Leona, siempre a tu lado

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Danielle

-Vincent, soy yo.

Dos segundos después me abrió la puerta de par en par, atónito, quieto como estatua, con la seca boca entreabierta.

Me miraba sorprendido pero asustado, avergonzado, emocionado... todo mar de emoción en esa opaca cutis.

Vestía un horrible pijama rosa que parecía de vieja de la esquina, cabello desordenado y cero maquillaje. Y con un osito de peluche en la mano.

-Dani... - sólo musitó en un tono de completa maravilla. Casi como si verme fuera milagro.

-Quién más, ¿esperabas a otra? – entré en la habitación.

Él me seguía viendo atónito.

-No esperaba que vinieras... - dijo demasiado duro. Iba a llorar.

-Me ofendes – camine hasta él, le sonreí – cariño tendrás que esforzarte más si me quieres alejar de tu vida, ah, ah, jamás te abandonaré... - le toqué su arrepentida carita – como crees, aunque digas cosas feas, – sentencié – ...y aunque te portes como una malcriada, eso no logrará detenerme bobita.

Me miró pleno un segundo con las lágrimas a flor de piel antes de estrujarme en un abrazo.

Gemía, mullía, lloraba de las formas más desfiguradas y extrañas posibles. Pero así es como lloran las personas, las personas con un corazón roto.

Lo abracé fuerte. Mierda... No, no debía llorar, ah, ah... Esta morgue no necesitaba de más muertos.

-Da... Dani l...o sie...

Lo silencié.

-No hay nada que explicar amor, me tienes - lo agarré fuerte - sólo recuérdalo.

Tardé un poco en darme cuenta de que desquitaba sus penas haciendo esas estupideces, no sabía otro modo de liberarlas: siendo extra caprichoso, extra efusivo, extra perra, tapando su inseguridad de extrema melancolía con soberbia y necesidad de ser mejor que todos los demás en las peores y más bajas formas... Dejé que eso me cegara, de tomarme en serio esas palabras que no eran más que gritos de auxilio. Pero pude darme cuenta, logré ver en el pasado nuestros momentos, de risa, otros de pena... A mi amiga y yo. Yo la conocía, yo sabía que le faltaba experiencia en la vida y que a veces se ponía ridícula dejándose guiar por impulsos que terminan por embarrarle todo. Yo lo sabía, nunca tan graves como el de ahora, pero yo sabía que se portaba así de pesada, que hacía y luego reflexionaba. Sabía que podía ser un total idiota a veces, en serio, idiota: idiota en todo aspecto de la palabra, pero... un idiota que me necesita, que me quiere y lo quiero, nos necesitamos: a pesar de todo lo que sea y nos digamos, de las diferencias, así es. Yo lo adopté cuando era un mocoso inseguro y tímido, no lo dejaría ahora ni nunca. Éramos legendarias, y las leyendas nunca mueren.

-¡Pero qué oscuro está esto..!. - prendí la luz sin dejar de acariciarle la cabecita - ¡Ah! Ya sé que te animará.

Hizo un ruido raro, supongo que preguntando "Qué".

-Mi receta repara corazones...

Hice bizcocho de nutella con crema y salsa de chocolate (en tazas de café para porción individual). Ja, aprendí esto cuando estuvo muerto por Alex, quien diría que volvería a servir.

 Ja, aprendí esto cuando estuvo muerto por Alex, quien diría que volvería a servir

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Vincent y Argel | (VERS. ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora