11.- Superpoderes lésbicos

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Victoria

Mi familia se podía pensar que después de quince años montándonos fiestas sorpresas a todos mis primos (y a algunos desde antes) a mi hermano y a mí, podían sorprendernos aún. Pero, cuando tras una mañana de compras con Lindsay, Stesha y mi hermano muy sospechosa, me habían llevado al jardín de mi propia casa y vi a toda mi familia reunida, fingí sorprenderme.

A ello le habían seguido una hora de saludos, besos y abrazos. Además de regalos y mucho dinero. Mi padre y mi tío Carlos estaban frente a una barbacoa, esperando que las llamas se apagasen un poco para hacer la comida y en cuanto hube saludado a todo el mundo, me fui con ellos.

Mi padre me pasó un brazo por los hombros y me dio un beso en la frente. Yo le rodeé con los brazos y enterré la cabeza en su pecho. De pronto me sentía estúpidamente adulta, mis tíos habían bromeado con que ya debía ser responsable y madura y todas esas cosas. Y yo solo quería seguir siendo una niña.

—¿Estás bien? —se preocupó mi padre.

Yo asentí y me aparté un poco de él, que pese a todo no me soltó la mano. Parecía sinceramente preocupado.

—¿Te has comprado muchas cosas? —preguntó y me pareció que trataba de hablar de algo neutral.

—¿No ves las pintas que llevo? Kevin me ha dicho que me regalaba lo que quisiera y ha cometido el terrible error de dejar que Lindsay lo oyese. —Bajé el tono para que ella no nos oyera, aunque estaba con sus padres al otro lado del patio y parecía que la estaban regañando por algo—. Ha hecho que me pintasen hasta las uñas de los pies. ¡De los pies! —me quejé, haciendo reír a mi padre y a Carlos.

—Yo creo que estás muy guapa —prometió mi padre.

Puse los ojos en blanco, porque yo no quería estar guapa, quería estar cómoda y, definitivamente, no lo estaba. Lindsay me había llevado incluso a que me maquillasen, a la peluquería y luego me había hecho comprarme un vestido que no me gustaba nada, junto con unos zapatos, casi planos, por suerte.

—Con esto no puedo jugar al fútbol. Que, por cierto, no me han dejado ir al partido de vóley.

—¡No! —fingió escandalizarse mi padre.

—No te rías de mí —me quejé con un puchero—. ¿Tú me entiendes? —pregunté a mi tío Carlos que, pese a que se estaba partiendo de risa, era el más deportista de todos. Si alguien me comprendía debía ser él.

—A mí me echaron del equipo de fútbol porque tu padre siempre conseguía que faltase —bromeó.

—¿Yo? ¡Qué cabrón! —se quejó mi padre, pero se reía también—. Di que no iba porque estaba ocupado tratando de meterse debajo de la falda de Andrea.

—Demasiados detalles. —Me tapé los oídos con ambas manos, haciéndoles reír más.

—Oye, Vicky. —Mi padre volvió a sujetarme la mano para que la bajase—. ¿Qué les pasa a tu hermano y Lindsay? —Bajó el tono para convertirlo en un susurro conspirador.

—¿Ahora o en general? —pregunté, buscando a Kevin con la mirada.

Mi hermano estaba jugando con Stesha a quitarse una pelota enana que no tenía ni idea de dónde había salido. Se me contrajo el estómago al ver como Kevin sujetaba por la cintura a Sty y la levantaba para girar con ella y alejarla de la pelota. Ella se rio a carcajadas y los celos me hicieron apretar los puños.

—Ahora y en general —insistió mi padre.

—Pues no sé, normalmente Lindsay se enfada con Kev y le llama de todo. Estoy aprendiendo insultos en un montón de idiomas —bromeé—. Pero esta vez es Kevin el que no habla con ella. Así que supongo que Lindsay se ha metido con su pelo —me reí.

El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora