12.- El precio de la belleza que lo pague otro

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Kevin

—¿Dónde vas, Win? —pregunté a mi hermana cuando bajó al salón, poniéndose el abrigo.

Por su sobresalto y la cara de culpa, ligeramente sonrojada, con la que me miró, me quedó claro que no estaba haciendo nada bueno.

—¿Qué haces aquí? Pensaba que estabas estudiando.

—Sí, pero el wifi no llega bien a mi habitación —reconocí, cerrando el portátil y dejándolo a un lado—. ¿Dónde vas?

Que cambiase de tema y no me mirase mientras se abrochaba la chaqueta me hizo sospechar que pasaba algo, y preocuparme.

—¿Tengo que darte explicaciones? —No me miró a la cara y eso me hizo sospechar más.

—Claro que no. Pero si te pasa algo...

Bah, ni siquiera es problema mío... No me gusta mentir y menos a ti —resopló un poco.

—¿Qué pasa, Win?

—Lindsay me ha llamado y que conste que me ha dejado claro que yo no era su primera opción. Pero Sty debe estar entrenando a estas horas.

—¿Qué quería?

No había vuelto a hablar apenas con Lindsay desde la excursión a Madrid la semana anterior. Yo había tratado de ser amable con ella, tenía mucha paciencia, pero hasta yo me cansaba de que me pisoteasen. Así que había procurado mantenerme lejos, por mi salud mental.

—Al parecer se ha ido a hacerse un tratamiento de belleza completo, o algo parecido y su tarjeta no funciona.

—¿No funciona o ha conseguido arruinar a sus padres? —me burlé sin muchas ganas.

—No sé, solo ha dicho que no funciona.

—¿Y por qué debería importarte eso a ti? ¿Te ha liado para que vayas a pagárselo? Sus padres siguen en Madrid.

—No quiere que se enteren... —se disculpó sonrojada.

—¿Y cómo piensas pagarlo?

—Con el dinero de mi cumpleaños. —Se encogió de hombros.

—Mándame la dirección por WhatsApp —ordené, mientras me iba hacia la puerta en busca de mi chaqueta.

—¡Me va a matar si sabe que te lo he dicho!

—Dile que te he pillado cuando salías y que te he obligado. Pero díselo mañana, no ahora.

Bajé hasta el garaje, abrochándome aún la chupa de cuero y cogí un par de cascos de la colección de mi padre. Si se enteraba de que le había pillado la moto me iba a matar, pero ¿no era culpa suya por enseñarme a llevarla? Vale, quizá no, pero no tenía que enterase, volvería antes que él de trabajar.

Recogí las llaves del mueble y abrí la puerta del garaje mientras me enganchaba el casco. En cualquier caso, ¿era una emergencia, no? En un taxi tardaría demasiado y con la lengua de víbora que tenía Lindsay, conseguiría que la detuviesen o algo peor. Sinceramente a mí a veces me daban ganas de facturarla de vuelta a Nueva York.

Miré la dirección que me pasó Vicky, conocía la zona ligeramente y me pareció cara, pero ¿por qué me sorprendía? Lindsay seguramente buscase la manera más rápida de arruinar a sus padres. Y tampoco podía culparla del todo. Es decir, mis padres también tenían dinero, pero nos habían enseñado a ganarnos las cosas para que merecieran la pena. Por eso me había buscado un trabajo. A la princesita debían habérselo dado todo hecho y, en consecuencia, no valoraba nada.

Arranqué la moto furioso, apretando los dientes y paré el tiempo justo para cerrar el garaje y luego la valla antes de acelerar en busca de esa niñata caprichosa. Puede que ella no quisiera que sus padres se enterasen, pero yo pensaba contárselo todo. Ya era hora de que alguien le pusiera límites. Y si tenía que ser yo, lo haría. ¡Joder! ¿Quién se creía que era para llamar a Vicky y hacer que se gastase todos sus ahorros porque ella quisiera un puto tratamiento de belleza? ¡Como si le hiciera falta encima! Aunque supuse que ese era otro tema.

El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora