, quedé sobre él, sus piernas estaban entre las mías.
-Argel – entoné - ¿estás?
-Hm...
-¿Sabes quién soy?
-El italiano este...
Mierda, aún me reconocía, ¿le faltará otra copa?
-No se te ocurra besarme... no etoy tan borrasho... – dijo apenas pudiendo mover su boca.
-Pero si tú ya me besaste primero... - dije entonando mi voz más femenina a lo que acerqué mis labios a los suyos.
-No... no – algo bruto separó mi cabeza de la suya con una mano de fuerza repentina – puedo sentir tu pene allá abajo – intentando correrse levantó su pierna derecha a lo que chocó contra mi...
Gemí.
Me tapé la boca.
Por dios...
Les juro: yo jamás había estado tan caliente como para que ese torpe roce me excitara.
Es que ya no podía evitarlo, este chico me gustaba demasiado...
-Oh... mierda, de verdad que te gustan los hombres - rió ante mi repentina vergüenza como bobo, pero ni eso me podía apagar el fuego que me había prendido.
Intenté acercarme de nuevo a besarlo, a lo que él me lo impidió con el mismo gesto de detenerme poniendo su mano en toda mi frente.
Pero, se me ocurrió algo.
Sin apuros bajé su mano hasta donde sus dedos llegaran a mi boca. Los lamí, uno por uno, despacio, con labia, hasta que me quedé con el del medio que era el más largo, lo succionaba todo mojándolo con mi candente saliva, metiéndolo y sacándolo de mi boca cada vez más rápido, sin perder la técnica.
Dios, si en la escuela fuera tan inteligente como en el sexo ya estaría en la universidad...
Argel no me quitó la mano. Lo miré.
Tenía sus ojos cerrados en una confusa pero relajada expresión, por el alcohol casi se caía del sueño pero acomodó su mano prestándomela por más tiempo. Le estaba gustando... ¡Le estaba gustando!
Mientras que una de mis manos afirmaba sus dedos, la otra, aprovechó esa distracción para bajar curiosa hasta el cierre de su pantalón.
Lo abrí.
Una mano enseguida bajó a detenerme, pero ya había tocado a su amiguito: actué rápido, se lo masajeé.
Su mano apretaba la mía allá abajo, pero no la quitó.
-¿Te gusta?
-Ya basta... no, ¡no! Vinc... ¡Hm...!
-Vamos... sabes que te gusta.
-Vin no, pa... para... no me siento ien con est... ¡Ah...! – le acaricié de otra forma, a lo que se le escapó un gemido. Padre Santo era masculino hasta para gemir...
Apretó más mi mano.
Me detuve, le bajé el pantalón de su cadera.
Ahora no hubo resistencia.
Cuando creía que lo tenía le miré el rostro.
Mi corazón se murió.
Mi cuerpo se congeló.
Mi estómago se apretó.
Él estaba rendido, rezagado, dándose por vencido con lo que sea que le pasara y de lo que yo mismo le hiciese. Me recordó los primeros días que lo conocí, cuando le valía mierda todo, cuando no se tenía importancia, y le daba igual lo que le pasara.
...
No.
No puedo.
Me sentí sucio, vil, un cobarde.
Le estoy haciendo algo horrible que él no quiere.
Sentí que lo violaba.
Tocarlo y pensar hacer lo que iba a hacer mientras él no está en sus sentidos, tomado por el alcohol...
Se supone que yo soy su amigo, el depositó su confianza y lágrimas en mí... ¿y yo lo estaba acosando mientras estaba borracho?
¿En qué momento deseé, tan enfermo, que este momento fuese así? Sin palabras dulces... sin cariño, sin amor, ¿sexo bruto sin consentimiento y nada más...?
¿En qué bestia me había convertido?
...
¿¡En qué mierda estaba pensando!?
¿Cuándo... cuando la princesa se convirtió en el bandido?
Lo dejé bien tapado en la cama, yo me quedé en el sofá.
