Capítulo 46. Reinicio

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      NO RECORDABA EL MOENRO EN QUE MIS OJOS SE RINDIERON, O CUÁNDO YO MISMA ME DI POR VENCIDA, SOLO SABÍA QUE TENÍA FRÍO, ESTABA CANSADA Y SI CERRABA LOS OJOS, una pequeña vocecilla dentro de mi cabeza me aseguraba que no estaría sola

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      NO RECORDABA EL MOENRO EN QUE MIS OJOS SE RINDIERON, O CUÁNDO YO MISMA ME DI POR VENCIDA, SOLO SABÍA QUE TENÍA FRÍO, ESTABA CANSADA Y SI CERRABA LOS OJOS, una pequeña vocecilla dentro de mi cabeza me aseguraba que no estaría sola. Solo recordaba haber tenido la ropa completamente manchada en rojo oscuro antes de que mis párpados se volvieran pesados.

La primera vez que desperté, estaba dentro de un auto. Gimoteé, asustada de estar de regreso en el baúl de Rob, pero antes de poder intentar escapar, una mano cubierta de prendas negras me cerró los ojos y yo volé lejos de mi cuerpo.

La segunda vez, era de noche. Me sacaban de una ambulancia y me metían en algo que hacía mucho ruido. Aquí fue cuando capté voces, una mujer ladraba órdenes y un tipo relataba mis signos vitales en voz alta, aunque no pude descifrar a quién le hablaba. Yo tampoco podía hablar; algo dentro de mi boca me ahogaba. Después, sentí un ardor horrible en la zona de mi estómago y luego, el tubo respiratorio se llenó de mi sangre al toser y arqueé la espalda.

No recuerdo haber cerrado los ojos esta vez.

Cuando me desperté una tercera vez, logré permanecer lúcida un poco más que las veces anteriores.

Con una mascarilla de oxígeno tapándome la mitad de la cara, observé el interior circular en el que estaba, y me tomó un tiempo reconocer el avión de carga hasta que una turbulencia sacudió el aeroplano por completo. Las cuatro bolsas de suero se menearon con el movimiento y los cinturones que me mantenían aferrada a la camilla se ajustaron más contra mi cuerpo.

Lentamente, suavemente, giré la cabeza a mi izquierda, encontrándome dos rostros conocidos. La mujer que descansaba era una de las doctoras dentro de la Liga, estaba vestida de pies a cabeza con prendas negras y su boca estaba levemente abierta mientras dormitaba. Su nombre era Raquel. Pero fue el hombre sentado a su derecha que me llamó la atención, sus ojos despiertos observándome en el silencio.

Luego, el agente Villanueva suspiró, sus hombres destensándose.

—Bienvenida, agente McClean —murmuró en saludo, no queriendo despertar a la doctora.

Traté de hablar, pero él levantó una mano.

—Conserva las fuerzas. Has perdido mucha sangre. 

Sus palabras no llegaron a hacerse entendibles hasta unos segundos después. Entonces, un dolor agudo estalló dentro de mí. No venía de mi herida ni de mis moretones, sino de mi corazón... al recordar por qué estaba así, cómo terminé aquí, puro dolor me cegó y me encontré el corazón hecho trizas.

Cuando el agente Villanueva vio una lágrima deslizándose por el costado de mi rostro, sus ojos se suavizaron notablemente.

—Descansa, Vivianne. Te encontramos a tiempo, ya no hay nada que te hará daño.

Aunque estaba mintiendo, aprecié que lo intentara.

El agente Villanueva no me gritó ni me hizo callar mientras sollozaba en silencio, hipos y gimoteos mezclados en mi lloriqueo. Giré el rostro para que no viera el filoso dolor en mi rostro, encarando la otra pared del avión, y aparte de mi llanto el único sonido que era constante era el zumbido del motor y el gruñido que el aeroplano hacía al sufrir una turbulencia.

Game of Survival | The Darkest MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora