Capitulo 25

4.7K 204 6
                                    

La maldita melodia de mi alarma comenzó a sonar despertandome de mi gran sueño. Segundo día de escuela después de mi cambio. Nada pintaba mal de momento y espero que todo continúe así. Me vienen las palabras de Justin a la cabeza, ''lucharé por ti''. Me duele estar separada de él, mucho. Pero debería haber pensado en sus actos. ''Yo no sé de que me hablas, si no es lo de aquella mañana te juro que no sé lo que es''. Maldita sea quiero creerle, pero tengo un miedo inmenso a que sea mentira, a que todo se vuelva a ir por la borda. Me tallé los ojos y bostezé, estirando mis brazos. Mi telefono vibró a mi lado y yo giré mi cabeza par agarrarle. Deslicé mi dedo por la pantalla y vi que era un mensaje de texto, con el ceño fruncido lo abrí, ¿quien me enviaría un mensaje a estas horas? Pero pronto supe de quien era, mis ojos y mi boca se abrieron desmesuradamente y segundos después de plantó una gran sonrisa en mi cara. Lo leí cinco veces más y suspiré, ¿como unas palabras tal simples podían hacerme suspirar? Lo volví a leer por sexta vez.


De: Justin.
Para: ______

''Buenos días princesa. Tengo una sorpresa para ti. Aunque no me hables puedo mimarte igual.- Justin.''


Miré la hora en mi reloj aún atontada y di un pequeño grito. 8:05. Entraba a la escuela a las 8:30. No tenía a penas tiempor para hacer nada. Parecía que me hubiesen clavado un turbo en el cu.lo por la manera en que corría de un lado a otro por la habitación vistiendome. Entré rápidamente en el baño atandome los pantalones mientras agarraba el cepillo de dientes. Lo mojé y puse la pasta sobre él una vez termine de atarme los pantalones y comencñe a limpiarme los dientes. Una vez limpios y aclarados recogí mi pelo en una cola de caballo y me puse un maquillaje simple.


-¡Papa!- grité corriendo hacia a fuera a mi cuarto cogiendo mi mochila y mi teléfono.


-¡Llegas tarde!- me gritó y lo escuché reír.


-¡Lo sé!- en este momento estaba corriendo escaleras abajo y justo al final de estas me encontré a mi padre. Este
levantó su mano derecha mostrandome las llaves de su coche. Sonreír.


-¿Quieres que te de dinero para comer algo allí?- me preguntó mientras salíamos por la puerta y entrabamos en su coche.


-No, gracias papá.- le respondí algo agitada por la carrera.


Mi padre metió la llave en el contacto cerrando la puerta y arrancó, metiendose por las calles en dirección a mi escuela.


-Pero cariño, no has comido nada- me reprimió girando a la izquierda.


No quise decirle nada porque sabía que iríamos a una discusión por el tema de la comida. No sería la primera vez
sinceramente que discutimos porque he comido poco o simplemente no he comido nada.


-¿Que hora es?- le pregunté con tal de cambiar de tema.


-Las 8:20.


Suspiré con alivio mientras me recostaba en el asiento apoyando la cabeza sobre el cabezal con los ojos cerrados. Apenas quedaban tres minutos de camino así que llegaba bien. Recordé el mensaje de Justin y sonreí. Amo cuando me llama princesa, me hace sentir especial. Luego fruncí el ceño al pensar en las otras palabras, algo que no había recordado hasta ahora por mi momento de estar atontada por saber que la primera persona que él había pensado al despertar había sido yo y me lo había hecho saber. ''Tengo una sorpresa para ti. Aunque no me hables puedo mimarte igual.'' ¿Qué sorpresa sería? Mimarme dice, me rei interiormente. Como si fuera su niña pequeña, pensé con una sonrisa en la cara.


-¿En qué piensas? - me sacó de mis pensamientos mi padre y lo miré sorprendida. Estaba sonriendo pícaro.


-En nada- dije ruborizandome y volviendo a mirar al frente. Estabamos ya a punto de llegar a la escuela.


-Vamos pequeña, sabes que no puedes mentirme.


Esperé unos segundos y mi padre paró en la puerta del instituto. Yo abrí la puerta del coche rápidamente saliendo con la mochila a un hombro.


-Adiós papá. Te quiero. Luego hablamos,- no dejé que me dijera nada y cerré la puerta riendo y corriendo a dentro de la puerta. Todos los estudiantes ya habían entrado y ahora estaban hablando por los pasillos. Todas las miradas estaban sobre mi, pero ya no me incomodaba, tenía más confianza en mi misma y no me importaba lo que me dijeran los demás de mi. Sea bueno o malo. Llegando a mi taquilla puse la combinación y abrí la puerta. Sin fijarme metí la mano y luego abrí los ojos dejando mi mano a medio camino. Con los ojos abiertos leí.


''Hola peluche. Espero que hayas leído mi mensaje y que no hayas desayunado. Sé que no es una gran sorpresa pero es el comienzo. Aquí tienes una caña de chocolate y uno de esos zumos de naranja que te gustan a ti. A parte, te he traído otra cosa. Mirá detrás de la bandeja. Te ama, tu gili.pol.las Justin.''


Dejé la nota en mi bolsillo y miré el desayuno. Oh Dios, hacia meses que no comía una caña de chocolate, ¿como ha sabido que me gustaban tanto? Y oh Dios, me ha llamado peluche. Parece una tonteria, pero es muy tierno. Como decía él en la nota miré detras de la bandeja y me econtré una caja roja en forma de corazon, la cogí con el ceño fruncido y la abrí, encontrandome con una gran variedad de bombones. Joder, está empezando fuerte. Cogí uno de los bombnes de chocolate blanco y lo mordí, gemí al notar el sabor corriendo en mi paladar. Eran una maldita delicia.


Decí guardar el zumo y la pasta para la hora del almuerzo, cogí el libro que necesitaba y me dirigí a mi clase, recordando que no había hecho un cambio de compañero. Entré y aún faltaba el maestro. En cuanto crucé la puerta lo vi ahí sentado, mirando a la mesa y jugando con sus dedos, estaba serio y cuando levantó la mirada para mirar por la ventana vi que su labio inferior estaba un poco hacia afuera quedando en un pequeño puchero involuntario. Sus ojos estaban brillosos y aguados. Un pinchazo me atravesó el corazón al verlo así pero un silbido me sacó de mis pensamientos haciendo que me de cuenta de que todas las miradas pasaban de Justin a mi. Noté que era Ryan el que había silbado. Me miró a los ojos, vi en ellos arrepentimiento y súplica. Como si quisiese decir algo con los ojos.


Frunciendo el ceño caminé hacia mi asiento localizado al lado del de Justin, su mirada se clavo en mi sin dejarme. Yo lo miré por un momento mientras me sentaba. Sus ojos seguían clavados en mi, sin soltarme.


-Gracias- pude decir, para hacer algo.


-¿Por qué?- preguntó en apenas un susurro, su voz estaba rota. Me dolió más de lo que me podría doler algo.


-Por los bombones, por el mensaje, la nota, el desayuno- dije todo en un susurro, solanto mi mochila y jugando con mis dedos.


Él asintió girando su mirada y devolviéndola a la ventana. Minutos después la voz del maestro inundo la clase.


-Buenos días chicos-dijo dejando su maletin sobre la mesa-. Hoy hace mucha calor y el verano se acerca, así que simplemente me sentaré aquí y dejaré que hablen.


Todos comenzamos a reír, se notaba que no había dormido esta noche y que no quería dar clase. Vaya profesores, a quien se le diga. Pero algo me hizo mirar hacia mi izquirda, Justin deslizaba un papel pequeño doblado hacia mi mesa. Lo miré y no sonreía ni reía como todos. Volvió su mirada a la ventana y yo cogí el papel abriendolo. Leí.


''Ojalá yo fuera el que ha causado esa preciosa sonrisa en tu cara. No sabes lo que me duele que ahora hasta el profesor te haga sonreír y yo no. Te amo, peluche''


No quiero caer tan fácilmente ante él, aunque ya haya caído y lo único que quiero es besarle, pero antes quiero que sufra, que lo pase mal y que reciba mi venganza. No sabe lo que he llorado por su culpa. Quiero que se de cuenta que no todo es tan fácil y se tiene que ganar a pulso que lo perdone. Tarde o temprano le diré que le perdono y todo irá bien, pero antes va la tormenta.


¿Pero que pasa si se equivoca?

¿Será demasiado tarde o no?

La fea; j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora