Capítulo 11. Criatura horrible

2K 201 36
                                    

LEAN LA NOTA DE ABAJO

          Nos estaban siguiendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

          Nos estaban siguiendo.

Logré darme cuenta porque Liam estaba demasiado nervioso e inquieto, al igual que Ruby, y ambos no paraban de mirar hacia atrás. Frunciendo el ceño, también miré por el retrovisor del asiento del copiloto y vi un viejo pickup de color blanco siguiéndonos.

Antes de salir del Campamento East River, mientras yo buscaba alguna otra que cosa que me fuese útil entre toda la chatarra oxidada, Ruby se puso histérica, alegando que encontró una cámara oculta dentro de una casa rodante y que debíamos irnos rápido.

Cámaras de las FEP.

Las teníamos en todas partes en Thurmond, tanto escondidas como a la vista, y siempre sabías identificarlas cuando veías un punto rojo parpadear lentamente. Y eso exactamente fue lo que Ruby vio, por lo que salimos lo más rápido posible de aquel lugar y esperamos a que nadie nos haya visto.

Claramente nos equivocamos.

Entramos en la autopista de George Washington y seguimos por Gorman Road, curveando, y Black Betty bajó la velocidad cuando llegamos a un cruce. Liam puso la direccional, indicando que íbamos a doblar a la izquierda, mientras que, por suerte, el pickup ponía la direccional contraria, diciéndonos que iba a la derecha.

A mi lado, Liam exhaló un suspiro de alivio y se relajó, mientras que por el retrovisor vi a un Volkswagen plateado entrando en la autopista.

Se me pusieron los sentidos alerta cuando el hombro que iba en el pickup le subió el volumen a la radio, y todos escuchamos la música de Lynyrd Skynird. El hombre cantaba a todo pulmón y movía la cabeza al ritmo de la canción de Free Bird, pero antes de poder seguir observando como el conductor del pickup se gozaba su canción, noté que el Volkswagen daba un frenazo y giraba para bloquearnos el camino.

—¡Oye! —exclamó Liam, tocándole la bocina.

Sin embargo, la respuesta del conductor del Volkswagen fue bajar su ventana y nos apuntó con un megáfono en las manos.

—¡NO!

Pero mi grito se vio ahogado cuando el Ruido Blanco nos golpeó mientras Ruby encendía la radio de Black Betty y subía el volumen al máximo, con tal de bloquear la ola de tortura que se abalanzaba en nuestra contra.

No funcionó.

El Ruido Blanco no llegaba a ser tan fuerte como se oía cuando estaba en Thurmond, pero no iba a negar que era menos doloroso, porque lo seguía siendo. Una vez que la ola me golpeó, el aire voló fuera de mis pulmones y mi cuerpo no hizo más que presionarse contra mi asiento, y mientras sentía que el cinturón de seguridad me asfixiaba, tanteé con las manos temblorosas hasta desabrochármelo. Aunque había sido un error porque un hombre abrió mi puerta y me sacó por el cabello.

Game of Survival | The Darkest MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora