Día con la reina

398 63 38
                                    

Vincent

-Toma - dijo Ar.

-¡OHHHHHHH! – exclamé.

No lo podía creer.

NO... ¡NO PUEDO...! ¡DIOS!

-Lo reparaste, como... ¿¡Cómo lo hiciste!? – le arrebaté de un zarpazo el polvo compacto, intacto, virgen nuevamente.

-Nada complicado, una vez mi novia vio un tutorial en internet de cómo arreglarlos, y toda la tarde me tuvo a mí y a mi "amigo" reparando su arsenal...

-¡OH...! – le abracé.

Lo hice sin pensarlo mucho, me nació. Lo hice tan de repente que él no reaccionó, deshabituado, demasiado tomado por sorpresa como para devolverlo. Lo solté, él seguía sin moverse. Sólo me miraba fijo como bobito. Dios, tenía que enseñarle a como abrazar...

Un momento. Algo me rebotaba en la cabeza.

-¿Acaso dijiste... tu novia? - pregunté cotilla.

Suspiró pesado.

-Ex novia, perdón - respondió.

-Tú, digo, el gruñón, ¿el antisocial que no se acerca a nadie?

-Jaja... ya te lo dije, no siempre fue así.

Mi curiosidad ahora estaba en el nivel 1.000.000%

#Curiosa.

-¿Y cómo se llamaba? - pregunté.

Rodó los ojos.

Me miró con el ceño ligeramente fruncido, ante mí, supongo que debí de parecerle un curioso conejillo con las orejas bien paradas.

-No creo que se te quite si te ignoro... – gruñó como Marge de Los Simpson - Constanza se llamaba.

-Ohhhh, ¿y cómo era?

-Más callada y menos preguntona que tú, por qué no te vuelves a... no sé, a hacer la mierda habitual que sea que hagas mientras yo toco el piano.

-¡Oh dios! ¿No sabes lo que hago en mi día? ¡Pero si vivimos en la misma casa!

-Vivir en una casa tan grande hace que te pierdas de la existencia de otros humanos, ¿sabes? - suspiró, y dijo más para sí: - ¿como una familia de cuatro integrantes se compra una casa que puede ser un hotel sin problemas? aún no me lo explico...

Me puse a pensar.

-Espera... ¡OH! – grité - ¡Se me ocurrió una idea!

-¿Ah sí? 

-¿Quieres conocer un día de mi vida? - propuse.

-En realidad...

-¡Tomo eso como un sí!

Al día siguiente, alguien tocaba a mi puerta.

Abrí. Me posé en el umbral, con grácil cortesía.

-Oh, ¡qué sorpresa que estés aquí!

-Tú me invitaste - dijo con su bochorno de siempre.

Ignorado.

-Bueno, llegas justo a tiempo querido caballero, recién me había levantado - dije.

-Claro, y con maquillaje...

-¡Sigue la corriente mierda!

-Como gustes – dijo con gesto de poca cosa y una sonrisa graciosa. Entró.

Vincent y Argel | (VERS. ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora