3.- El castigo de saltarte la celebración anual

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Kevin

—¡Tú! —Stesha entró en la clínica dónde yo trabajaba, propiedad de mi tío, señalándome con un dedo acusador—. ¡Juan Ignacio Patricio de Todos los Santos y Mendoza de Hernández! ¡Tú!

—¿Yo? —Miré alrededor como si no supiera perfectamente que iba conmigo. Aún no era la hora de abrir y era el único que estaba dentro.

—¡Oh, sí, tú! ¡No te hagas el inocente! —Llegó hasta mí y se sentó sobre el mostrador tras el que yo estaba repanchingado en la silla de escritorio. Vicky entró tras ella, bastante más calmada, pero se apoyó a un par de pasos de esa loca—. ¡No solo has cancelado nuestra celebración anual de la comida...!

—Que celebramos cinco días a la semana —la corté burlón.

—¡Encima me mandas a la chacha con esta nota!

—¡Oye! —se quejó Vicky—. Encima que me molesto...

Stesha se contuvo a tiempo para no sonreír a mi hermana y desenrolló la hoja de cuaderno que llevaba en las manos, con mucha lentitud, con una pompa y ceremonia que me dieron ganas de arrebatársela de las manos.

—Sasha —me miró mal por el mote en cuanto empezó a leer—, no voy a poder comer contigo, me temo que hoy ya me ha apaliceado una rubia loca extranjera.

—¿Prefieres: una preciosidad con problemas mentales venida de un lejano país externo al nuestro? —me corregí bromista, pero Stesha siempre lograba sacarme una sonrisa.

—¡Oh, José Jesús de Lupita y Fernández García de Coslada...!

—De la casa Targaryen, protector de los siete reinos y rey del norte... —Fue el turno de cortarla de Vicky, y ahí se nos escapó una carcajada a los tres.

—¡Quiero que sepas —se esforzó por continuar la rubia loca extranjera— que el bebé que porto en el vientre es tuyo! —Fingió limpiarse la lágrima—. El pequeño, el mayor es del cura, que también es tu padre. ¡Chan-chan-chan! Descubre como acabará todo esto dentro de treinta y cinco episodios...

—Joder con la rusa culebronera —me descojoné de ella.

—¿Qué te ha pasado, Evil? —Se inclinó sobre el mostrador, sobre el que seguía sentada, para darme un beso en la mejilla—. Tu hermana me ha contado lo de vuestra prima la pija. ¿Tan mal ha ido?

—Peor.

Mi tío Abram entró en ese momento con un taco de cartas en las manos, y nos miró a todos como si no se esperase ese comité de bienvenida. Lo primero que hizo fue atizar en la cabeza a Stesha con el correo, que se quejó ruidosamente.

—Baja del mostrado, Sty, te lo he dicho mil veces.

—Sí, señor. —Hizo un exagerado saludo militar mientras saltaba al suelo de nuevo—. Pero solo obedezco porque eres mi padrino favorito.

—Soy el único que tienes, que yo sepa —se rio, antes de darle un beso en el pelo a mi hermana.

—Te ha llamado la de la reconstrucción del clítoris, tío Abram —expliqué, tratando de sonar formal.

Al cumplir los dieciséis, mi padre había sugerido que dejase de estudiar y me metiese en el taller con él. Claro que él no sabía que yo quería hacer una carrera y que arreglar coches no me motivaba para nada. Me gustaba conducir, sobre todo motos, y la velocidad me encantaba, pero los motores no me atraían lo más mínimo.

Así que me había llevado una semana convencerle, con ayuda de mi madre, de seguir estudiando, y para ello me había comprometido aprobar mientras trabajaba en algo a media jornada. Y como los coches no eran lo mío y formarme para ello hubiese sido un trabajo a jornada completa, le había suplicado a mi tío Abram un trabajo de recepcionista. Y pese a que pensaba que se iba a reír en mi cara, había aceptado enseguida.

El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora