Stesha
Estaba esperando a mi madre, sentada en el mostrador del gimnasio, para cerrar e irnos a casa, mientras jugaba con la carta, dándole golpecitos en la palma de mi mano. Aquello era justo lo que quería, lo que había deseado desde hacía años. Entonces ¿por qué no me sentía mejor? ¿Por qué no estaba feliz?
Y el motivo apareció delante de mí con una sonrisa tímida, sus pecas sonrojadas y su pelo negro recogido en una trenza larguísima sobre su hombro.
—¿Estás bien? —Frunció el ceño preocupada y sus ojos azules brillaron con fuerza.
—Me han aceptado en la escuela de baile. —Moví la carta para reforzar mis palabras.
—¡Genial, Sty! —Se lanzó sobre mí y apenas tuve tiempo a saltar del mostrador para responder a su abrazo.
Olía a sol y calor. Me recordó a la intro de las Supernenas. Victoria debía estar hecha solo de cosas bonitas. Y yo me había aprovechado de ella. Me sentí fatal, peor de lo que llevaba sintiéndome esas dos semanas. Pero disfruté de su abrazo.
—¿No estás feliz? —preguntó, apartándose un poco de mí, y la eché de menos.
—Sí, mucho. Por fin aprenderé a bailar la macarena —bromeé.
La parte de bailar era genial, llevaba apuntada a clases desde que tenía uso de razón. Me encantaban las coreografías, la música y todo eso. Me había presentado año tras año a aquella academia exclusiva y me había deprimido cada vez que no me cogían. Y ahora, no podía estar feliz.
Las clases empezaban en septiembre y acabarían en junio. Un curso entero para aprender a bailar... Era genial, salvo porque esa academia estaba en Inglaterra. Tendría que alejarme un año lectivo entero de Vicky.
—Hola, Vicky —saludó mi madre a mi amiga, dándole un beso en la mejilla—. ¿Vais a cenar?
—Había pensado en entrenar un poco, pero creo que he llegado tarde —se rio, encogiéndose de hombros.
Siempre había tenido claro que me gustaban los chicos, ni había dudado de ello, pero ahora miraba la sonrisa de Vicky y me lo replanteaba todo. Era guapísima y besarla me había removido algo dentro que nunca antes había sentido. Y luego, por la noche, en la tienda de campaña... Ni siquiera estaba segura de qué había pasado, pero había querido dejar huella en ella. Que supiera que yo era mejor que cualquier chico con el que pudiera llegar a estar. Que estupidez, ¿no? A veces creía a mi padre cuando decía que había sacado los genes de mi madre de actuar sin pensar.
—¡¿Stesha?! —El grito de mi madre me devolvió a la tierra—. ¿Estás bien?
—Está fantaseando con su curso de baile —bromeó Vicky.
Si ella supiera en lo que estaba pensando, sus pecas estarían mucho más rojas, pero nunca podría decírselo...
—¿Qué decías, mamá?
—Que he quedado con Mel para cenar aquí al lado. Si queréis podéis quedaros mientras entrenando.
—Claro.
Vicky asintió también, así que cogí la llave cuando me la pasó mi madre.
—Cerrad por dentro y quédate el móvil cerca, cuando vuelva te llamo.
—Gracias, Jess —le dijo Vicky.
Mi madre nos dio un beso a cada una y esperó hasta que cerré con llave para irse. No se fiaba de mí porque un día me había quedado a entrenar y al irme a casa me había dejado la puerta abierta. Pero, yo que sé, matas una rata y te creas fama para toda la vida... O como fuera.
ESTÁS LEYENDO
El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️
RomanceKevin es un defensor de las causas perdidas y piensa que Lindsay necesita su ayuda. Lindsay cree que su vida es perfecta, al menos hasta que sus padres la exilian a Madrid. Victoria solo se preocupa por el siguiente partido de vóley o su liga de fút...