Capitulo 24

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Nuestros ojos estavan clavados en el de el otro, nustras miradas chocaban y todos los estudiantes paseaban sus miradas de unos a otros. Sus ojos mostraban tristeza, sorpresa, confusión, decepción. Sobretodo decepción. Esos ojos que hipnotizan, esos ojos que me enamoran de él cada vez más. Resistiendome a su mirada me giré y comencé a caminar hacia la puerta-ya abierta- del instituto. Todos estaban callados hasta el momento que di mi tercer paso.


-¡Guapa!- gritó alguien a mis espaldas.


-¡Quien diría que estuvieses tan buena en la realidad!- gritó otra voz masculina. Sin girarme y sin hacer caso a los comentarios de la gente entré por la puerta como siempre la primera. Solían abrirla cinco minutos antes, para los estudiantes que tenían que entregar un trabajo atrasado, o para los que tenian que ir a la taquilla, pero cuando me iba a dirigir a la puerta de dentro una mano me agarró el codo haciendo que parara de caminar. No me giré, no respiré, no hablé, no hice nada. Simplemente dejé que me agarrara.


-______...-dijo la persona que tenía a mi espalda y eseguida lo reconocí. Lo reconocería en cualquier parte. Mi corazón se aceleró de tal manera que pensé que se me saldría del pecho y haría clase por mí. Quería girarme, mirarlo a los ojos y besar esos labios que ya besé antes. Rodearlo por el cuello y que el me rodeara con sus fuertes brazos por la cintura. Quería decirle lo que le dije aquella mañana, que lo amaba, que estaba enamorada de él. Pero todo lo que salió fue una simple palabra.


-Sueltame.


-______, por favor- su tono demandaba que le hiciera caso. Era un suplica-. Mirame.


-¿Que quieres?


-Mirame, a los ojos. Por favor.


Cerré los ojos y poco a poco me fui girando haciendo que él me soltara el brazo. Lo miré a los ojos de nuevo, sin poder evitarlo. Esos ojos miel. Joder, si continuaba así caería a sus pies. Pronto un poco de confusión se postró en mi cuando lo vi fruncir el ceño y negar con la cabeza mientras me miraba de arriba a abajo.


-¿Que te has hecho?- me preguntó clavando sus ojos en los míos.


-¿Acaso estás ciego?- le dije con ironia.


-Yo...¿por qué?


-¿Por qué, qué?


-¿Por qué lo has hecho?- notaba como su voz de rompía. No era más que un susurro. Su cabeza estaba inclinada hacia un lado y su ceño fruncido. Sus ojos brillaban y sus labios estaban entre-abiertos.


-Solo- suspiré-. Solo quería cambiar.


-Sabe...sabes que no deberías haberlo hecho. No debes cambiar solo para darle el gusto a personas que no valen la
pena.


-No juzgues mis acciones si no comprendes mis razones.


Él frunció más el ceño y abrió sus brazos.


-¡¿Qué razones, ______?!- exclamó esta vez enfadado-. ¡¿Qué razones?!


-Unas razones que a ti no te importan.


Su mano me agarró fuertemente del brazo mientras el timbre de inicio comenzaba, entre todo el tumulto me arrastró por las escaleras y sin darme cuenta, nos metió en el armario de lo que yo creía la limpieza. Encendió una pequeña luz y cogió una escoba.


-¿Justin, que haces?¡Vamos a llegar tarde!


Con la escoba la puso en el manillar de la puerta haciendo que esta quedara cerrada por dentro y por fuera.


-¡Justin!¡Abre esa mald....!- no pude terminar la frase por que unos carnosos y suaves chocaron con los míos. Concé a moverme y a pegarle en el pecho, pero el me estampó contra la pared detrás de mi y me agaró de las muñeca, moviendo sus labios sobre los míos y pidiendo permiso con su lengua para que abriera mis labios y darle acceso total a mi cavidad bucal. En ese momento ya no me pude resistir, dejé que me besara, que me acariciara con su pulgares las manos. Nuestros labios encajaban a la perfección, se movian en sincronia. Dandome pequeños besos fugazes se fue separando de mí juntando su frente con la mía, cerrando los ojos mientras respiraba aceleradamente y no me soltaba las manos.


-No te quiero por como eres, sino por como era cuando estaba contigo- dijo después de minutos de silencio. Me quedé callada mirandolo y él, al ver que no respondía ni hacia nada abrió los ojos y los clavó en los míos-. Por favor, dime algo. Te amo.


-Guarda tu corazón para alguien que le importe.


Sus ojos se aguaron y me sentí mal por un momento. No sabía que decir, no quería decir nada. Recordé la apuesta y lo empuje lejos de mi, mirándolo con rábia y odio. Fui a abrir la puerta pero Justin se puso en medio bloqueando mi paso.


-______...


-Déjame salir- dije sin dejarlo terminar.


-Por favor, lo de aquella mañana tiene explicación, yo no q...


-¡No es por lo que aquella maldita mañana!¡No es por eso, maldita sea!- dije estallando, las lágrimas no tardaron en salir y él al verme me abrazó, yo no me resistí. Comencé a llorar en su hombro, descargando todo. Mi rabia, mi decepción, mi tristeza. Dejandolo todo delante de él, en sus brazos.


-Por favor, no llores. Dime que pasa. Te lo suplico, si no es por lo de aquella mañana no sé que ha podido ser. Te lo juro. Por favor.


-¡Eres un mentiroso!¡Un maldito mentiroso!


Él me soltó y me miró enfadado.


-No, no soy un mentiroso. Pero está bien, sigue pensando eso. Voy a luchar cada día, mañana, tarde y noche para demostrarte que te amo.Desearía que pudieras escuchar todas esas palabras que no me atrevo a decir. Intenté olvidarte, pero cada vez me enamoro más de ti. No puedo dejar de pensar en ti, porqué te amo. A veces no estoy bien, pero sonrío solo al pensar en que algún día podré tenerte, solo si tu me dejas. Quiero formar parte de tu vida y que tu formes parte de la mía. Tenerte entre mis brazos es el mejor regalo que me puede dar la vida. El orgullo podrá hacerte sentir fuerte, pero nunca podrá hacerte sentir feliz. Realmente cada día me pregunto si piensas en mi, si alguna vez nos imaginaste juntos, porqué yo sí que lo imaginé, cada día antes de ir a dormir y a primera hora cuando despierto me lo imagino. Si te pido perdón es porque soy capaz de tragarme mi orgullo por ti. Dime que no puedo hacerlo y te demostraré que estás equivocada.


Mis ojos comenzarón a brotar más lágrimas con sus palabras. Quería creerle y decirle cuanto lo amaba, pero no podía. Sentía muchas cosas dentro. Y entre lágrimas solo pude decir lo que él quería. Estaba cayendo de nuevo. Estaba cayendo en sus brazos por segunda vez.


-No puedes.


-Te demostraré que estás equivocada. Te demostraré que estoy verdaderamente enamorado de ti.


Y sin decir nada más me dio un fugaz beso en los labios y quitó la escoba para luego salir por la puerta.


Sonreí.

La fea; j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora