16.- Celebración de la amistad

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Kevin

Estaba aguando los refrescos, tal como el jefe del sitio me había pedido y colocándolos en bandejas para que los camareros pudiera distribuirlos, cuando la pesadilla de mi vida apareció taconeando. Y yo me quedé boquiabierto como el idiota que era. Estaba jodidamente impresionante.

Llevaba puesto un traje, igual que el resto de las camareras, de falda y camisa, pero se había subido la falda de forma que dejaba sus piernas eternas a la vista desde prácticamente el culo, hasta unos zapatos de taconazo. Además llevaba la camisa blanca con varios botones abiertos y el chaleco negro le quedaba tan ajustado que hacía que sus pechos estaban a punto de salirse.

—Hola, Kev, ¿cómo está tu hermana? —me preguntó Sara.

—¿Quién? —Parpadeé desconcertado.

—Se te cae la baba, greñas —se rio Lindsay de mí.

Y tuve que recordarme que estaba cabreado con ella para desviar la mirada a Sara, que llevaba la cámara colgada del cuello y parecía poco preocupada por el atuendo de Lindsay.

—Vicky está mejor, Stesha le ha llevado un barril de helado... ¿Qué hace aquí la viborilla?

—Trabajar para pagar mi deuda, Kevin —me dijo Lindsay, con un parpadeo casi tímido—. Luego me gustaría hablar contigo, por favor.

—Claro —acepté, confundido porque me lo pidiera con tanta amabilidad.

—¿Qué le ha pasado a Victoria? —se preocupó entonces.

Y empecé a temer que le hubiera pasado algo. ¿Por qué estaba tan amable?

—¿Te importa? —pregunté borde.

—Sí, tu hermana me cae bien.

—Se pegó en el colegio con una zorra —expliqué—. La han expulsado tres días, pero está bien.

—Joder, lo siento.

Agachó un poco la cabeza y me sentí mal por ser tan borde con ella. Por suerte el dueño del sitio llegó e interrumpió mi culpabilidad. Pensé que iba a regañarla por ir vestida así, pero la miró de arriba abajo y se lamió ligeramente el labio. ¡Que puto asco!

—¿Sabes llevar una bandeja, guapa? —le dijo el muy cerdo.

—Eso creo.

—Lo hará bien, yo respondo por ella —aseguró Sara.

—Dale una bandeja, chico —me ordenó sin mirarme. Claro que no podía culparle por no poder apartar la mirada de Lindsay.

Me giré para coger otra bandeja y le puse una docena de vasos de refresco encima. El tipo cogió la bandeja y le explicó a Lindsay rápidamente como cogerla.

—Es fácil, de pequeña lo hacía con libros para aprender a andar con tacones —celebró ella.

Y me contagió un poco su risa. Era guapísima cuando no estaba malhumorada. No aparté la vista mientras le cogía la bandeja al jefe y empezaba a andar entre la gente para que cogieran las bebidas. Atrajo miradas de la mitad de tíos de la fiesta y ella pareció encantada con la atención.

—En media hora saca el alcohol —me pidió el jefe, antes de volverse a ir a su despacho.

Sara me hizo una foto que me cegó un poco. La miré parpadeando sin entender nada y ella se rio con ganas.

—Quería que pudieras ver la cara de tonto que se te ha quedado cuando se te pase el cuelgue —me dijo, antes de perderse entre la gente.

¡Ten tías para esto!

El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora