♥Un libro creado por, y para la comunidad ✍(◔◡◔)♥
Vincent siempre ha sido una diva que todo lo puede, sin embargo, la historia cambia al toparse este con un demacrado chico rubio, Argel: el cual esconde cierta belleza trágica que, sin querer, hace e...
En redes se corrió el video del "imitador" de Kurt Cobain, desde escolares, universitarios, hasta la TV quería saber quién era ese guapo chico rubio que cantaba como si le estuvieran acuchillando ante las ovaciones del público.
Me dolió el orgullo en que cuando lo mostraron en TV como "lo más visto de la semana" ni siquiera haya salido yo antes o después de su canto, quede como la irrelevante, la básica, la Don nadie, la que no se llama. Gracias, el que sigue.
A Argel no le gustaba su fama, odió ser reconocido como un imitador en vez de pianista pero bueno, "lamentablemente" Kurt lo hizo reconocido.
Pero qué, obviamente con su permiso y aprovechando su falta de vida social en las redes (ya que él mismo decía que solo servían para alimentar el ego y bla bla, Ghandi) aproveché de subir fotos suyas en las mías: mis seguidores se multiplicaron como bacterias descubriendo a este guapo hombre, bacterias de las lindas <3. Todos felices.
PERO. Ya dejando de lado nuestra inevitable subida al estrellato, simultáneamente me empezó a pasar algo, algo muy raro... No, no es malo, es sólo que... bueno ya se los cuento:
Siempre, SIEMPRE, me despertaba abrazado a él, pero, antes de eso déjenme ponerles en contexto: desde ese día que escuché de su música rusa no nos hemos saltado siesta. En las tardes, silencioso él se va a mi pieza a dormir alegando que era la cama de Morfeo, yo primero estaba a su lado dibujando mis diseños en la croquera, pero mi ansiedad al golpear el lápiz, sacando una y otra vez la hoja o mi manía de toquetear el papel con mis largas uñas parecía molestarle, nunca me lo dijo, pero se movía de lado a lado sin poder conciliar el sueño. Así que decidí dormir junto con él. Nono, no abrazados como aquella vez viendo RuPaul: tipo, cada uno por su lado como viejo casamiento oxidado. Esto hizo que se me corriera el sueño, me dormía en la madrugada. Ir al colegio se convirtió en un infierno... Oh, creo que ya entendí de que venía su mal humor en las mañanas... y ahí estaba, la Coca-Cola, la salvadora, dándote ánimo y energía cuando el maldito despertador de las 6 a.m me quería joder la existencia. Sep, parecíamos mellizos, de mismos hábitos.
Y no sólo yo, él también adoptó mis costumbres: en la noche, aprovechando que éramos los únicos noctámbulos en la casa, aprovechaba yo de hacerle mis rutinas de belleza, no ponía resistencia ya que parecía no importarle (aunque quizá en el fondo le gustaba y le daba pena admitirlo... quién sabe). Eso me hacía el trabajo mucho más fácil, ¡si hasta me dejaba pintarle las uñas! (siempre que me mantuviera alejado del rosa), cremas costosas y mascarillas rejuvenecedoras, aceites aromáticos, hasta pepinos usábamos, (aunque estos últimos siempre se los comía).
-Oye...
-¿Qué? - preguntó.
-No, nada solo duerme, cierra los ojos.
Una de esas noches, pisé el acelerador y me preguntaba que tono de piel sería ideal para su base.
-¿Me estás... maquillando?
-Quizás ¿Quieres que pare?
Me miró con los ojos entrecerrados, hasta que en un suspiro, dijo sin más:
-Hm... no, me da igual, se siente relajante.
Esa noche le saqué mil fotos a su cara de Billie Eilish.
Ah, volviendo al punto: me despertaba abrazado a él en la hora de la siesta, yo juraba que yo era de los del tipo de quedar K.O en el sueño sin moverme un pelo, pero al parecer no... Siempre intentaba despertarme antes, o lo más rápido posible para salir de esa vergonzosa situación... creo que nunca se dio cuenta.
Tuvimos más conciertos, esta vez no comí helado y pude reivindicarme en mi lugar de increíble estrella. Pero la fama sorpresiva de Ar persistía, a veces era tanto, que le pedían en bares y clubes improvisar alguna canción de Kurt, lo hacía enojado, pero los fans lo interpretaban como rabietas de diva y lo amaban más, decían que era como el Kurt original.
Y... una cosa: Connie fue a todos nuestros shows.
Gracias a Dios que Argel no era de los de mirar al público (por el pánico), porque ella siempre se aseguraba de estar relativamente cerca del escenario, y fue peor con el tiempo: luchaba por entrar a bastidores, a espaldas de Argel reforcé la seguridad para que ellos jamás se encontraran... (¡Ja! estas en las grandes ligas cariño, no hay lugar aquí para aficionadas).
No dejaría que esa gata se le acercara... jamás, no mientras viva.
Un día me organicé para llevarlo al cine, fue chistoso porque nada salió como planeé: Tipo, compré las entradas, me arreglé divina, no le avisé antes para que fuese una salida sorpresa y así romperle un poco el esquema. Pero cuando le dije, su reacción fue inesperada.
-¿Esta... tarde?
-Sísi, ya compré las entradas – dije emocionado mostrándoselas.
-Ah...
Vacío en el aire.
-¿Para hoy? – preguntó dudoso tras unos segundos.
-Sí, para hoy.
-Ah...
Puse ambas manos en mis caderas.
-¿Qué? ¿Acaso tenías planes? - dije.
Suspiró.
-No, nada, nada, sólo... - bajó la voz.
-¿Sólo...?
-Iba a ver la TV.
-...
Antes de enojarme por el ridículo argumento, completó cabizbajo:
-Iban a dar un súper estreno de la nueva temporada de... My Little Pony... - dijo desinflándose poco a poco como globo.
-Ahhhh – reí – bueno, tampoco es como si me hubiera quedado pobre comprando las entradas, ts, ya, cambio de planes, veamos las ponies.
-¿Quieres verlas? ¿Conmigo, ahora?
-¡Si pues! ya te había dicho, pero compraré palomitas, que quedé con las ganas.
Y me quede toda la tarde viendo ponies con Argel. Mi favorita fue Rarity:
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Viendo esos ojitos felices suyos, seguramente su corazón ahora estaría ahora muy alegre...
Ay Argel, dónde sea que estemos, si estoy junto a ti, hasta el acabo de mundo puede llegar a ser romántico.
Pero llegó un día, entre toda la fama y realización que estábamos teniendo, llegó algo inesperado: me llegó una carta.
