Bad Bitch

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Vincent

Fui al inmundo, horrible y despreciable departamento, a lo que según mi hermano me "haría sentir mejor". Ja, obvio...

Ojalá me hiciese sentir mejor, lo digo por su bien, a mi me importa un comino. Qué ahora el vago anda alegando que quiere ir al trabajo... mírenlo, es millonario y yo seré el que lo mantenga cuando tenga el mandato de la empresa familiar, si trabaja o no en nada le afecta al desgraciado, todos saben que mi hermano es encanto y cero trabajo.

Subí el ascensor, hasta los perros me ladraban al verme pasar. Los gatos me maullaban: yo les maullaba de vuelta.

Pero mierda se supone que esto me haría sentir mejor, así que viva, jujú... Tendría que ponerme contento y hacerlo bien... ¿no?

Tendría...

En realidad, todo me daba lo mismo.

¿Y si agarraba un fusil y los mataba a todos? Podría.

Digo, soy millonario, un buen abogado y jamás iré preso.

Soy millonario, puedo hacer de todo, me vale verga que me odien, todo tiene un precio, todos tienen un precio. Puedo tener de todo. Lo quiero, lo tengo.

Pertenezco a la onceava familia más rica del mundo. Digo... ¿Saben lo que es eso? del puto planeta, yo, el lugar once en tener más de los verdes.

¿Qué mierda hago en este edificio de mierda? Asqueroso inmundo, lo peor que he visto. Mejor lo quemo desde los cimientos. Soy millonario, diría que tenía una rata, me mordió, en defensa personal la quise quemar y quemé todo por accidente da igual.

...

Por eso no resultó, su mundito es muy distinto al mío. Y claro, esa otra pertenece a la misma pecera de agua sucia que él. Por eso congenian. Lindo.

Toqué el timbre.

Me abrió ella.

-¡Vincent! ¿Qué... qué haces aquí? Digo, hola, no es que me moleste ni nada, digo...

-Sí, sí, hola, que tal, bien, bah, haces bien querida ¿Dónde está Argel? – entré caótico.

-He...

La miré de arriba a abajo, traía un delantalcito de cocina.

¿Así que cocina? ¡Estupendo! ¡Qué mejor! ¡Qué maravilla! Otra cosa que yo no hago... Pero claro, soy millonario, así que eso me vale mierda, puedo tener a cien Playboy fisicoculturistas vestidos en delantal cocinándome si quisiera.

-¿Vin?

De repente, sentí palpitar algo que creía muerto hace meses.

Volteé.

Argel, ahí estaba, de pie: el alto rubio platinado de mis sueños, de ojos grises como la luna, igual de confidentes, y tan alejado de órbita como la misma. Hay que decirlo, era impresionante topárselo de repente, hasta yo que estoy cercano al mundo de hombres guapos de pasarela, te quebrabas al verlo.

Mierda, y tampoco esperé a que me llamara Vin.

-Sí... - atiné – quiero hablar.

-Ajá... - dijo, también atinando – ...ven.

Todo fue raro, éramos dos completos extraños, extraños atontados que recordaban. Me llevó a una diminuta habitación, me senté en una silla frente a la ventana que daba a la villa.

El cerró la puerta. Parado, apoyado en ella. Haciendo privado nuestro momento.

-¿Te gusta aquí? Mucho más humilde que en mi casa, no hay sirvientas que te arreglen el desorden de tu vida o te hagan la cama... hm, al menos ella te cocina, ¿te costó mucho acostumbrarte?

Vincent y Argel | (VERS. ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora