Labios franceses

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Vincent

Aquella primera cita había sido soñada (¡SOÑADA CHICA, SOÑADA!), se portó como un total caballero: me tomó del brazo, me abría las puertas, me tendió su abrigo cuando tuve frío...

Él era alto, muy guapo y con estilo, me daba seguridad y me hacía reír... todo el paquete, así como un payaso ninja <3. Aunque quizá la única desventaja pudo ser que me sentía muy mujer a su lado... digo, eso no me molestaba, pero es que a mí también me hubiese gustado emplear el rol del protector, hablo de correrle la silla, pagar la cuenta... como lo hago con Dani a veces.

Supongo que era parte de nuestro juego.

Pero... Todo iba muy lento, tampoco quería ser tan descarada, a pesar de que por dentro me muriera por rasgarle la camisa con los dientes y probar en primera fila ese buen físico que apenas se dejaba traslucir entre sus ropas... AH, no, no puedo. Ser un damo hoy en día no es nada fácil...

Había caído la tarde y él me había ido a dejar a mi casa en su convertible.

-Sabes, a ti te vendría bien el maquillaje francés – me dijo en su perfecto acento europeo cuándo se estacionó, mirándome a los ojos.

-¿Francés?

-Sí – me quité el cinturón - ...no digo que le encuentre nada malo a tu estilo americano, no, no... - dijo con una casi imperceptible mordida de labios - pero muero por verte con un labial potente y ojos desnudos... un labial, así... rojo vibrante – miró especialmente mi boca.

Sentí fuego arder en mis mejillas.

-Pero... yo no tengo mucho labio, por eso prefiero realzar mis ojos, digo, siempre dicen que uno tiene que enfocarse en sus cualidades y cosas buenas... y lo mío... en realidad...

Cerré la boca, el ambiente cambió, me estaba mirando de esa manera.

En ese momento se acercó a mí sin decir palabra: como de película, como de experto, en cámara lenta, cinematográfico, al perder sus labios de mi vista cerré los ojos.

El alunizaje, lo sentí, las mariposas, los murciélagos, los pelicanos, ¡lo que fuese! ¡todo! ¡TODA LA JUNGLA! Todo lo sentí con ese beso...

En ello noté un nuevo calor en mi muslo, su mano. Lo apretó sutilmente, probándolo, moviéndola un poco de arriba a abajo... coqueto, pero con una picardía que yo muy bien conocía.

Quería desnudarlo en ese mismo segundo y tirar aquí mismo en el coche, pero... No, no era correcto, tengo una dignidad que mantener.

Me separé.

-¿Te molestó?

-No... no para nada, es solo que... ya debo irme – dije, iba a abrir la puerta cuando me detuvo, se bajó, y por el otro lado me abrió – no era necesario – mi boca sonrió sola.

-Lo mereces – me miró con esos ojos atrevidos que movían el animal – te veré mañana en la clase de diseño, mi Vinna.

-Ajá... sí – dije intentando no derretirme.

Se subió al auto.

Me le quedé viendo hasta que desapareció de la vista.

Suspiré el amor que ya no me cabía dentro...

No podía dejar de sonreír.

Al otro día me llegó un paquete, una sofisticada caja de regalo aterciopelada de un bello color rojo intenso.

Obvio, era muy su estilo, tan sofisticada y elegante, ni tuve que leer el remitente para saber que se trataba de Alex.

Dentro, venia otra lujosa caja, mas chiquitita: esta era rectangular de un color negro brillante, grabada en ella, estaba escrito en letras doradas el nombre de uno de los maestros del diseño, Christian Louboutin.

Vincent y Argel | (VERS. ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora