Victoria
Dos días era mi récord de guardar un secreto. Un secreto peludo que meneaba el rabo tratando de escalarle la pierna a mi padre, que le miraba como si fuera una rata y no un perrito.
—¿Felicidades, Kevin? —lo intenté.
Su cumpleaños había sido el viernes y ya le había dado el regalo, pero pensé que quizá colase.
—Ni de coña —se rio él—. A mí no me cargues el muerto.
Sin embargo, Lindsay pareció encantada con el perrito, porque lo levantó entre sus brazos y le acarició la cabeza.
—Lo iban a sacrificar. —Busqué a mi madre con la mirada suplicante, ella era más... comprensiva.
—¿Y ahora somos un refugio animal? —resopló mi padre.
—Uno más tampoco se va a notar —lo intentó mi madre bromista, acariciando al perro sobre el brazo de Lindsay.
—Se llama Sisi. Y yo puedo cuidar de ella —lo intenté.
Mi padre no me respondió siquiera, salió de la habitación quitándose el cigarro que tenía tras la oreja. Y me dolió por dentro, porque mi padre nunca me ignoraba así.
Stesha me apretó el brazo al pasar por mi lado y los demás fueron saliendo de mi habitación también. Sisi había ladrado y había llamado la atención de la mitad de la casa, que estaban reunidos allí para celebrar el cumple de mi hermano.
Lindsay fue la última en salir, parecía reacia al soltar al perro, pero al final me lo pasó con delicadeza.
—Diles que si aceptan a tu hermano, el perro no debería molestarles —bromeó, antes de salir.
—¿Qué voy a hacer contigo, Sisi? —pregunté a la perrita, alzándola para mirar sus ojazos marrones. Me pegó un lametazo en la cara que me hizo reír.
Todo había pasado el viernes durante el recreo, yo estaba sentada en los escalones, mirando a mi antiguo equipo perder, cuando un chaval de otra clase se sentó a mi lado. Era el mismo que me había ayudado a levantarme el día que mi equipo se volvió contra mí.
—¿No te dejan jugar? —preguntó.
Más tarde averigüé que se llama Ricky.
—Sí, pero no quiero jugar con ellos —murmuré y un movimiento dentro de su mochila, que había dejado en el suelo delante de nosotros después de sentarse a mi lado, llamó mi atención—. Tu mochila está viva.
—Te digo lo que tengo en ella si me dices por qué no quieres jugar con ellos.
—Se han disculpado conmigo y ahora me tratan bien —expliqué—. Supongo que debería perdonarlos. Eso dice mi madre, al menos. Pero... mi padre dice que no tienes que perder tiempo con quien te traiciona una vez. Así que trato de decidir a cuál de los dos quiero hacer caso.
—Creo que deberías hacer lo que tú quieras.
—No estoy enfadada ya —reconocí—. Pero tampoco quiero volver a jugar con ellos. Debería ser divertido y no lo será si estoy esperando a que vuelvan a traicionarme...
—Mejor para nosotros, sin ti no van a ganar nada.
—Me alegro por vosotros, se merecen perder —me reí un poco—. Ahora saca el conejo de la chistera.
—¡Que descarada! —bromeó, pero tiró de las solapas para dejar ver a un perrito que mordisqueaba un hueso de juguete.
Aunque en cuanto vio luz saltó de la mochila y se lanzó a lamerme las manos y todo lo que alcanzó de mí, mientras yo le rascaba por todas partes.
ESTÁS LEYENDO
El nombre de las estrellas - Bilogía Estrellas 1 - *COMPLETA* ☑️
RomantikKevin es un defensor de las causas perdidas y piensa que Lindsay necesita su ayuda. Lindsay cree que su vida es perfecta, al menos hasta que sus padres la exilian a Madrid. Victoria solo se preocupa por el siguiente partido de vóley o su liga de fút...