Capítulo 9. Los juegos terminaron [MARATÓN DE FIN DE AÑO]

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     AÚN INCONSCIENTE PODÍA SENTIR LOS ESPASMOS DE MI MANO IZQUIERDA Y DE LA MISMA MANERA, SENTÍA EL GOLPETEO DE MIS LATIDOS EN LAS SIENES

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     AÚN INCONSCIENTE PODÍA SENTIR LOS ESPASMOS DE MI MANO IZQUIERDA Y DE LA MISMA MANERA, SENTÍA EL GOLPETEO DE MIS LATIDOS EN LAS SIENES. No me sentía para nada bien y todo gracias a que usé mis poderes, pues era la primera vez en seis años que los usaba de tal manera, tan voluntaria y dispuestamente, y que por primera vez no estaba asustada de ello. Estaba decidida a pasar por este sufrimiento con tal de sobrevivir y estaba segura de que si se volvía a repetir la misma situación, no dudaré en hacerlo otra vez.

Cuando volví a sentir mis extremidades, un quejido salió de mis labios. Me encontré los párpados demasiado pesados, pero mi cuerpo simplemente no aguantaba seguir durmiendo, así que me esforcé por abrir los ojos y cuando lo hice... Oh, mala idea. Me golpeó un mareo a pesar de estar recostada... en uno de los asientos del monovolumen, con una cobija cubriéndome el cuerpo y una pequeña niña asiática mirándome con sus grandes ojos marrones.

Zu.

—Diría que tu manera de mirarme es encantadora, pero no —mascullé e intenté incorporarme—. En realidad da miedo. Sin aires de ofender, niña Amarilla.

Para mi sorpresa, su reacción fue reírse.

—Oye, Zu, ¿hay algo de agua en alguna parte? Me muero de sed.

La niña Amarilla asintió de forme enérgica y tomó su mochila para sacar y pasarme una pequeña botella de agua. Jadeé de tan solo verla y ni se diga de lo rápido que me tomé el líquido; estaba sedienta. De repente sentí a Zu darme unos toquecitos en el brazo y cuando la miré, ella se señaló la cabeza y me miró con una pregunta en los ojos.

—¿Quieres saber cómo me encuentro? —Zu asintió—. Bueno, beber agua me ayuda un poco, así que digamos que estoy mejor.

La niña Amarilla volvió a hacerme un gesto afirmativo y se levantó del asiento, así que le hice espacio para que pudiera salir. Fue en ese momento que me di cuenta de que el auto no se movía, que nos habíamos parado y que Zu y yo éramos las únicas dentro del monovolumen. 

Entonces Ruby se asomó por la puerta lateral.

—¿Estás bien? —me preguntó encogida de hombros.

Yo suspiré y me recosté del espaldar del asiento, apoyando la cabeza en la ventana y la miré con ojos cansados.

—Sí, solo que... —Pausé y me miré la mano izquierda, que temblaba ahora de forma calmada—. Suelo tener esto cada vez que siento que mi control me va a fallar, cuando estoy hecha una explosión de emociones... —La miré a los ojos—. O cuando uso mis facultades.

Ruby solo se quedó observándome y no pude evitar el rubor que me coloreó las mejillas.

Nunca he hablado con alguien sobre... bueno, sobre lo que soy. Sobre ser un Rojo. Tampoco diría que la conversación entre Ruby y yo se trataba de mí hablando sobre mis poderes, pero casi. Sin embargo, todas las veces que me imaginaba hablando sobre ello con alguien o esa persona me gritaba que soy un monstruo y que no debería existir, o yo convertía a esa persona en cenizas en un intento de protegerme a mí misma. Y aunque me encantaría hablar sobre mis poderes con alguien, sabía que nadie me entendería.

Game of Survival | The Darkest MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora