Capítulo 31. Cole Stewart

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    ALBAN ESTABA SOLICITANDO VER A MANDARINA Y A DRAGÓN; RUBY ME LO HIZO SABER AL ENCONTRARME EN LAS DUCHAS

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    ALBAN ESTABA SOLICITANDO VER A MANDARINA Y A DRAGÓN; RUBY ME LO HIZO SABER AL ENCONTRARME EN LAS DUCHAS. Sé que para ella era una rareza, Alban a menudo no suele requerir la presencia de Ruby, pero para mí esto era otro día más en la Liga. En realidad, según Cate, yo era la única psi que frecuentaba el recorrido a la oficina del jefe.

Alban había sido el que solicitó que fuese sometida a entrenamientos personalizados y quien mandó a construir un área fuera de la fábrica lo bastante cerca del almacén como para que otros ojos chismosos creyeran que aquel lugar pertenecía al almacén y evitar revuelos al practicar. Aunque algunas personas del lugar sí la usaban para almacenar algunas botellas de agua, las sacaban o las mantenían protegidas de mi poder cuando era el momento de entrenar.

Así que acepté las palabras de Ruby, terminé de cambiarme y salí al comedor para cenar. No me había encontrado con Cate, supuse que ella estaría en algún otro sitio del cuartel o fuera haciendo sabrá Dios qué cosa. No pude darle muchas vueltas al asunto, en todo caso, cuando alguien más entró al comedor justo cuando me sentaba con algunos psis y era saludado por otros agentes que también habían venido a cenar.

Cole Stewart.

Era imposiblemente increíble lo idéntico que su sonrisa era a la de Liam, tan despreocupada y libre. Aun así pude notar algo que a Liam también le costaba mucho esconder. Sus emociones.

Bueno, al menos Cole lo hacía mucho mejor que él, pero podía notar la tensión en sus músculos, la alerta en sus ojos y la vacilación de su sonrisa.

Aparté los ojos justo cuando la mirada de Cole encontró la mía.

—Veo que ha regresado de su misión, señorita McClean —dijo otra voz.

Giré sobre mi asiento para ver la figura de uno de mis instructores, Carlos Villanueva, un espía que trabajaba para la Liga oculto bajo las mangas de los SWAT.

—Así es, señor —incliné la cabeza, afirmando—. Creo que ya se ha enterado de que la Operación fue un éxito.

—Pero hubo contratiempos —Carlos enarcó una ceja.

Me encogí de hombros.

—Culpa mía no ha sido, señor.

El instructor Carlos me observó con ojos calculadores, inteligentes.

Era un hombre que entraba en sus treinta y tantos años, pero que seguía pareciendo igual de joven como si tuviera unos recién veinte años cumplidos. Su complexión era firme y musculosa, siempre en forma por los entrenamientos constantes y las veces que salía a misiones cuando no estaba espiando en los SWAT; luego estaba su cabello negro bien peinado, decente y limpio, y además de su uniforme negro y la ropa deportiva que le he visto usando, el instructor Carlos nunca ha portado otro tipo de prenda que no fueran esas.

—Bueno, es una pena —masculló el instructor casi en un suspiro y se llevó una uva de las que llevaba en las manos a la boca—. Pienso que usted, señorita, habría causado tal espanto que le apuesto a lo que sea que se habrían cagado encima.

Game of Survival | The Darkest MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora