7.- El casi plan

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Lindsay

Miré a Stesha mientras se admiraba a sí misma al espejo, observando su nuevo peinado. Me sorprendía que se hubiera dejado convencer para cortarse el pelo que tenía por media espalda. Ahora lo llevaba por los hombros con ondulaciones muy graciosas y en mi opinión, estaba mucho mejor.

No había hecho intento de hablar con ella de Kevin, pese a que sabía que lo estaba esperando. Y yo iba a vengarme de ese idiota por haberme humillado delante de todos y haberse chivado a mi padre de que tenía un carné falso. Pero sabía que si preguntaba directamente a Stesha se cerraría en banda o peor, me mentiría. Tenía que conseguir que se relajase para sacarle todos sus secretos.

—Está genial, pero no sé cómo voy a recogérmelo para hacer aikido.

—¿Aiqué? —dudé, mientras tiraba de su mano para llevarla a los sillones para la manicura y pedicura.

—Aikido, es un arte marcial... Déjalo —resopló.

—¿Haces artes marciales? —me sorprendí sinceramente. Tenía un cuerpo atlético, pero no me imaginaba aquello—. Descálzate.

—¿Para qué? Yo solo me descalzo en el tatami.

—Para que te hagan las uñas.

—¿Estás de coña? —se partió de risa.

Yo me quité los zapatos y metí los pies en el líquido que tenían preparado para nosotras.

—Venga, que yo invito —la animé.

Stesha resopló, poco convencida con ello, pero se sacó las botas de boxeo que llevaba y dobló los pantalones vaqueros hacia arriba. Arrugué la nariz observando su ropa medio deportiva y horrible, después me encargaría de eso.

Un par de chicas se acercaron para hacernos las manos y me dieron a elegir entre varios modelos para cambiarme de uñas postizas, que tenía algo destrozadas ya. Echaba de menos a la chica que me las hacía en Nueva York porque me conocían muy bien, pero elegí entre todos los modelos uno que me llamase lo justo la atención.

—¿Cuál quieres, Sty? —pregunté, tras señalar unas rojas con unos detalles en blanco.

—¿Uñas postiza? Definitivamente quieres que me echen de aikido. Prefiero las mías, con esas no sabría limpiarme el culo.

Arrugué la nariz de nuevo, ¿no podía haber usado una referencia más cerda? Al final iba a entender por qué era amiga de ese asqueroso de Kevin.

—Al menos deja que te pinten las tuyas. —Le hice un gesto a la chica, que se acercó con un montón de muestras de pintauñas. Stesha eligió el naranja más feo que había y tuve que pararla—. Píntaselas de ese azul —pedí. Y no me pareció que le importase lo más mínimo el cambio—. ¿Cómo es que haces aikido?

—Mi madre es cinturón negro de aikido y Krav magá. Y mi padre es un exmilitar ruso que también tiene cinturón negro en aikido. Siento algo de presión al respecto —bromeó.

—Tiene que ser genial. Yo hacía footing con mi madre cuando era más pequeña. Estuve un par de años en atletismo.

—¿Y qué pasó?

—Descubrí que el alcohol era más divertido —me reí un poco—. A ninguno de mis amigos les gustaba hacer deporte y preferí irme con ellos.

—¿Por qué no vienes algún día a una clase del gimnasio de mis padres? Así te enseño lo que se hacer. Creo que es lo justo, teniendo en cuenta esto. —Señaló a la chica que le limaba las uñas con un gesto de la cabeza.

—Claro, cuando quieras —me reí.

La verdad es que nunca había tenido problemas con el deporte, al menos hasta que de verdad había descubierto que los tacones y las fiestas eran más satisfactorios. En cualquier caso, no era mi ideal ponerme a hacer deportes que pudieran dejarme un ojo morado, pero quería tener a Stesha contenta para que charlase conmigo.

El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora